Comuna(s), 1870-1871: Una travesía de los mundos del siglo XIX

 

Quentin Deluermoz

 

Proponer un nuevo libro sobre la Comuna de París podrá parecer extraño, una bibliografía de títulos dedicados a este acontecimiento en 2006 reúne no menos de 600 páginas y 5000 entradas en las lenguas francesa, alemana o inglesa (1). Por otra parte, lo esencial parece haber estado dicho desde los trabajos de Jacques Rougerie, Robert Tombs o también de John Merriman.  

Este libro parte de esas adquisiciones, pero agrega tres perspectivas que permiten responder a cuestiones que habían quedado abiertas.

a) Comenzando por un estudio interdisciplinario (histórico, sociológico y antropológico) “desde abajo” de esos momentos de crisis políticas y revoluciones. Se enfoca en varias experiencias comunales, varias de ellas poco conocidas como la corta Comuna de los couteliers de Thiers (Puy-de-Dôme), o inclusive la de Argel, que más se estudia en este libro. París, marcado por una forma durable de autogobierno municipal es el objeto de la encuesta principal. Faltaba un estudio a escala callejera y de los barrios: el libro propone un análisis de la situación en diferentes barrios de la capital a partir, especialmente, de archivos aún inexplorados como los de los comisarios de la policía de la Comuna. Se agrega a continuación un análisis del tiempo: la de los regímenes de historicidad en el París comunal. Es escrutada por primera vez la manera en que los comuneros viven el tiempo y se inscriben en la historia, especialmente en el tiempo revolucionario marcado por  1789, 1830, 1848, así como los conflictos en el espacio parisino entre varias maneras de habitar ese tiempo. En fin, se  aborda la cuestión más delicada de la experiencia de la Comuna en las dinámicas históricas más generales. Se conoce la expresión clásica según la cual la Comuna sería “el crepúsculo de las revoluciones del siglo XIX y el alba de las revoluciones modernas”. Un capítulo experimental explora, contra esta lectura teleológica, la sobreposición de multiples temporalidades en las cuales toma lugar el acontecimiento parisino: la temporalidad corta de la coyuntura militar, las más lentas de las transformaciones de la capital y de los mundos obreros, aquella cíclica de las resurgencias revolucionarias y, aquella de larga duración de las resistencias populares (remontándose a las “Comunas” medievales). Yendo más lejos, la obra interroga también a partir de los trabajos de antropología política (D. Graeber, M. Sahlins, M. Godelier) la profundidad de esta experiencia democrática que sus actores llaman “verdadera”. Esta lectura también nos ayuda a comprender mejor una paradoja: porqué la Comuna es a la vez un experiencia muy corta (dura 72 días y sus realizaciones son mínimas), y al mismo tiempo es un acontecimiento profundo y cargado de significado.

b) El otro aporte más visible de la obra deriva de la adopción de una perspectiva transnacional, imperial y global, nutrida de archivos franceses, americanos, españoles e ingleses. Ampliamente practicada para otras revoluciones de los siglos XVIII a XX, esta perspectiva faltaba para 1871. Contrariamente a 1848, la Comuna, e incluso las Comunas, no dieron lugar a una ola revolucionaria. Sin embargo, un acontecimiento revolucionario ocurrido en un París entonces considerado a la vez como capital de la “modernidad” y capital de las “revoluciones” necesariamente iba a tener una dimensión más amplia. Por eso viene estudiado el movimiento de los voluntarios internacionales que llegan a Francia en ocasión de la guerra de 1870 y de la Comuna, así como el medio de los Internacionalistas y los refugiados polacos, irlandeses, italianos parisinos. Sigue un estudio inédito, gracias a los archivos diplomáticos, del impacto del acontecimiento en el conjunto del Imperio francés, con una mirada particular hacia China y una vez más hacia Argelia. Se demuestra en especial la ligazón que hay entre la rebelión parisina, la Comuna de Argel y la insurrección kabyle de 1871 (la más grande del siglo para Argelia). El estudio estadístico de los archivos Reuters y la síntesis de muchos trabajos (especialmente sobre Estados Unidos, España, Rumania y México) muestra finalmente la amplitud excepcional de la mediatización de la Comuna, que es seguida desde Bolivia hasta Australia pasando por los Estados Unidos y Europa. Las dinámicas locales y los efectos de reinterpretación o de desconocimiento son, en cada caso, precisados. Esta distorsión entre escalas diferentes se revela como una dimensión esencial de ese “momento Comunal” de escala global. 

c) La última parte adopta las mismas perspectivas para el fin de la Comuna y sus consecuencias. Después de recordar la situación francesa, se propone por primera vez a esta escala una encuesta sobre las reacciones mediáticas frente a la “semana sangrienta” y la manera en la cual, dentro de ese torrente de palabras, se organiza poco a poco una figura monstruosa de la Comuna, cuyos rasgos van a perdurar mucho tiempo. Sigue el estudio de las reacciones internacionales y nacionales frente al acontecimiento, así como las medidas de vigilancia y de control puestas en obra: muestran la afirmación, en reacción al acontecimiento, de un orden internacional liberal (en el sentido del siglo XIX) que tiene que ser estudiado. Concierne prioritariamente al espacio europeo, atlántico, pero también a los imperios coloniales. La obra se concluye con el examen, a partir de muchos trabajos, de las apropiaciones de la idea comunal (en Alemania, Inglaterra, Italia, España, Estados Unidos, Brasil, México, etc.) entre 1871 y 1880. Eso nos recuerda que la Comuna juega efectivamente un papel decisivo en el debate entre Marx y Bakunin y la reconstrucción de los movimientos obreros después de 1880. Pero muestra sobre todo la diversidad de los usos de los cuales la Comuna fue objeto, haciéndose eco del asociacionismo, del federalismo, del cantonalismo (en España), de los republicanos, de los demócratas, de la descentralización, de la defensa de las libertades locales… La Comuna, en esta nueva lectura, aparece como un momento de puesta en conexión del “radicalismo global” de los años 1860 (Ilham Khuri-Makdisi). Estos resultados explican porqué la importancia posterior de la Comuna no podría reducirse a su reinvención por la Rusia soviética de los años 1920-1970, como fue dicho. Si siempre ha escapado a la relectura más ortodoxa, es porque sus usos eran ya globales y diversos. Por lo mismo, se comprende mejor porqué su memoria viva vuelve hoy en día, después de la caída de la Unión Soviética (aún si el comunismo le ha aportado una evidencia y una estructuración ideológica específica); y porqué ella adquiere ahora un nuevo sentido en el marco de la resistencia a las nuevas formas de gobernanza política y económica, de ocupación de las plazas urbanas o de construcción de territorios alternativos. De esta manera, este trabajo contribuye a comprender cómo la idea de “Comuna” puede atravesar los tiempos.

Esto trae algunas conclusiones nuevas.

Tratándose de la Comuna: la obra propone elementos de respuesta para explicar por qué este acontecimiento tan corto pudo tener tal impacto en los siglos XIX y XX:  si bien ha sido breve, también ha sido inmediatamente un acontecimiento profundo y simbólicamente impactante y global.

Tratándose del método: la obra propone una historia social, política y antropológica que va de lo local a lo global. Durante mucho tiempo, la Comuna tomó sentido habiéndose insertado en un “gran relato”, el del movimiento obrero y el de la República en Francia. Aquí, al contrario, se trata de restituirle su espesor carnal, de seguir las temporalidades y los espacios en los que está inscripta o que produce por dejar que “exprese” sus singularidades.

Para el estudio de las revoluciones y la “modernidad”: el libro trae a la Comuna como un lugar de interrogación sobre el fenómeno revolucionario y el orden social y político. Porque evidentemente continúa cuestionándonos sobre esta modernidad de la cual nosotros surgimos y sigue interrogando las relaciones de poder que nos atraviesan.

25 de noviembre de 2020

 

Nota: (1)  Robert Le Quillec, Bibliographie critique de la Commune de Paris, Paris, la boutique de l’histoire, 2006.

 


Quentin Deluermoz es profesor de historia de la Universidad de París. Dedica sus investigaciones a la historia social y cultural de los órdenes y desordenes en el siglo XIX (en Francia, Europa y los Imperios).

Publicó con P. Singaravelou, Hacia una historia de los posibles. Análisis contrafactuales y futuros no acontecidos, SB Editorial, 2018 ; El Crepúsculo de las revoluciones 1848-1871, Paris, Seuil, 2014; Policías en la ciudad. La construcción de un orden público en París (1854-1914), Paris, Ediciones de la Sorbonne, 2012. Igualmente es corredactor en jefe de la revista Sensibilités, Histoire, critique et sciences sociales.

 

Comuna(s), 1870-1871: Una travesía de los mundos del siglo XIX

 


Traducción, Marita Yulita; transcripción, Lucía Contartese; revisión, Jérôme Baschet.


 

 

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