En la confluencia de las pequeñas iniciativas y la explosión de rabia aparece la esperanza

 

Video-entrevista a John Holloway, desde Rosario, Argentina

 

Este período de la salida va a ser como una guerra entre diferentes narrativas, diferentes cuentos sobre lo que está pasando y lo que ha pasado. La narrativa oficial es, básicamente, una narrativa de «mala suerte»: llegó esta pandemia, un virus totalmente desconocido, y ¡qué mala suerte, cómo nos ha afectado a todos! Y pensando en los estudiantes de primera generación, cómo los está afectando: qué mala suerte, justo cuando iban a comenzar la universidad apareció la pandemia. No solo eso, la narrativa continúa y también va a tener un efecto económico terrible, sin precedentes. Estamos entrando en la peor crisis económica del último siglo. Y dicen que se va a sentir en el mundo entero, pero más que en cualquier otro lugar en América Latina. «¡Qué mala suerte!». Para mi es importante decir, que sí, es una experiencia terrible para todas y todos, pero que no se trata de «mala suerte». En primer lugar porque la pandemia surgió de la destrucción de la relación entre humanos y naturaleza. Esta destrucción es resultado de un sistema basado en la búsqueda constante de ganancias. Es el sistema capitalista que está destruyendo no sólo a los humanos sino también a otras formas de vida, y a la relación entre humanos y naturaleza. Lo hace a través de la industrialización de la agricultura, a través de los megaproyectos que se están haciendo por todos lados, a través de la eliminación casi total del campesinado en todo el mundo, a través de la comercialización de los animales silvestres, etcéteras. La pandemia surgió como resultado de este proceso. Hay una destrucción de los hábitats de los animales silvestres, que se tienen que acercar a las ciudades, lo que permite una transmisión más fácil entre los animales y nosotros. Es una pandemia capitalista. No es mala suerte. Es algo previsble y previsto (porque hubo muchas advertencias). No es mala suerte, sino que la pandemia proviene de cómo está organizada la sociedad. Y es una advertencia que dice claramente: «si no cambias cómo está organizada la sociedad nos estamos acercando, posiblemente, a la extinción». Y la otra cosa es que la crisis económica tampoco es cuestión de «mala suerte». Porque no es resultado de la pandemia: es una crisis que ya se veía llegar. En la crisis financiera de 2008, que tuvo efectos terribles en todo el mundo, pero que fue una postergación de la crisis, con la intervención masiva de los gobiernos de los Estados Unidos y de todos los gobiernos se logró postergar los efectos más terribles de la crisis. Desde hace cuatro o cinco años, los comentaristas mas distinguidos han estado diciendo: «cuidado porque va a llegar una crisis más terrible en sus efectos que la de 2008». Un comentarista muy conocido dice: «Fire next time«. (…)

Estamos encerrados, no nos juntamos con amigos, con otros. Tenemos un contacto virtual, pero no es la misma cosa. Hay dos maneras de ver lo que está pasando. Una es que vamos a ir a un mundo más controlado, más vigilado, más individualizados y con miedo. De aquí no hay mucha perspectiva de acción. La otra interpretación, otra manera de pensarlo, es que ahora estamos como en una olla de presión. Estamos en una situación donde se nos acumula la frustración, sobre todo los jóvenes, las jóvenes, pero también una frustración porque vemos una injusticia enorme. Vemos que la enfermedad y el encierro no es la misma cosa para todos. Golpea mucho más fuertemente a los y las pobres. En términos de enfermedad, de muerte, pero también en términos de no tener para sobrevivir, para comer. En ese sentido me parece que crece una conciencia de la injusticia terrible que es desenmascarada por este virus.» (…)

La experiencia de los últimos días en los Estados Unidos, toda esta explosión de rabia, rabia antiracista, pero no solamente antiracista. Se va desbordando, También es una rabia en contra de la injusticia, en contra de Trump, de toda la hipocresía, de la falsedad de lo que se nos presenta. Entonces ¿qué hacer? tiene mucho que ver con que no sabemos, pero también está claro, es que esta explosión de rabia, como me contaba una persona que está en Nueva York, también tiene una base en muchos grupos pequeños locales en contra el racismo, grupos de solidaridad, grupos que crean jardines comunitarios, otras grietas en el tejido de la dominación. Me parece que es en la confluencia de todas estas pequeñas iniciativas y la explosión de rabia, donde está realmente la esperanza.» (…)

 

 

 

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