Agrietar (un poco) el aislamiento

El aislamiento forzoso impuesto por los Estados como recurso casi exclusivo para enfrentar el avance de la pandemia de COVID-19 nos obliga a buscar formas de encuentro y de diálogo en medio de la cuarentena. Aunque hoy en día el capitalismo utiliza las plataformas y espacios digitales fundamentalmente para imponer la metodología explotadora del teletrabajo, uno de los más indignos sometimientos al sistema, la utilización de estos recursos para realizar encuentros entre compañeros que no pueden reunirse físicamente no es algo nuevo y, en los hechos, han sido utilizadas en muchas oportunidades por los insumisos y rebeldes antes de la llegada del coronavirus. En 2013, por ejemplo, los zapatistas del EZLN las utilizaron, un poco rudimentariamente, para la participación en la Escuelita Zapatista de aquellos que deseaban participar y no pudieron concurrir a Chiapas. En estos días, somos muchos los que buscamos resquicios en el aislamiento forzoso y la dispersión obligatoria, para conversar, estudiar o pensar juntos. El pasado 4 de abril, algunos de nosotros, compañeros y compañeras autonomistas, libertarios y anticapitalistas de la ciudad de Buenos Aires, realizamos un segundo encuentro por esas vías digitales. El texto utilizado como disparador del diálogo en esa oportunidad fue “Política anticapitalista en tiempo de coronavirus” de David Harvey. Lo que sigue es un punteo realizado sobre algunas de las intervenciones. 

 

  • Es importante el segundo nivel del que habla Harvey, en el incorpora a los movimientos sociales como parte de la crisis. Es central también la cuestión de la reducción del tiempo de facturación que tiende a cero, como en el turismo.

  • El aislamiento que se impuso está destinado a sectores sociales que pueden hacerlo, pero el aislamiento es un privilegio de clase, para la mayoría de las personas no están dadas las condiciones edilicias, ni de conectividad para poder sostenerlo.

  • Todas las crisis afectan en mayor medida a los desposeídos, no ésta en particular. Aunque el Estado quiera atender a los más necesitados la propia estructura del sistema es ineficiente para esto sostenerlo a mediano plazo.

  • El COVID-19 es producto de la propia inhumanidad del capital, de la alteración del medioambiente. No se puede separar el COVID-19 y la crisis económica, ya que tiene su origen en el uso capitalista de la naturaleza. La globalización rápida del COVID-19 hay que ligarla a que la globalización económica también es muy rápida.

  • ¿Cómo llegar a romper el aislamiento? Este tipo comunicación que estamos haciendo ahora por medio de internet también se podría ver como una cuestión de clase, no todos tienen acceso. ¿Cómo hacemos para romperlo un poco más?

  • Cualquiera puede dar de comer, pero el Estado manda al ejército.

  • Las luchas se han replegado, pero estamos en un momento de la historia en donde no se vuelve atrás, que se parece mucho al período de entreguerras (1929) y la aparición del fascismo. Y lo que hay que tener en cuenta que la crisis se resolvió recién con la segunda guerra mundial y decenas de millones de muertos.

  • Aunque también va a existir una disputa intracapitalista para ver quién se queda con la plusvalía entre los diferentes sectores. Pierde el turismo, pero ¿quién va a ganar? ¿Quién se va a quedar con la parte de la plusvalía social que este se quedaba?

  • No es lo mismo que la pandemia suceda en los EEUU que si el virus entra en la India o Pakistán. Hay una posibilidad que está reestructuración del capital implique la destrucción de pequeños capitales y también de un importante número de seres humanos.

  • No es que no haya luchas en el mundo, han existido saqueos en Italia y en México, por ejemplo.

  • Se abre una oportunidad, no va a ser lo mismo que el 2001 en la Argentina, ni Oaxaca, ni la Comuna de París. Pero va a ocurrir una crisis económica enorme, una desocupación enorme, sólo pensar la destrucción de empleos en el sector de turismo hoy en día es suficiente.

  • Vemos la pandemia como expresión y una aceleración de la crisis, también podemos llegar a pensar que se pueden abrir algunas fisuras en el sistema de control. El control es como una tapa a presión. El capitalismo tiene miedo, miedo de una crisis definitiva.

  • Muchos Estados aparecen ahora como más favorecidos, pero si el aislamiento se prolonga en el tiempo se van a producir estallidos, porque hay gente que va a necesitar urgentemente salir a la calle para sobrevivir.

  • Lo que aparece como un fortalecimiento del Estado, luego va a comenzar a generar fisuras. Tenemos que saber identificarlas para profundizarlas y crear otra forma de vida al mismo tiempo.

  • ¿Cómo hacemos para vivir sin el capitalismo?

  • Al tener una distancia física con el trabajo aparecen resquicios que antes no había.

  • Estas nuevas formas de educación a distancia permiten boicotear el sistema escolar. Hoy me contaron una anécdota graciosa relacionada con esto. Una profesora quiso dar clase virtual a las siete de la mañana, los pibes programaron la conexión automáticamente para poder seguir durmiendo y que la profe no se diera cuenta.

  • Se abre la posibilidad de pensar una educación desescolarizada como la planteaba Ivan Illich. Otra cuestión es el trabajo, todo el sector formal encuentra que tiene tiempo para hacer otra cosa, que el trabajo no es lo más importante en la vida. Lo mismo sucede con el uso transporte público que tiene que ver con las grandes ciudades y con el sistema capitalista.

  • Hay que pensar el pos-aislamiento.

  • El COVID-19 vino a tapar la crisis económica. Pero va a haber una gran disputa. Habría que referenciarse en formas cooperativas, visibilizarlas.

  • Posiblemente se abra un período de lucha. ¿Podrían organizarse comités barriales de salud? ¿Herramientas de salud alternativas y también la autodefensa?

  • En toda insumisión vienen mezcladas las cosas. No hay sujeto limpio, no hay sujeto puro, sin embargo la fuerza del movimiento puede ser superior a nuestras fuerzas. La lucha también se plantea a gran escala.

  • Se hace necesario discutir cómo horizontalizamos todas las cosas. Cómo producimos sin dinero.

  • Hay que dejar de pensarnos en la ciudad. Ir hacia el campo, tomar terrenos, tierra física, no seguir pensando la revolución como la toma de las fábricas.

  • También pensar en grupos que funcionen en forma autónoma y que se articulen libremente.

  • El cambio no va a estar en construir un “arca” como propone Raúl Zibechi, donde “se salven” algunos elegidos. Se hace necesario pensar a escala de la humanidad.

  • El sistema siempre busca su reacomodamiento, la lucha siempre es de los dos lados. Por un lado, la búsqueda del incremento de las fisuras desde las insumisiones, por otro lado el capital con sus movimientos para cerrarlas. Eso es lucha de clases.

  • Los cambios tienen que hacerse donde uno esté. No es un tema de oposición entre campo/ciudad.

  • Es necesario generar redes, grupos con diferentes pensamientos que estén conectados en una resistencia en red. Autoorganizaciones territoriales.

 

Agrietar (un poco) el aislamiento

 

 

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