Retos ante la configuración política y social en 2018

¿La Esperanza de México? *

1. La esperanza de México. Estamos a una semana de la toma de posesión de AMLO. La esperanza de que por fin, por fin, por fin haya un cambio, que se acabe con el desplome social del país. Fue un triunfo electoral impresionante, con más de 30 millones de votos. Me imagino que muchos, probablemente la mayoría, de ustedes votaron por AMLO.

No fue simplemente la elección, sino la culminación de muchos años de lucha de todo tipo, el hartazgo creciente pero también la confianza creciente de que por fin algo podría cambiar. El resultado fue expresión de la fuerza de la esperanza, de muchas esperanzas distintas y relacionadas que ahora están concentradas en el nuevo gobierno. Nos prometen la Cuarta Transformación: el fin de la corrupción, menos pobreza, menos desigualdad, un sistema menos autoritario, reducción de la violencia, rescate al campo, becas para jóvenes, pensiones para ancianos y mucho más.

Ya hemos visto algunos pasos que parecen dar sustento a esta interpretación: la reunión con la CNTE y la decisión de abandonar la construcción del nuevo aeropuerto en Texcoco son los más obvios.

2. Por otro lado, tenemos una interpretación muy distinta, articulada en primer línea por los zapatistas, en los discursos de Moisés y Galeano el 5 de agosto de este año y desarrollada después en el documento titulado “300”. Según ellos, la toma de posesión de AMLO es simplemente un cambio de capataz en la finca mundial del capital. Como cualquier gobierno, el nuevo gobierno va a seguir siendo el sirviente del capital, es decir el capataz que impone la disciplina del gran señor. “Las temporalidades del gobierno esconden la permanencia de un sistema de dominación, o sea pueden cambiar los gobiernos, pero si el sistema de dominación se mantiene, o sea la finca, el modelo de la finca, no importa que cambie el capataz. No sabemos ustedes si quieren un capataz bueno o un capataz malo, nosotros no queremos ningún capataz.”

En la transición ya hemos visto también muchos indicios que apoyan esta interpretación: la posición de Alfonso Romo, el nombramiento de los empresarios al consejo de asesores hace unos días, la preocupación constante de asegurar a los capitalistas que no va a haber ningún cambio radical en contra de sus intereses, el proyecto de crear la Guardia Nacional. Hasta ahora no hay ninguna indicación de un cambio radical en la política económica.

3. Dos interpretaciones radicalmente distintas de lo que está pasando. Dos interpretaciones incompatibles, dos interpretaciones, además, que surgen de la izquierda en su sentido amplio. Dos interpretaciones que seguro están presentes en este salón y en cada departamento de sociología en el país. AMLO como esperanza, AMLO como nuevo capataz de la finca capitalista.

¿Cómo pensar todo eso? Es una discusión inevitable, importante. Una discusión con un trasfondo sombrío, el trasfondo de la desilusión posible y sus consecuencias. Trump y sobre todo Bolsonaro son advertencias de lo que la desilusión con un gobierno reformista puede producir. No simplemente regreso a lo mismo, sino algo mucho más violento, mucho más autoritario.

4. Es interesante que Galeano y Moisés introducen su análisis de la situación actual con una consideración de método: “Vamos a empezar a explicar cuál es nuestro modo para hacer análisis y valoraciones. Nosotros empezamos por analizar qué pasa en el mundo, luego nos bajamos a qué pasa en el continente, luego nos bajamos a qué pasa en el país, luego la región y luego lo local, y de ahí sacamos una iniciativa que empezamos a subir de lo local, a lo regional, a lo nacional, al continente y al mundo entero.”

Aquí decidí empezar de otra forma, con la fuerza de la esperanza que viene desde abajo. Con nosotra/os, con nuestro hartazgo, con nuestras luchas, con nuestro deseo de cambiar la vida, cambiar el mundo. Con esta esperanza que parece que por fin haya encontrado un eco en el sistema político.

Empezar desde abajo, desde abajo y a la izquierda (porque asumo que toda/os (o casi) venimos de ahí). Empezar desde abajo y a la izquierda es declarar una orientación, una simpatía. Queremos un mundo mejor y simpatizamos con los movimientos que luchan por la justicia, por el respeto al medio ambiente, etc. En años recientes mucha/os estudiantes han decidido enfocar sus análisis en estos movimientos: movimientos sociales, o en comunidades.

Pero hay una ambivalencia en estos estudios y en estos movimientos. En la concentración en el “desde abajo” se pierde de vista el otro lado. Si este “abajo” está abajo, es porque hay un arriba que lo está atacando, reprimiendo, explotando. Si no nos enfocamos en este arriba que está atacando, llegamos a un análisis que ve en las injusticias simplemente anomalías del sistema que se pueden y se deben corregir. Si no analizamos también el otro lado, el arriba, llegamos a una imagen de una sociedad que es básicamente armoniosa, donde la meta tiene que ser la reconciliación.

Entonces hay dos maneras de pensar desde abajo. Una manera es la que acabo de mencionar, la otra es un “desde abajo contra”, donde el antagonismo está en el centro. El término “movimientos sociales” no habla de este “contra”, no coloca el antagonismo en el centro del análisis. Más que eso, esconde o marginaliza la cuestión del antagonismo, de un antagonismo estructural y de esta manera da sustento a la idea de una sociedad potencialmente reconciliable. Claro que es contradictorio, porque en realidad cualquier estudio de un movimiento como las resistencias contra presas o minas o contra la contaminación de los ríos, o como las caravanas actuales de los migrantes nos lleva a la conclusión de que sí hay un enemigo, un enemigo sistemático que es el capital o el dinero. El problema es que el término de “movimientos sociales” marginaliza esta consideración crucial. Si vemos estos movimientos no como “movimientos sociales” sino como “movimientos de resistencia y rebeldía”, entonces colocamos el antagonismo en el centro de nuestra visión del mundo.

En la situación actual, la distinción es muy importante, porque el triunfo electoral de AMLO refleja la fuerza de estos movimientos desde abajo, pero la ideología del nuevo gobierno es una ideología de movimientos sociales, una ideología que niega la existencia de un antagonismo social fundamental, es decir de reconciliación y amor.

Obviamente reconciliación y amor suenan maravillosos, es lo que todos queremos ver, es lo que todos añoramos en esta sociedad tan violenta. El problema con eso es que es difícil que la reconciliación y el amor funcionen en un mundo que está basado en un antagonismo central. Existe el peligro de que esta ideología se vaya convirtiendo en una mentira cada vez más cínica.

Sí hay que empezar desde abajo, pero es un abajo-contra, es un abajo antagónico. Los llamados “movimientos sociales” son movimientos de resistencia-y-rebeldía. Resistencia contra una agresión constante, rebeldía contra la dinámica de un mundo que nos está destruyendo. Esta dinámica tiene un nombre: es el capital, o el dinero. Sin un concepto del capital como antagonismo estructurante central, no podemos avanzar muy lejos en la comprensión de la sociedad. Por capital entiendo la organización de la sociedad alrededor de la expansión del valor, lo que quiere decir la expansión de la ganancia. La existencia del capital como principio central de la organización social significa una agresión constante contra nuestras formas de vida, nuestras aspiraciones, nuestras actividades. La existencia del capital es el dominio del dinero, y el dinero es un ataque constante contra nosotros, que todos sentimos todo el tiempo de una manera muy palpable.

La esperanza, entonces, la esperanza de México o de donde sea, es una esperanza-contra, o mejor, una esperanza-contra que empuja para abrir un más-allá, una esperanza contra-y-más-allá. Si no vemos eso, estamos abriendo la puerta a la des-esperanza, a la desilusión.

5. El antagonismo que estructura la sociedad no es un antagonismo nacional, sino un antagonismo mundial. La lucha constante que viene desde arriba para expandir las ganancias se expresa a través del movimiento mundial, constante y cada vez más rápido del dinero. (La ganancia viene finalmente de la explotación de los trabajadores, pero la lucha de los capitalistas para adquirir ganancias para su empresa se expresa de muchas maneras y sobre todo a través del movimiento del dinero.) El movimiento del dinero es el movimiento del capital hacia los lugares o actividades donde parece que tiene más posibilidades de rentabilizarse, de expandirse. Si se percibe una oportunidad de obtener ganancias excavando una mina en la sierra oaxaqueña, va ahí, aún si implica la destrucción de un pueblo. Si la producción y venta de armas a Arabia Saudita ofrece buenas posibilidades de ganancia, el dinero va ahí y no importa el hecho de que el gobierno saudita acaba de matar a un periodista crítico famoso. Si la elección de un extremista de derecha en Brasil ofrece posibilidades, el dinero fluye a ese país.

6. El problema para cualquier gobierno es que tiene que atraer el dinero a su territorio. Lo pueden pensar de diferentes maneras. Un gobierno corrupta de derecha va a pensar “tengo que atraer el capital para que nosotros y nuestros amigos salgamos ricos”; un gobierno más honesto y más de izquierda podría pensar “tenemos que atraer el capital para crear empleos para los estudiantes cuando terminen la carrera de sociología”. Pero en los dos casos, el resultado es el mismo: el gobierno tiene que hacer todo lo posible para crear condiciones que son atractivos para la acumulación del capital, es decir condiciones óptimas para asegurar la rentabilidad del capital.

Cualquier gobierno está en competencia con los otros Estados para atraer el capital. Cualquier gobierno tiene que vender su país, diciendo por ejemplo: “nosotros podemos ofrecer mano de obra barata, o mano de obra disciplinada y dócil y sin derechos, o buenas autopistas, nosotros les podemos vender un corredor entre el atlántico y el pacífico con todo el apoyo logístico que se requiere.” Cualquier gobierno, cualquier Estado, está integrado en un sistema mundial de dominación y destrucción. Las presiones son presiones que se ejercen muchas veces invisiblemente, sobre todo a través del movimiento del dinero, y la presencia o no de grupos de capitalistas cerca del gobierno es de una importancia secundaria. Son presiones estructurales que surgen de la organización actual de la sociedad.

7. Un cambio de capataz, entonces. Un gobierno nuevo, pero cualquier gobierno participa en la dominación capitalista y la destrucción del mundo.

Pero entonces, ¿qué pasa con la esperanza de tanta gente? Tenemos un antagonismo, no una salida predeterminada. De la misma manera en la que empezar desde abajo nos remite al otro lado, el arriba, hablar desde arriba nos remite al abajo. Es una lucha, un antagonismo: esperanza contra el capital. La esperanza no está cancelada por el hecho de que la gente votó por AMLO. No está domada todavía.

El mundo es un mundo caracterizado por el dominio del capital, pero dominar no es fácil, es una lucha constante. Es un cambio de capataz, pero la vida de un capataz no es fácil, sobre todo cuando sabe que debe su posición a que el descontento de los trabajadores llevó al despedido del último capataz. Para empezar, tiene que convencer a los trabajadores que realmente no es como el capataz previo. Eso abre un espacio que tal vez dure nada más un par de meses para lograr cambios que sí pueden ser significativos.

Por otro lado la presión del capital sigue y va a seguir creciendo. Al nivel mundial, el capital se está volviendo más violento, más destructivo. Es lo que los zapatistas llaman la tormenta. Paradójicamente, esto es resultado de la dificultad que tiene para dominarnos adecuadamente. Para mantener su rentabilidad, el capital necesita intensificar constantemente su control sobre los humanos y la naturaleza, pero lograr eso no es fácil, porque resistimos, porque no tenemos la capacidad de hacer lo que nos exige el capital. El resultado es que en los últimos cuarenta años, el capital mantiene su rentabilidad solamente a través de la expansión constante del crédito, es decir a través de un mundo ficticio y extremadamente frágil. La fragilidad del capital se expresó en la crisis financiero de 2008, pero no se resolvió. Más bien, se postergó a través del rescate de los bancos y la renovada expansión del crédito. Es muy posible, incluso probable, que se dé una repetición, pero mucho más fuerte, de la crisis financiera en estos años. En esta situación los Estados en general, como agentes del capital, se van a seguir volviendo más agresivos. Ser un gobierno capitalista significa participar activamente en la carrera hacia la aniquilación de la humanidad, Ahí importan muy poco las buenas intenciones de los gobernantes.

8. Entonces: ¿qué hacer? ¿Cómo empezar desde la fuerza de la esperanza y asegurar que la esperanza no se empantane en la lógica del capital? La esperanza, para crecer, tiene que desbordar los límites institucionales y decir NO a la lógica del dinero. El Tren Maya, por ejemplo, suena muy bien y seguro que puede traer dinero a la región (y empleo), pero No es lo que queremos porque queremos una vida que mantenga otro ritmo, otros valores. La esperanza, para sobrevivir y crecer, tiene que convertir en un No que va en contra y más allá de la lógica del capital, que también va a ser la lógica del nuevo gobierno.

Cuando eres joven, no puedes pensar que no hay futuro. Todo lo contrario, tienes que pensar ¿cómo podemos romper con esta dinámica de destrucción, romper con esta lógica que nos está jalando hacia un mundo cada vez más terrible? No tenemos una respuesta clara, pero está claro que significa cambiar de lógica, cambiar de gramática, crear espacios en todos los lugares o momentos posibles donde decimos “¡aquí no! Aquí no aceptamos esa lógica, aquí no aceptamos el dominio del dinero, aquí vamos a crear otra manera de vivir, otra manera de pensar.”

Para los estudiantes de sociología significa decir “Ahora en esta situación, la única pregunta científica que nos queda es ¿cómo podemos salir de esta dinámica de deshumanización y destrucción? ¿cómo podemos romper el capitalismo?” El estudio de la sociología no puede ser simplemente el intento de entender cómo funciona la sociedad, al mismo tiempo tenemos que pensar ¿cómo romper el mundo del capital y cómo crear otro mundo? De eso depende nuestro futuro y el futuro de nuestro hijos.

¿La esperanza de México, entonces? Ustedes la son, nosotra/os la somos – en la medida que digamos NO a la lógica del capital, en la medida en que vayamos construyendo otra manera de vivir.

Autor: John Holloway

* Presentación en un un congreso nacional de estudiantes de sociología en Oaxaca, México, noviembre de 2018.

Imagen: Bansky

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