Gustavo Esteva: Canción de Zapata vivo

Porque apenas fue principio / de lo que luego pasó.

Porque hoy lo siguen como antes / los que ayer él levantó.

Porque su lucha prosigue. / Porque nunca terminó.

Porque hoy cada campesino / la calienta bajo el sol.

Por eso vengo a cantarles / esta nueva novedad:

y es que Zapata está vivo / y esta es la pura verdad.

Gustavo Esteva Canciòn de ZapataRenace periódicamente el rumor, que unos creen de verdad y otros deciden creer: Zapata cabalga de nuevo. No lo hace en el magnífico alazán, el As de Oros, que le regaló Guajardo en el primer día de la emboscada y en el que montaba cuando acudió a la cita. Cabalga en su gran caballo blanco, el que tanto quería. A veces, dicen viejos campesinos, se le puede ver cuando se levanta de madrugada con el sol de la montaña.

No invoco aquí la leyenda y el mito. Apelo al símbolo para mostrar la notable vitalidad del zapatismo, que es hoy sedimento de experiencia acumulado a lo largo de cien años que se extiende por todas partes, renovado y múltiple. Tiene aún su sentido original, el que le dio su primera forma, pero tiene también un nuevo sentido. Ambas modalidades, la de ayer y la de ahora, alumbran un mundo nuevo, cuando intentamos cavar la tumba de la era atroz que nos ha tocado vivir.

La recuperación de los ejidos

Hace cien años los pueblos se levantaron para recuperar sus ‘ejidos’: ésta fue la convocatoria original, la que los puso en marcha. La palabra tenía en ellos una resonancia muy distinta a la que hoy produce. Es útil verla en la perspectiva de aquel tiempo.

Los españoles no tenían palabras para referirse a los diversos y complejos regímenes de vida comunal que encontraron y no podían entender. Les llamaron ‘ejidos’, la palabra que en la España del siglo XVI designaba el terreno ‘a la salida de los pueblos’ que los campesinos usaban en común. (‘Ejido’ viene de exitus, salida). A lo largo de todo el periodo colonial tanto la legislación como las prácticas se refieren aún a los terrenos que están ‘a la salida de los pueblos’, a los que se refiere la Cédula Real de 1573, pero en realidad abarcaban todo el asentamiento. Cuando los pueblos indios empezaron a dirigirse a la Corona Española para recuperar lo suyo utilizaron la etiqueta que los invasores habían puesto a sus maneras de vivir y gobernarse. Se convirtió así en la definición en lengua española de sus propias maneras de existir. La necesidad de la Corona Española de proteger a los pueblos para asegurarse el abasto de alimentos y mano de obra, y la continua lucha de éstos para defender lo propio, hicieron posible que muchos ‘ejidos’ recuperaran la capacidad de subsistencia autónoma que habían estado perdiendo por la explotación despiadada a que se les sometía.

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Nota:

Pilar Pellicer cantó por primera vez la Canción de Zapata Vivo (música de La Tribu, letra de Gustavo Esteva) el 8 de agosto de 1978, el centésimo aniversario del nacimiento de Zapata, en Cuautla, Morelos. Fue un evento del que tuvo que salir corriendo Antonio Toledo Corro, el latifundista norteño que era entonces Secretario de Reforma Agraria. Estaba ahí Mateo Zapata, el hijo póstumo de Emiliano, y pidió que repitieran tres veces el corrido, a pesar de que sus 65 cuartetas tardan más de 15 minutos. Hombre parco al hablar, Mateo tenía un efecto mágico en las audiencias campesinas en que se presentaba. Y lo hacía para impulsar un programa de lucha, que incluía la creación de una nueva organización campesina. La Canción recoge ese programa de lucha, claramente fechado.

Artículo enviado por el autor, publicado en Voz de la tribu

 

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