Rackets

 

F. Palinorc (1)

 

Los humanos que desmantelarán al sistema capitalista en colapso tendrán que ser los mismos que emanciparán una alternativa adecuada a los humanos. Son quienes hoy están ‘integrados’ al capitalismo porque todo el mundo lo está. En nuestro tiempo, no hay cabida para bandas nihilistas de ‘outsiders’ o ‘bárbaros’ que destruyen al sistema en colapso desde tierras foráneas, como ocurrió con la caída del imperio romano occidental. Solo de este modo desaparecerán los rackets por siempre.»

 

Como las clases, los rackets (2) son un producto de la dominación. Emergieron probablemente cuando por primera vez conspiraron chamanes, jefes militares o patriarcas de clan en contra de otros humanos de sus propias comunidades u otras próximas. El pillaje, la guerra y la esclavización disolvieron las comunidades primitivas, y en aquel proceso violento se formaron rackets. Las relaciones mercantiles, el surgimiento de la división del trabajo, de las clases y el Estado modificaron fundamentalmente a los rackets. Pero no discutiremos esta evolución ahora; lo que nos concierne es la existencia y persistencia de los rackets en la modernidad, en la sociedad capitalista. Hablaremos de los rackets en su sentido político, especialmente en las organizaciones marxistas. [Ver: Karl Marx, «Yo no soy marxista«. NdE]

Hoy por hoy es común entender, estrechamente, por racket, una organización ilegal montada para obtener ganancias, para la extorsión, la protección y el fraude. Esta definición jurídica tiene su origen en los Estados para la criminalización de sus rivales menores. En casos específicos, como los carteles de droga, los rackets pueden adquirir inmenso tamaño e influencia, filtrándose en la estructura del Leviatán. No hay nada más ‘normal’ que un racket.

Lo que a los rackets estatales les frena del exterminio mutuo es su consciencia de que la cohesión y el auto-control asegura su supervivencia mutua. Bajo ellos se encuentra la masa de la humanidad encerrada en la explotación y las fronteras nacionales. Los rackets dominantes han aprendido a negociar y a tolerarse, coexistiendo en el Estado. El rol de la mediación nacional altera su actividad, que va desde el saqueo privado a la administración a gran escala y el acceso burocrático (y legal) al tesoro nacional. Es así que los políticos y funcionarios modernos se compran un linaje nacional, legitimidad e ingresos. Pero el racket sigue siendo la unidad estatal de fondo. Las clases dominantes los secretan constantemente, y, en una democracia, esta tendencia se generaliza en la sociedad civil. La fragmentación de la sociedad mercantil y su consecuente ‘guerra de todos contra todos’, crea un suelo fértil para los rackets. Mientras éstos no perturben ni socaven a un Leviatán fuerte, los rackets son tolerados aún si están legalmente proscritos.
Los rackets políticos son cuerpos especialistas informales, usualmente legales y aspirantes a la dominación estatal. Sin embargo, su tamaño reducido les fuerza a una existencia inestable y precaria. Como mucho, se convierten en grupos de presión de los partidos que ya han pasado la etapa de racket. Mientras más grande el racket, más se aproxima a un partido, el cual contiene en sí unos cuantos rackets denominados tendencias o facciones. Sólo los eventos mundiales y nacionales extraordinarios propulsan a los rackets a la conversión en partidos masivos e incluso a la conquista del poder estatal. Pero esos momentos son pocos y distanciados. La mayoría de los rackets tienen corta existencia. Algunos duran unos años, constituyéndose en cámaras de tortura para sus miembros.
Los rackets carecen de un sistema de justificación ideológica significativo y visible. Lo que son, lo ocultan bajo muchas capas. Los Leviatanes tienen una larga lista de ideólogos, desde Platón a Hobbes, Locke, Jefferson, Hegel e incluso Schmitt. Hasta donde se sabe, los rackets no tienen tales apologistas. Hay muchas doctrinas que justifican a los Leviatanes, pero los rackets carecen de esta armadura. Su actividad real de dominación es incógnita.

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Notas:
(1) Texto escrito en abril de 2001. Enviado por Rafael Sandoval (México). Texto en inglés completo aquí. Traducción al castellano por rebeldealegre.
(2) Rescatamos la definición de racket señalada por Federico Corriente en una nota de su texto Jacques Camatte y el eslabón perdido de la crítica social contemporánea, donde escribe: «La voz inglesa rackett [sic] se refiere, en principio, a cualquier agrupación mafiosa dedicada al crimen organizado, pero por extensión puede considerarse que encarna el prototipo del modo de funcionamiento real y necesario de toda «organización» en el marco de la sociedad existente.» (NdT)

 

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