La comuna de Paris ilumina y profundiza el contenido de El Capital

 

Corresponde al Capitulo 6 del libro Marxismo y libertad, escrito por Raya Dunayevskaya, nacida en Ucrania en 1910, aunque durante su infancia su familia la llevó a Estados Unidos, donde a los trece años de edad se unió al movimiento revolucionario de Chicago. En 1928, al ser expulsada del grupo de jóvenes del partido comunista, se unió a los trotskistas, de los que luego se alejó, y mantuvo su actividad en las luchas de los trabajadores y los negros.

 

Marxismo y libertad va más allá de las interpretaciones anteriores. No sólo muestra que la economía y la política marxista son filosofía pura, sino que esta última es a su vez economía y política desde el principio.» – Herbert Marcuse

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 Marx había comenzado su análisis del capitalismo tres décadas antes del establecimiento de la Comuna de Paris en 1871. Desde el comienzo, el trabajo fue el centro de su teoría y precisamente fue el concepto de trabajo enajenado lo que le hizo posible ahondar en el mecanismo interno de la producción capitalista. La primera edición de El Capital, publicada en 1867, reveló que lo que aparecía idealmente, como un plan, resultó ser en la realidad, en el proceso del trabajo, nada más que la autoridad indiscutida del capitalista. Para Marx, el eje teórico de El Capital –el núcleo central alrededor del cual todo se desarrolla– es la cuestión del plan: el plan despótico del capital contra el plan cooperativo del trabajo libremente asociado.
El plan despótico inherente a la producción capitalista se revela en una forma muy propia: la estructura jerárquica de control sobre el trabajo social. Mantener la producción en una escala siempre expansiva para extraer la mayor cantidad de plusvalía o de trabajo no remunerado, requiere de todo un ejército de capataces, gerentes y supervisores. Todos ellos trabajan para el capitalista con una sola meta y un sólo propósito:   forzar al máximo el trabajo de un gran número de obreros. El intento por controlar el trabajo cooperativo dentro de los límites capitalistas debe necesariamente asumir una forma despótica. El despotismo planificado surge de la relación antagónica entre los obreros por una parte, y el capitalista y su burocracia por otra.

 

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Dunayevskaya

 

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