Sócrates

Era usurero, charlatán, inoportuno, feo, casado, padre de tres niños, originario de Alopeke. Sus padres eran realmente pobres. Su padre era ayudante de un escultor. Su madre se ganaba la vida como partera. De adolescente quedó fascinado por los discursos de los sofistas, por la gloria que conseguían y la riqueza que obtenían. Durante la campaña de Potidea, tuvo un éxtasis. Se quedó de pie durante veinticuatro horas, desde la salida del sol hasta la siguiente salida del sol, de frente al astro. Deseó elaborar una manera de confrontar los discursos (logos) de modo de “volverlos” hacia el sol de la verdad (aletheia). En Delfos, el dios Apolo le pidió que se consagrara a esa “vuelta” mientras se encontraba dentro de su santuario. De regreso a Atenas, Sócrates puso a prueba ese nuevo método de confrontación de los “logos”. Por un lado, en las calles, en los negocios, en el gimnasio, en los jardines, en los muelles, en las riberas. Por otro lado, en el “diálogo” que el alma mantiene con la voz misteriosa que descubrió en el interior de su cuerpo, mediante la cual las mujeres y los hombres pueden hablarse a sí mismos, vocalización de la lengua adquirida que se vuelve como un dios privado en ellos, que habla por si solo.

Interrogando a todos sin cansarse, suscitó la animosidad de la mayoría de los ciudadanos adultos. Fascinó a los mas jóvenes a tal punto que lo seguían por todas partes en su búsqueda y eran conquistados por su exaltación. Ponía en cuestión todos los logos: los proverbios, las sentencias morales, las recetas de cocina, las deducciones de los físicos, las costumbres de los antiguos, los refranes de los artesanos, la autoridad paterna, las leyes cívicas, los dioses de los poetas.

Resultó que un rico curtidor que se llamaba Anytos, tenía un hijo que seguía con especial fervor la enseñanza que brindaba Sócrates en las calles. Anytos era un auténtico demócrata. Había sido proscripto en File. Había participado en el derrocamiento de los Treinta. Anytos fue a buscar al poeta trágico Meletos. Ambos se juntaron con el orador Lykon. Meletos el Poeta fue quien realizó la denuncia en el tribunal del arconte-rey acusando a Sócrates no solamente de faltar a la piedad hacia los dioses que la ciudad veneraba en lo alto de la colina, sino también de introducir otros nuevos bajo la forma de voces secretas, intermitentes, no visibles, debidos a la presencia en el alma de un demonio de naturaleza desconocida. En el año -399, en Atenas, 557 años antes de la acusación por brujería hecha contra Apuleyo en Sabrata, se levantó una acusación capital por motivos de impiedad contra Sócrates de Alopeke, hijo de Sofronisque, que ocasionó su muerte. Sócrates tenía entonces setenta años.

El acta de acusación de Meletos usa el término de theos para nombrar a los dioses tradicionales y el de daimon para designar a las voces subrepticias (daimonia kaina, demonios nuevos) entre las cuales el pueblo de Atenas incluyó al dios de Sócrates.

El tribunal eligió al azar a 502 ciudadanos de más de treinta años de edad. El poeta trágico habló primero, el curtidor en segundo lugar, el orador por último. Sócrates no dijo nada. Fue condenado a muerte con una clara mayoría, de manera democrática, por 281 votos.  ¿Por qué Sócrates no se defendió? Cuando Hermogenes, hijo de Hipponikos, le manifestó que debía preparar su defensa, Sócrates respondió que por supuesto había pensado en preparar su “apología” pero que su “daimon” -el dios nuevo que la acusación le reprochaba haber introducido en el alma de los jóvenes ciudadanos de la ciudad de Atenas- le había dicho que no hiciera nada. Condujeron a Sócrates del tribunal a la prisión para que tomara la cicuta. Entonces vació la copa, se acostó sobre su espalda, tapó su rostro, le pidió a Kriton que sacrificara un gallo a Asklepios. El frío ascendió a lo largo de su vientre. Tuvo una breve convulsión y su daimon se marchó al Hades.

(Pascal Quignard)

Película completa «Sócrates», de Roberto Rosellini, 1971 (subtitulada en castellano)

 

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