Nos encontramos en medio de una batalla de intensificación de la rabia y el futuro de la humanidad depende del resultado de esa batalla.

Primero, nuestra rabia. Si ha abierto este libro, usted ya es consciente de su propia rabia. La rabia contra lo que vemos a nuestro alrededor, la rabia contra lo que nosotros mismos experimentamos: las obscenas desigualdades, la violencia, la discriminación racial, la explotación, la masacre de otras especies, la arrogancia del dinero. Nuestra política surge de nuestra rabia, del anhelo de ver un mundo diferente, de crear un mundo diferente. Lo gritamos, tal vez en las calles, sábado tras sábado, como lo hacen los Chalecos Amarillos.

Pero también vemos una rabia que parece estar escapando de nosotros, dándonos vuelta y escupiéndonos. Reconocemos el enojo, sentimos que es nuestro, que debe ser nuestro, queremos acercarnos y captarlo. Pero no, nos supera, nos mira con odio. Y sabemos que este flujo de rabia contra nosotros puede conducir rápida y fácilmente a la extinción de toda la humanidad.

Existe aquí una batalla de rabias. No tiene sentido decir “no te enojes, cálmate”, cuando, por supuesto, estamos enojados. Estamos bajo un ataque constante de un sistema que, literalmente, nos está matando. Ese sistema es el dominio del dinero. Nuestra ira es una rabia contra el dominio del dinero. Pero la rabia que se vuelve contra nosotros, también es una rabia contra el dominio del dinero, aunque se vuelve contra sí misma para defender el dominio del dinero. Por supuesto, esto sucedió antes, en la década de 1930, cuando la rabia contra dinero se convirtió en un enojo racista y antisemita, que salvó al dinero de nuestra ira y asesinó a cien millones de personas en el proceso. Sí, sucedió antes, pero esta vez hay mucho, mucho más en juego. Estamos en medio de una batalla de rabias y tenemos que ganarla.

El texto de este libro fue escrito en 2011 como una serie de conferencias en la Universidad de Leeds y los ejemplos que se dan se han extraído de la ola de luchas que se extendió por todo el mundo en ese año: los Indignados, Occupy, la Primavera Árabe. Estas fueron luchas expresaron rabia contra el dominio del dinero, y se llenaron de alegría al gritar esa rabia.

El año 2011 transcurrió a tan sólo tres años de la crisis financiera de 2008. Este fue un año crucial para el aumento de la rabia (como antes lo fue 1929). Muchas personas fueron expulsadas de sus hogares, otras fueron despedidas de sus trabajos. Muchas expectativas se quebraron debido a que se hicieron recortes salvajes en el gasto estatal en educación, salud y muchas otras áreas. Se hizo todo lo posible para proteger los beneficios de los ricos, para mantener el sistema en marcha. Por supuesto, la gente estaba enojada, la gente todavía está enojada y gran parte de esa rabia ha sido lanzada contra los partidos políticos en todas partes del mundo.

Esta rabia fluye. En 2011 hubo muchas señales de que la rabia fluía a favor nuestro, de la manera que nosotros queríamos (los autores y lectores de este libro), con grandes protestas en todo el mundo y cientos de centros urbanos ocupados por personas que luchaban contra el dominio del dinero creando diferentes relaciones sociales a través de sus luchas. Pero,  desde entonces, mucha rabia fluyó hacia la dirección opuesta: hacia el racismo, el autoritarismo, el sexismo, la crueldad. Es una marea de rabia que gira y nos escupe a quienes queremos un mundo diferente. Una marea de rabia que lleva a políticos impensables al poder: Trump, Johnson, Orban, Bolsonaro. Lo mismo que cuando otra marea de la rabia, en la década de 1930, llevó al poder al inimaginable Adolf Hitler.

Pero no toda la rabia fluye hacia la muerte. Los Chalecos Amarillos apuntan en una dirección diferente, brillan como una luz de esperanza a través del mundo. Esta es nuestra rabia, contra el dinero, contra el capital. Porque en cualquier movimiento de protesta, sea cual sea su definición, o su falta de definición, existe un empuje y un impulso de las fuerzas de la rabia. Hay un impulso hacia una digna rabia, como la llaman los zapatistas, una rabia que se abre hacia un mundo diferente. Y también existe una poderosa corriente subterránea que empuja a las personas al sistema, las reintegra a la dominación del dinero, convierte su rabia en una fortaleza. Es el sistema que nos está matando. La digna rabia, nuestra rabia, se basa en el reconocimiento mutuo y es un estado constante de alerta, una reinvención permanente y también la conciencia persistente de que nuestra rabia es una rabia contra el dominio del dinero.

La crisis de 2008, con todo el dolor y la destrucción que causó, en realidad no fue tanto una crisis de capital como un aplazamiento de esa crisis. Cuando los líderes del capital vieron lo que estaba sucediendo, entraron en pánico e hicieron todo lo posible para evitar la crisis, para seguir expandiendo la enorme deuda, la ficción de la que depende el capitalismo. Es por eso que no ha habido una recuperación real desde 2008 y es por eso también que hay una enorme ola de tsunamis de posible colapso que se ciernen sobre nosotros, y que probablemente romperán en los próximos dos años. Si el 2008 causó tal explosión de rabia en el mundo, entonces es probable que la próxima crisis financiera conduzca a una tormenta mucho mayor. Por esa razón es tan importante pensar en una política de la rabia. Debemos ganar la batalla de las rabias.

Estoy realmente emocionado de que estas conferencias se publiquen ahora como un libro en Francia y en una edición que será fácilmente accesible. Si yo fuera músico, como Julien Bordier, le cantaría mi enorme gratitud por todo lo que ha hecho para que esto fuera posible. No soy músico, pero puedo escribirlo: muchas gracias a Julien y a los compañeros de Libertalia por convertir estas charlas en un libro. Escribiendo y publicando y hablando y cantando, gritamos nuestra rabia contra el dominio del dinero.

John Holloway, Puebla, México, 22 de junio de 2019

Nota: Este texto corresponde a la “Introducción” a la edición francesa del libro La rabia contra el dominio del dinero. (2019).

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