En los últimos años de su vida, Marx puso en cuestión –o matizó significativamente- el esquema unilineal y eurocentrista de desarrollo. A ello contribuyeron la consideración del problema irlandés como residuo colonial y la situación de Rusia –donde llegó a vislumbrar una revolución más o menos inminente- a través de sus contactos con algunos dirigentes del movimiento populista.
En carta a Vera Zasúlich (1881), dirigente populista, Marx llegaba a afirmar que el análisis de El Capital (en particular sobre cuestiones relacionadas con la propiedad de la tierra) se refería a Europa occidental, admitiendo la posibilidad de que la comuna agrícola sirviera de base a la regeneración social de Rusia; lo cual era tanto como decir que Rusia no tenía necesariamente que pasar por las mismas fases que Europa occidental.
¿Hasta qué punto estas observaciones constituyen un giro significativo en las concepciones de Marx? Ciertamente no tuvo tiempo de integrarlas en ninguna obra acabada que hubiera podido matizar tal vez la tendencia a ver la historia de manera unilineal a la que –como hombre europeo del siglo XIX- tenía necesariamente que rendir tributo. Probablemente lo que demuestran es que Marx consideraba su trabajo intelectual abierto a los cambios y a las reconsideraciones que fueran necesarias para comprender mejor el capitalismo y transformarlo de manera revolucionaria.
Teodor Shanin, conocido especialista en problemas del campesinado y los movimientos campesinos, recuerda que Marx dejó unas veinte mil páginas de notas de sus últimos años, en las que daba paso a una conceptualización histórica más compleja, con la aceptación del desarrollo desigual, bajo los efectos de la Comuna de París, los progresos científicos en los campos de la Prehistoria y la Arqueología, y el conocimiento de la situación rusa. La última década de Marx habría constituido, así, “un salto conceptual, detenido por su muerte”.
Teodor Shanin, El Marx tardío y la vía rusa. Marx y la periferia del capitalismo