El problema no es Trump, sino el sistema que lo produjo

Entrevista a Arundhati Roy, escritora y activista india.

“Cómo contar una historia fragmentada convirtiéndose lentamente en todo el mundo. No, convirtiéndose lentamente en todo”. Esa es la línea que se me quedó grabada de The Ministry of Utmost Happiness (El ministerio de la máxima felicidad), el último libro de una de nuestras invitadas favoritas, Arundhati Roy. La fortaleza de Roy como escritora es tejer muchas historias en un solo tejido, sin diluir la integridad de esas historias. He hablado a menudo con ella de sus escritos sobre el capitalismo, el nacionalismo, la solidaridad y la resistencia. En esta conversación volveremos a hablar de todas ellas, y visitaremos su nueva novela con la violencia contra los musulmanes y los cambios vividos en su país natal, India, como telón de fondo.

Me preocupa que en Estados Unidos, como aludes, nos volvamos insensibles, se nos enturbie la visión, el pensamiento, porque se nos vienen muchas cosas encima en todo momento. ¿Dónde crees que estamos?

La gente pasa mucho tiempo burlándose de Trump o esperando a que sea destituido. Y el peligro con ese tipo de obsesión con una sola persona es que no se ve el sistema que lo produjo. No ves que, obviamente, hubo algo en esos ocho años de la presidencia de Obama que creó a Trump, y si seguimos obsesionados con esa persona… ¿qué pasaría si no estuviera aquí mañana y viniera Mike Pence [vicepresidente de EE UU]? ¿Sería mejor? Cuando ahora pienso en la devastación que asola el mundo, la simple verdad es que las economías de Europa y Estados Unidos solo pueden funcionar vendiendo las armas que fabrican.

Para mantener esa economía en marcha, se necesita un mundo en guerra o a punto de ir a la guerra. Mira lo que ha ocurrido desde el 11 de septiembre. ¿Cuántos países han sido destruidos? Europa ahora es un caos, también debido a los refugiados. Pero, ¿qué es lo que lo está creando? ¿Cómo es posible creer continuamente que se puede desestabilizar país tras país y que de ello va a salir algo bueno?

¿Está la India desestabilizándose o estabilizándose de manera alarmante?

Es difícil de decir. Este año va a ser muy importante aquí.

Hace dos años Modi apareció en la televisión a las 22 hs. y anunció que el 80% de la moneda india era ilegal desde la mañana siguiente. Eso fue como coger un bate de béisbol y romperle la columna vertebral a cada ciudadano

¿Y eso?
Porque las elecciones son el próximo mayo. Nos encontramos con que el objetivo, desde 1925, de los nacionalistas hindúes se alcanzó en 2014, cuando Narendra Modi llegó al poder con mayoría absoluta. En cierto modo agradecí la mayoría absoluta, porque no habría a nadie más a quien culpar. Y ahora no hay nadie más a quien culpar por el caos que se ha desatado. Pero, una vez más, tenemos que encontrar maneras de mantener nuestra comprensión de lo que está sucediendo. Hace dos años Modi apareció en la televisión a las 22 hs. y anunció que el 80% de la moneda india era ilegal desde la mañana siguiente. Eso fue como coger un bate de béisbol y romperle la columna vertebral a cada ciudadano.

Lo llamaron “desmonetización”.

Correcto. Nosotros ni siquiera tenemos una palabra para eso. Pero cuando se hizo ese anuncio, independientemente de las implicaciones económicas, Modi mandó un mensaje diciendo: “Puedo controlarte en todos los aspectos, a cada uno de vosotros”. Ahora hay otra medida que están tratando de introducir en la legislación, la llamada tarjeta de Aadhaar, donde la información privada de cada ciudadano, la biométrica, todo ello, se unifica. Ahora, como sabes, estas bases de datos están siendo pirateadas. La información privada de la gente está siendo comprada y vendida. La información es oro ahora. Es una forma de vigilancia y control que está ahí para siempre. Una vez que la tienen, no puedes volver atrás.

La única manera de que Modi vuelva a ganar las elecciones es creando una enorme lucha comunitaria entre hindúes y musulmanes o una guerra limitada con Pakistán

Estas cosas son incomprensibles. Ahora tienes todos los nuevos medios de comunicación. Ni siquiera estoy hablando de Facebook, ni siquiera estoy hablando de Twitter. Estoy hablando de WhatsApp, que está muy implantado en la India. Y ahora tenemos este tipo de granjas de WhatsApp en las que se envían deliberadamente noticias falsas, vídeos falsos e imágenes destinadas a crear conflictividad entre comunidades. Así que ahora tienes una situación en la que la única manera de que Modi vuelva a ganar las elecciones es creando una enorme lucha comunitaria entre hindúes y musulmanes. O lo que ellos llaman una guerra limitada con Pakistán. Como sabes, ambos son ahora vecinos nucleares. Pero la forma sistemática de administración del odio, un manifiesto de odio, es la base de estas personas.

También nos lo preguntamos aquí en Estados Unidos. Una vez que ese odio ha sido desatado, si Modi no es elegido o no consigue una mayoría absoluta en 2019… ¿significaría el final del odio? Recientemente en India una niña de ocho años fue secuestrada, violada y asesinada. Podemos hablar de quién lo hizo, etcétera, pero ¿qué es lo que la mató?

Lo que pasa es que hay muchos tipos diferentes de violación. Puede que haya un grupo de violadores que matan a un niño, pero después ¿hay grandes procesiones de personas que los apoyan? ¿Demandan que sean liberados o que la investigación no continúe o que la investigación sea entregada a personas de ‘confianza’ de la comunidad?

Como ocurrió en este caso.

Sí, como ocurrió en este caso, y como sigue ocurriendo. Una especie de gurú llamado Asaram Bapu fue arrestado por violación. Hubo protestas masivas a su favor. Fue condenado. Tuvo que haber alertas de seguridad en tres Estados porque ahora la cuestión era que gente le apoyaba. No es solo que una comunidad viole y la otra no. No es eso. Estoy hablando del apoyo público que sale a la luz. Y luego hay una especie de elemento ritualista, casi satánico. No se trata solo de violar y matar, sino que hay algo tan terrible en ello que te preguntas, ¿qué es?, ¿qué es? Y lo lees. Quiero decir que ella es una niña, pero ahora está pasando en todas partes. Y a veces me pregunto, ¿es esto algo que requiere el sacrificio de la cosa más hermosa, que es una niña pequeña? ¿Hay algo más que la simple lujuria carnal y la brutalidad?

En los últimos 20 años he pasado tiempo en lo que la gente consideraría los lugares más oscuros y sin esperanza, pero no han sido oscuros y sin esperanza. Hay gente enfrentándose a ello

¿Hay algo más?

No lo sé. Porque vivimos en este mundo de feudalismo y de toda clase de creencias extrañas. No lo sé. Realmente no lo sé. No sé cómo pensar en ello. Ninguno de nosotros lo sabe. Todos somos incapaces de entender cómo se ha llegado a esto.

Salvo tú, que puedes hablar de ello, porque todo este libro eres tú hablando de ello.

Cierto, soy yo pensando en ello, de luto por ello, y luego descubriendo cuánta belleza existe aún en los lugares más tristes. Cuánta fuerza y poder sigue existiendo. En los últimos 20 años he pasado tiempo en lo que la gente consideraría los lugares más oscuros y sin esperanza, pero no han sido oscuros y sin esperanza. Hay gente enfrentándose a ello, luchando contra ello, hablando en contra. Y no me refiero de una manera superficial con eslóganes, sino como una forma de vida. Como un entendimiento profundo y denso con la poesía y la música.

Cada una de estas cosas tiene una historia tan profunda. Los poetas que la gente común en el libro recita, ama y a cuyos santuarios va, para poner flores. Miras el poder de eso. La gente no olvida a sus poetas, por mucha violencia que se cometa.

Si pensamos que derrotando a Modi o destituyendo a Trump las cosas van a estar bien, tendremos que tomar algo de yodo extra cada noche

¿Es eso lo que te trajo de vuelta a la ficción?

Lo que me devolvió a la ficción fue que me había convertido, como sigo diciendo, en una roca sedimentaria. Tengo estas capas y capas de mirar las cosas. En la no ficción, he discutido, he luchado, me he vuelto loca a mí misma y a otras personas. Pero su complejidad —el humor, el amor, el inconformismo, la poesía— todo eso se acumulaba también. Lo he estado escribiendo durante diez años. No me interesaba escribir solo sobre una clase en particular. Sobre todo este océano de lenguas, creencias, religiones, intimidades y anarquías. El hecho es que nos enfrentamos al mayoritarismo, que en realidad está al borde del fascismo —no del fascismo europeo, nuestra propia variedad—. Sin embargo, India es una tierra de minorías. Una tierra cuyo pueblo está dividido formalmente en castas, religiones y etnias. La gente mira a India y piensa que es arcaica, pero la sociedad vive en una red. Este libro trata de personas que de alguna manera están fuera de la red y a través de ese estar fuera de la red, iluminas la red y la miras, te preguntas acerca de ella.

Tal vez ponemos nuestra esperanza en los lugares equivocados. ¿Estamos equivocados al poner nuestra esperanza en la democracia, en las elecciones?

Bueno, en este momento no soy de esa opinión, aunque he sido una de esas personas que ha dicho en todo este tiempo que hay poca diferencia entre los distintos partidos políticos. Pero, hoy en día, en India nos enfrentamos a una situación en la que si el Bharatiya Janata Party [del primer ministro Modi] regresa en 2019, no creo que quede nada de lo que pensábamos. Con todos sus defectos, no es que vayas a votar por un amigo, sino solo por el enemigo que quieres tener. Así que no creo que podamos permitirnos el lujo de dejar ningún espacio sin cuestionar y sin disputar, incluidas las elecciones. Pero si pensamos que derrotando a Modi o destituyendo a Trump las cosas van a estar bien, tendremos que tomar algo de yodo extra cada noche.

Fuente en castellano: El salto

Fuente original: truthout.org

 

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