Henri Lefebvre – La significación de la Comuna de París

Henri Lefebvre - La significación de la Comuna de París

 

¿La Comuna? Fue una fiesta, la más grande del siglo y de los tiempos modernos. El análisis más frío descubre allí la impresión y la voluntad de los insurgentes de volverse los dueños de su vida y de su historia, no solamente en lo que concierne a las decisiones políticas sino al nivel de la cotidianeidad. Es en ese sentido como comprendemos a Marx: “La más grande medida social de La Comuna era su propia existencia en acto… París todo verdad, Versalles, todo mentira.” Ese acto revolucionario total, que se realizó históricamente, bastó para mostrar que la tesis marxista de un fin de la prehistoria humana, de una supresión de las alienaciones humanas, de la inauguración de una historia conscientemente vivida y dominada por los hombres, no tiene que ver como se ha dicho a menudo con la escatología, con la visión apocalíptica, con la vana construcción utópica. Esa utopía, ese pretendido mito, durante algunos días entró en los hechos y en la vìda. En ese sentido, la Comuna se confunde con la idea misma de la revolución, entendida no como una idealidad abstracta sino como la idea concreta de la libertad. Esa idea contiene el sentido de la historia, o más bien de la prehistoria del hombre, en tanto que ella desemboca en su verdadera historia y en la historia de su verdad.
La experiencia de la Comuna va pues mucho rnás lejos que un conjunto de imágenes revolucionarias de enseñanzas políticas. Gustosamente la llamaremos transhistórica, o aún filosófica y “ontológica” (en un sentido renovado de esos términos). La Comuna anticipó, en acto, lo posible y lo imposible. De suerte que incluso sus proyectos y decisiones inaplicables, que quedaron en estado de intenciones políticas, como el proyecto federativo, guardan un sentido profundo.

En nombre de la Comuna y de las iniciativas del pueblo parisiense, comprendidas las del comité central, la doctrina marxista sobre el Estado y la política tomó forma. En la confusión efervescente, Marx ha percibido y elegido lo que podía proyectarse hacia el porvenir. Los gérmenes de una crítica radical del Estado y de la política, contenidos en la obra de Marx desde la Crítica del Estado hegeliano han tomado cuerpo. La misión histórica del proletariado no es solamente proseguir el desarrollo de las fuerzas productivas, es también poner fin al Estado y a la política. El Estado de nuevo tipo creado por la clase obrera en el poder no puede ser y no debe ser sino un Estado en desaparición, consagrado a desaparecer, en la via del debilitamiento y de la superación, liberado de las cargas del ejército permanente, de la burocracia, de la policía, de la magistratura establecida; para abreviar, de todos los “aparatos” estatales y gubernamentales instalados en el curso de la historia en las sociedades de clases. Y por consiguiente más democrático que ninguna otra forma de gobierno.
La Comuna fue la conquista del poder político por la clase obrera (Marx) pero ella ha cambiado radicalmente la forma y el sentido del poder politico, poniendo lo social y la sociedad por encima de lo político, rebajando esto último y llevándolo a su fin.
“Gracias al combate librado por Paris, la lucha de la clase obrera contra la clase capitalista y su Estado ha entrado en una fase nueva. Cualquiera sea la salida, hemos obtenido un nuevo punto de partida de una importancia universal”, escribe Marx a Kugelmann el 17 de abril de 1871. No omitamos subrayar el término “universal” o “histórico mundial” empleado por Marx, término que muestra que encaraba ya desarrollos teóricos y no un simple inventario de las iniciativas creadoras del pueblo parisiense y de la clase obrera al nivel del empirismo politico.

 

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