Días rojos, verano negro
Enero de 1919, la semana trágica de Buenos Aires

El autor nos hace una descripción más que minuciosa del barrio obrero. Nos detalla casa por casa. Nos pone en el proscenio y allí, la gran empresa metalúrgica de la familia Vasena, su poder irrenunciable, los dueños del país y de su gente. No bien descrito el escenario, nos lleva de la mano el autordía por día, hecho por hecho, la acción obrera, la reacción patronal, la conducta de los políticos del poder, los defensores de la gente de bien, la actitud de la Iglesia, la información de los diarios. Detalle por detalle. La reacción popular y la actuación policial, los términos populares: los “cosacos”, la “cosaquería”. Las mujeres del barrio escupen a los policías; una de ellas, la “Marinera”, se juega con todo por los trabajadores. Los picnics solidarios del pueblo para con los luchadores; los sermones de monseñor Napal, advirtiendo que Dios está por el orden y la obediencia, y a quien los anarquistas llaman la voz de un “avechucho de campanario”. Pero también el autor documenta la solidaridad del vecindario con los perseguidos, la de los pequeños comerciantes del barrio. Y la descripción del tiroteo en el cual se calcula fueron gatillados dos mil proyectiles, muchos de ellos con armas largas, en la represión. Una increíble saña y crueldad empleada por las fuerzas represivas. Queda descrito el llamado “espontaneísmo” de las masas ante la reacción de las autoridades. La reacción de los llamados “obreros católicos” llamando a la refl exión a sus compañeros de trabajo perseguidos.  (Del Prólogo escrito por Osvaldo Bayer para Días Rojos, Verano Negro).

Hoy, la ciudad de Buenos Aires tiene designadas numerosas calles en homenaje a los autores morales y materiales de esta masacre, entre ellas Hipólito Yrigoyen, Elpidio González, Teniente General Luis J. Dellepiane, Arzobispo Espinosa, Miguel de Andrea, Doctor Luis Agote, José Juan Biedma, José A. Cortejarena, Francisco Pascasio Moreno, Dardo Rocha, Juan P. Sáenz Valiente, Estanislao Zeballos, Ángel Gallardo, José C. Paz, Carlos F. Melo.

El antiguo adoquinado de la calle Barcala al 3000, que sintió los pasos de Mario Boratto y los huelguistas de Vasena, revivió el 13 de marzo de 2009 los días de rebelión de 1919, cuando vecinos de la Asamblea de la Plaza Martín Fierro arrancaron las rejas colocadas por orden del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, con el objeto de cercar la plaza para construir en el subsuelo una playa de estacionamiento, “que limitaría el uso del espacio de recreación”.487 Pero cuando los vecinos llevaron las rejas arrancadas, en señal de protesta, al CGP Nº 3 de la calle Sarandí 1263, se revivieron los días trágicos: la Policía Federal Argentina cargó sin miramientos sobre la manifestación de vecinos –incluidos ancianos, mujeres y niños–, dejando un saldo de varios heridos y tres jóvenes detenidos.

A pesar del “progreso” de los tiempos, la esencia violenta del autoritarismo permanece intacta. Desde Hipólito Yrigoyen y Alfredo Vasena hasta Mauricio Macri y Sergio Abrevaya, desde el casco prusiano pickelhaube y el sable hasta la gorra policial y la macana, nada cambió en realidad. Poderoso caballero es don Dinero.

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