Murray Bookchin: La próxima revolución

Las Asambleas Populares y la promesa de la democracia directa

Los nueve ensayos de La próxima revolución representan el andamio teórico que Bookchin ideó para una sociedad igualitaria, basada en la democracia directa y ecológica, con un enfoque práctico sobre cómo construirla. Si algo caracterizó su vida fue el indomable inconformismo político e intelectual que esgrimió, sorteando tanto los fetichismos de la izquierda como la resignación que pretende imponer la aplastante realidad del capitalismo global.

Los trabajos que aquí se recogen fueron escritos entre 1992 y 2002, y en ellos el autor vuelve a mirar al futuro en busca de formas de autoorganización y transformación social que respondan al dilema «ecología o catástrofe»: una oportunidad para trascender las paralizantes jerarquías de género, raza, clase y nación.

Este libro analiza problemas como el del poder, los liderazgos o las diferencias entre la noción de Estado y la de institución, debatidas históricamente en los movimientos antagonistas y que necesariamente forman parte de sus contradicciones actuales. En definitiva, es el fruto de toda una vida de pensamiento y práctica política que cristalizó en un legado imprescindible para las luchas y las revoluciones que vendrán.

 

Prólogo

Sobre el futuro de la izquierda

Ursula K. Le Guin

 

«La izquierda», término significativo desde la Revolución francesa, adoptó una importancia más amplia tras el surgimiento del socialismo, el anarquismo y el comunismo. En sus inicios, la Revolución rusa instauró un Gobierno completamente de izquierdas; los movimientos de izquierda y derecha quebraron España en dos; los partidos democráticos en Europa y Norteamérica se dividieron en dos polos; los caricaturistas progresistas retrataban a sus oponentes como un gordo plutócrata con un habano, mientras los reaccionarios estadounidenses demonizaron, desde 1930 y durante toda la Guerra Fría, a la «izquierda comunista». La oposición izquierda/derecha, pese a que a menudo adolece de una simplificación excesiva, durante dos siglos fue muy útil para describir y recordar el equilibrio dinámico de la sociedad. En pleno siglo xxi seguimos usando estos términos, pero ¿qué queda de la izquierda? El fracaso del comunismo de Estado, la silenciosa consolidación de cierto grado de socialismo en los Gobiernos democráticos, y el implacable avance de la política derechista impulsada por el capitalismo corporativo, han hecho que parezca que gran parte del pensamiento progresista haya quedado anticuado, repetitivo o ilusorio. Las ideas de la izquierda están marginadas, sus objetivos fragmentados y su capacidad para unirse está en tela de juicio. En particular en Estados unidos, la deriva hacia la derecha ha sido tan fuerte que las posiciones progresistas más elementales cargan, actualmente, con el papel de espantajo terrorista que solía achacarse al anarquismo o al socialismo, de la misma manera que ahora los reaccionarios son considerados como los «moderados». Así que, en un país que no ha hecho más que quedarse tuerto del ojo izquierdo y que intenta usar solo su mano derecha, ¿qué espacio queda para Murray Bookchin, un viejo radical ambidiestro, que mira a través de ambos ojos? Creo que encontrará sus lectores. Hay muchas personas en busca de un pensamiento coherente y constructivo sobre el que basar sus prácticas y acciones, una búsqueda que resulta frustrante. Las aproximaciones teóricas que parecían prometedoras han acabado siendo, como bien muestra el Partido Libertario, un  dis fraz para los argumentos de Ayn Rand;1 las soluciones inmediatas y efectivas para los problemas acaban demostrando, como puede verse en el movimiento occupy, que carecen de estructura y capacidad para mantenerse a largo plazo. La gente joven, personas a las que esta sociedad engaña y traiciona descaradamente, buscan un pensamiento inteligente, realista y que se proyecte como alternativa a largo plazo. No quieren otra ideología disparatada y aleccionadora, sino una hipótesis de trabajo práctica, una metodología para retomar el control de nuestro destino. Lograr ese control, que transforme de manera profunda el conjunto de la sociedad, requerirá de una revolución tan poderosa como la fuerza que pretende canalizar.

Murray Bookchin era un experto en la revolución no violenta. Reflexionó durante toda su vida acerca de los cambios sociales radicales -en aquellos ya planteados y en los que no— y en cómo prepararse mejor para ellos. Esta nueva colección de sus ensayos trasciende sus experiencias personales y nos muestra el terrible futuro al que nos enfrentamos. Los lectores impacientes e idealistas puede que lo encuentren severo y, hasta cierto punto, incómodo, ya que no está dispuesto a que los sueños de finales felices eclipsen la realidad. Él no simpatiza con la pretensión de que la mera transgresión sea acción política por sí misma: «La “política” del desorden o el “caos creativo”, o la práctica ingenua de “tomar las calles” (que no suele ser más que un festival callejero), devuelve a sus participantes al comportamiento de una horda juvenil». Aunque es cierto que esto es más aplicable al Verano del Amor que al movimiento occupy, no deja de ser una advertencia a tener en cuenta en todo momento. Pero Bookchin no es un gruñón puritano. Se declaraba anarquista la primera vez que leí algo suyo y probablemente era el anarquista más elocuente y reflexivo de su generación, sin que haya perdido su sentido de amor por la libertad después de alejarse del anarquismo. Pero no quiere ver como esa alegría, esa libertad, se derrumba una vez más entre las ruinas a causa de su propia y eufórica irresponsabilidad. Por último, hay algo que todas las corrientes de pensamiento político y social se han visto abocadas a confrontar: la irreversible degradación del medioambiente causada por el descontrolado capitalismo industrial, una terrible realidad que la ciencia lleva cincuenta años intentando que veamos, mientras que la tecnología nos ofrecía distracciones cada vez mayores. Todos los beneficios que la industrialización y el capitalismo nos han brindado, todos los maravillosos progresos en conocimiento, salud, comunicación y confort, arrojan esa misma sombra. Todo lo que tenemos lo hemos obtenido de la tierra; y, además de hacerlo cada vez más rápida y avariciosamente, lo poco que le devolvemos o está envenenado o es estéril. Pero no podemos detener el proceso. una economía capitalista, por definición, vive del crecimiento. Como observa Bookchin, «para el capitalismo desistir de su expansión irracional sería cometer su suicidio social» y, por tanto, hemos escogido, en esencia, el cáncer como nuestro modelo de sistema social.

El imperativo capitalista de crecimiento o muerte está en abierta contradicción con el imperativo ecológico de la interdependencia y los límites. Ambos imperativos no pueden seguir coexistiendo; como tampoco puede tener esperanza alguna una sociedad fundada en el mito de que puedan ser reconciliados. O establecemos una sociedad ecológica o la sociedad se hundirá para todo el mundo, con indiferencia del estrato social al que pertenezcamos.

Murray Bookchin pasó una vida oponiéndose al rapaz ethos capitalista de crecimiento o muerte. Los nueve ensayos de La próxima revolución representan la culminación de esa labor: el andamio teórico para una sociedad igualitaria, basada en la democracia directa y ecológica, con un enfoque práctico sobre cómo construirla. Realiza un análisis crítico de los fracasos pasados de los movimientos de lucha social, revive la promesa de la democracia directa y, en el último ensayo, nos dibuja un bosquejo esperanzador de cómo podríamos convertir la crisis medioambiental en un momento de auténtica elección: una oportunidad para trascender las paralizantes jerarquías de género, raza, clase y nación; una oportunidad para encontrar una cura radical para el mal radical que envenena nuestro sistema social. Su lectura me ha emocionado y me he sentido tan agradecida como siempre que lo he leído. Es un auténtico hijo de la Ilustración por su respeto por las ideas claras y la responsabilidad moral y en su búsqueda honesta e inflexible de una esperanza realista.

(2015)

Murray Boochkin: La próxima revolución
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