Extractivismo, vuelta a clases y control social en la Argentina

 

Hace unos días, en una parte de su discurso en el cierre del Consejo Federal de Educación, el presidente Alberto Fernández dijo lo siguiente:

(…) y tenemos que volver al ritmo de las clases, porque el ritmo de las clases también va generando conducta. La conducta de levantarse temprano, llegar a horario, respetar un horario. Reglas de conducta que hacen a lo que algunos llaman controles sociales, pero que fundamentalmente nos van formando en la vida en sociedad”

¿Por qué el presidente destaca este aspecto “educativo” en su discurso?

La frase enfatizada por Alberto Fernández apela directamente a la disciplina que impone la institución escolar sobre los niñes, como una justificación de peso para volver a la normalización de las clases.
Y esto no es casualidad ni es un relleno del discurso, sino que está relacionado con el papel que juega la escuela como reforzadora de las relaciones sociales capitalistas. El objetivo declarado es volver a la escolarización presencial lo antes posible, aunque en muchos lugares del país las condiciones no estén dadas (alto nivel de contagios, condiciones edilicias deficientes, ventilación insuficiente, espacios pequeños, mala conectividad etcétera).
Esta necesidad urgente tiene que ver justamente con el control social, tal cual como lo dijo el presidente. Levantarse, temprano, cumplir horarios, respetar reglas y sobre todo “educarse”, “instruirse” en la institucionalidad de escuelas y universidades, es la base imprescindible para irse “formando en la vida en sociedad”, para luego ser apto e incorporarse a la maquinaria de la producción de mercancías, al trabajo asalariado.

El disciplinamiento de niñes y jóvenes antecede a la disciplina del trabajo asalariado

 

¿Existe relación entre la intensificación del extractivismo y la vuelta a clases presenciales?

Para el 2021, en Argentina como en el resto del mundo, lo imperioso y urgente es la reactivación económica que necesita el sistema (el capital, el estado y el gobierno), para volver a imprimirle el ritmo necesario a la rueda de la producción del valor/plusvalor del capitalismo. Para ello hay que volver a fortalecer las estructuras institucionales que ayudan a normalizar en las subjetividades la producción de mercancías. La escuela es una de ellas y por eso a Alberto “se le escapó” lo del control social.

En nuestro país, la reactivación (y el ingreso de dólares para pagar los intereses de la deuda externa) tiene como uno de sus pilares fundamentales, la profundización de los negocios asociados al extractivismo: proyectos megamineros contaminantes del agua como el de Chubut o Mendoza, monocultivos transgénicos como la soja y la expansión de sus fronteras agrotóxicas por muchos territorios del país, etcétera.

Aunque no aparezca visible directamente, pensamos que en este momento hay una correlación entre extractivismo y el ordenamiento social que imponen instituciones como la escuela. Se trata del control social que el “progreso” siempre necesita imponer y más que nunca en estos tiempos de pandemia que obligaron a desacelerar la rueda capitalista.
El poder necesita volver a la normalidad, “de casa al trabajo (o a la escuela) y del trabajo (o la escuela) a casa”

En otro pasaje del discurso, el presidente dijo que: “en los tiempos que vivimos es mucho más importante educar nuestros chicos, que andar buscando petróleo” pero se olvidó de mencionar que el verdadero motor de la reactivación planeada es el nuevo impulso que se le está dando a los proyectos extractivistas.

El extractivismo funciona en el capitalismo actual como un acelerador de la conversión de todos los aspectos de la vida en mercancía; tanto nuestros propios cuerpos y subjetividades, nuestra capacidad de autodeterminar la actividad humana, como la madre tierra que es nuestro hábitat.

Para el capital, las personas no somos personas sino “trabajadores”, “trabajo vivo” o “fuerza de trabajo”, y al resto de la vida natural la ve como “materias primas”.
En cambio, para quienes queremos abolir este sistema productor de “cosas”, constituyen la verdadera riqueza que potencialmente tenemos. Necesitamos recuperar esta riqueza que hoy está amenazada como nunca antes. Necesitamos deconstruir la mercantilización de nuestros cuerpos y de toda la biodiversidad.

Decíamos que el extractivismo se está intensificando, pero no sin generar al mismo tiempo luchas que lo resisten. Es probable que estás resistencias se profundicen y en ese movimiento, generen (o estén generando ya), un cambio en nuestras subjetividades y una apertura hacia otro tipo de relaciones sociales.

En eso estamos y por eso vamos.

 

Colectivo La Fogata, febrero de 2021

 

Extractivismo, vuelta a clases y control social en la Argentina

 

 

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