Tercer conversatorio del Semillero de experiencias autónomas anticapitalistas

Encuentro autónomo anticapitalista
«Las luchas que estamos viendo y protagonizando están llenas de contradicciones y desbordes. Son contradictorias porque por un lado son protestas que se hacen en base a reclamos reivindicativos salariales, pero por otro parecen estar expresando algo más.

Ese algo más, apenas delineado, tiene que ver con un hartazgo, con expresar un repudio a como vivimos. No es nítido, no dura mucho, pero aparece cada tanto como un relámpago antes de desvanecerse nuevamente entre las protestas más tradicionales e institucionalizadas.

Ese algo más se manifiesta en desbordes sobre estas protestas institucionalizadas, expresando una inadecuación o directamente un rechazo a estas formas de protesta “oficiales” de partidos políticos y sindicatos.

Lo desbordante desparrama los objetivos puntuales de las protestas hacia algo más difuso, pero a su vez más amplio y potencialmente más profundo.

Las formas que encauzan las protestas dentro de lo reivindicativo son formas fetichistas, fetichizantes.

Por ejemplo, las convocatorias de los sindicatos a concentrar en actos con la intención de encauzar las protestas cuando estas comienzan a crecer amenazando “salirse del cauce sindical”, o cuando llaman a concentraciones en Lujan como a fines de 2018. Son estas, formas fetichizantes del sindicalismo procurando que las luchas no desborden su poder sobre la organización del trabajo y su mediación con el capital. Hay una función de control social que cumplen los sindicatos; en realidad es su rol dentro de las relaciones sociales capitalistas, su fin en última instancia.

Algo parecido ocurre con los partidos políticos de izquierda con sus convocatorias a marchas y sus intervenciones mediante discursos en programas de tv invocando la “la unión de los trabajadores” y el “plan de lucha”. Estas también son formas de encuadramiento de las protestas y descontentos dentro lo estatal, en este caso a través de los partidos de izquierda como representantes parlamentarios dentro del estado capitalista. Nos convocan a organizarnos dentro del Estado, ahora desde la izquierda, para aplicar el “plan económico alternativo”, la “política correcta de izquierda”.

Los desbordes, entonces, son sobre o contra esas formas fetichistas. El fetichismo es como una espesa capa de niebla que vela nuestra visión sobre las luchas, sobre lo que hacemos y sentimos.

Y sobre eso queremos hablar e intentar analizar críticamente en esta publicación de “Nuestra mirada”; sobre el fetichismo, que en realidad no es algo estático sino un movimiento de fetichización que a su vez neutraliza los desbordes y los vuelve a institucionalizar.  Pero como decíamos, ante estas formas fetichizantes, comienzan a aparecer rasgos de un movimiento antagónico, de anti-fetichización, que por momentos desborda el fetichismo. Este antagonismo dialéctico es la lucha de clases más profunda.

Si pretendemos que nuestras rebeldías tengan alguna efectividad, que sean anticapitalistas, entonces debemos orientarlas como luchas anti-fetichistas. Debemos romper con la niebla fetichista y descubrir que el problema no es que los salarios sean mejores o peores, sino que el problema es que estamos obligados a trabajar por un salario; que no podemos autodeterminarnos como personas libres si no rompemos con nuestra condición de trabajadores.

Romper con la idea de que desde el Estado capitalista se puede cambiar el mundo (como lo siguen proponiendo la izquierda y los sindicatos), es romper con una parte importante del fetichismo.

Una autocrítica que no debemos dejar de lado es que, nuestra mirada no debe ser estadocéntrica y debe primero dirigirse hacia abajo para identificar las resistencias que se mueven en un plano distinto a la llamada “la coyuntura política” del arriba. Sólo así podemos ver los desbordes, ya que desde el arriba se nos hacen invisibles. Y ese otro plano es el que tenemos que ver/crear, es el plano de lo resistente/rebelde como dice el sub-Moisés.»

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