Un análisis sistemático de la relación que mantuvo Albert Camus con los libertarios no podía limitarse únicamente a los aspectos filosóficos y literarios. Debemos insistir en los debates de actualidad. Y, en lo referente a Camus, no son demasiado comprensibles para quien no posee un conocimiento detallado de su trabajo periodístico. Aquí es donde se abre el vasto campo de relaciones de amistad que unieron a Camus con el anarquismo francés, un hecho poco analizado hasta el presente. Porque Albert Camus no solamente participó en periódicos anarquistas como redactor y colaborador permanente, para Témoins por ejemplo, sino que además actuó: como testigo, defendió a libertarios ante los tribunales; por ejemplo a Maurice Laisant, en la época responsable de Le Monde Libertaire, acusado de ser el instigador de una campaña de carteles antimilitaristas y anticolonialistas contra la guerra de Indochina de 1945.

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Albert CamusLa primera colaboración de Albert Camus con el medio libertario se produjo en forma de una contribución en el periódico Défense de l’Homme, de Louis Lecoin (1888-1971). Lecoin, un personaje clave del anarquismo francés del periodo de entreguerras, editó, en septiembre de 1939, un libelo —«Paix immédiate!»— por el que fue encarcelado durante una buena parte de la guerra. Debido a las posturas que había defendido en Le Soir Républicain sobre el derecho a la objeción de conciencia y sobre la negativa a matar, Camus se sentía cerca de Lecoin. A pesar del empleo de actos violentos contra los nazis —que Camus consideraba inevitables—, sabía que llegaría el momento de debatir sobre su postura respecto a la no violencia.

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Camus opone la revolución libertaria de la «mesura» a la revolución totalitaria de la «desmesura». El sindicalismo revolucionario y la Comuna le parecen los puntos de aplicación de la voluntad libertaria, la única fiel a la revuelta porque es respetuosa con el hombre. Respiramos por fin en estas últimas páginas, por otra parte las más hermosas, extraordinariamente intensas, donde se percibe una inspiración. Respiramos porque vemos a Camus, no arrastrado hacia la «gracia», sino fiel a la revuelta; respiramos porque el lenguaje equívoco de algunos pasajes desaparece; a veces, se podría pensar que Camus opone a la revuelta pura una especie de revuelta «moderada», de radicalsocialismo, en cierta manera. En cambio, se observa, al final de la lectura —hablo de lectura seria—, que Camus opone, a la desmesura bárbara que conduce al terror y que no es más que resentimiento expresado y no revuelta, la revuelta de la mesura (la mesura del hombre, debería decirse), que no es en absoluto una revuelta limitada, sino una revuelta luminosa, una revuelta que no desaparece en la revolución sino que debe animarla. Mesura no es mediocridad o moderación pequeñoburguesa. Su mérito es decir de forma admirable lo que nosotros hemos dicho siempre, muy mal, cuando hablamos de las relaciones del revolucionario y del rebelde, cuando escribimos, hace sólo unas semanas, que la revolución no puede existir si no está poseída por la revuelta, pero que la revuelta tal cual es impotente sin la idea revolucionaria.

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Albert CamusDe todos los periódicos del movimiento libertario que frecuentó, fue en Témoins donde Albert Camus publicó la mayoría de sus artículos. En efecto, Camus mantuvo una cordial amistad con Jean-Paul Samson (1894-1964), una amistad que fue creciendo a lo largo de su cooperación. Jean-Paul Samson, que había desertado del Ejército francés durante la primera guerra mundial y no pudo regresar a Francia hasta los años cincuenta sin arriesgarse a graves sanciones, residía en Suiza. Se sentía cerca de los libertarios, pero no quería unirse a ninguna categoría filosóficopolítica: “¿Libertarios? La etiqueta es bonita, pero es una etiqueta. En una época en la que todo, hechos y antiguos dogmas, se fusiona, ¿cómo podemos acomodarnos a ello? […]. Ya es mucho si, al entregar estos cuadernos a un amigo, podemos decirle: «Esto es lo que piensan los hombres que intentan ser libres”.

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El discurso de Camus, en mayo de 1953, en la bolsa de trabajo de Saint-Étienne, ante una asamblea mayoritariamente compuesta por sindicalistas, se publicó en el número de septiembre de 1953 de La Révolution Prolétarienne. Sin duda, constituye una de las más hermosas contribuciones políticas de Camus al movimiento libertario. En su alocución, muy comprometida, Camus oponía al materialismo social defendido por los gobiernos una opción más ideal de la libertad obtenida mediante la lucha de los oprimidos: “Los oprimidos no solamente quieren estar libres del hambre, también quieren estarlo de sus amos. Saben muy bien que no se liberarán de forma efectiva del hambre hasta que mantengan a sus amos, a todos sus amos, a raya”.

Leer o descargar el libro completo: Camus Albert, Escritos Libertarios

Albert Camus

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