Bitácora “suprealista” de esperanza con la Montaña zapatista en Altamar

 

Fernando Matamoros Ponce

 

Bitácora “suprealista” de esperanza con la Montaña zapatista en Altamar

 

PRIMERA PARTE

I

No es ninguna novedad, pero en el México moderno los tiempos de elecciones institucionales dominan los escenarios calendáricos, marcados y etiquetados por la democracia en el capitalismo. Modelos modelados por las urgencias mercantiles en la pandemia son imágenes de una repetición panorámica de lo Mismo. Mientras presentadores y modeladores de los medios de comunicación dominantes moderan este mundo, imágenes dialécticas de múltiples resistencias apenas logran gestionarse a través de cortinas empolvadas por las ruinas catastróficas del mito del capitalismo y su violencia. Así, aunque vivimos en este mundo asfixiante por el embrujamiento del espejo alienado, diría Lucien Bonnafé (2002), en este texto intentamos poner en perspectivas aquellas constelaciones de suavidad de frágiles fuerzas rebeldes del pensamiento y acciones de la discontinuidad. Así, en esta bitácora, plan de viaje o carnet de ruta y metas frente a derrotas, también, acentuaremos en la escritura cómo en este cosmos con muchos mundos en el mundo terrestre de enormes pobrezas, los entrecruzamientos de fraternidades en los disturbios de resistencias zapatistas ponen su experiencia de autogestión y resistencia en la inmanencia antagónica de la política autorizada.

Pensémonos como exploradores o detectives (Kracauer, 2001) buscando en las raíces del mal las dificultades de la ciencia que domina los “acentos”, más en lo repetitivo del desarrollo y el progreso. Sin dejar de pensar en las “buenas intenciones”, la mayoría de las veces las contradicciones en algunos de actores se ven acorraladas o son asesinadas, por ejemplo, en los nichos de sentirse más fuerte y dominador en los premios por la eficiencia del conocimiento (Bonnafé, 2002: 53). Y no solamente en los espacios de ciencia podemos sentir esas mediaciones, pues en espacios importantes de las representaciones políticas intermedias en México muestran, dramáticamente, el sinsentido y la demagogia electoral. En la flojera de pensar (Villoro J. 2021b), algunos candidatos llegan a los extremos de ofrecer, si ganan las elecciones, regalar magias de pastillas azules (Viagra) o prometer que brotará cerveza en lugar de agua en las llaves de la casa. Así, para volver a intentar llegar a esa terra incognita de la historia, buscada tantas veces por los vencidos en el mundo conocido, consideramos que los zapatistas apuestan por los entremedios de contradicciones de sentidos alienados por el fetiche del dinero. Van más allá de pretendidas sociologías erigidas casi como matemáticas del ridículo manifestado en las cuentas de la pobreza como verdades científicas. Y no porque sean falsas esos datos matemáticos, sino porque no salen del encierro

En tierra firme, la nave prefiguraba la navegación. Era un aula para aprender todo lo que se necesita para sobrevivir al vendaval de los elementos y a amenazas aun más severas, como el arrasador torbellino de la historia, que, según advirtió Walter Benjamin, se suele presentar con el engañoso nombre de “progreso” (Villoro J. 2021).

Proponen pensar de atrás para adelante. Miran al pasado para imaginar el presente en las tinieblas del mundo. Posibilidades para ir más allá del diluvio que se anuncia catastrófico en las guerras o más allá de la noche y el mal establecido. Prefiguran en el torbellino terrestre elementos amenazadores más severos. Miran como los vientos anunciadores del progreso no solamente engañan con cantos de sirenas, sino que organizan con sus militares las tribulaciones inscritas en las ruinas del pasado. Es decir que, en la larga noche de los más de 500 años del descubrimiento de América, como Rimbaud, Mallarmé, Baudelaire, Rulfo y otros Quijotes apuestan por las iluminaciones de resistencias que se queman el cerebro en la desesperación de campos y ciudades. Como diría Arthur Rimbaud (en Bonnafé, 2000: 29), no es la culpa que los pensamientos críticos y rebeldes se encuentren, también, en este bosque de discursos de violín en las mañanas o de la peste que afecta los corazones, diría, también, Albert Camus (1970). Entonces, aunque los positivismos más alucinantes acusen los corazones de metafísicas y burradas, los encarcelen y/o condenen por ser herejes, diría Auguste Blanqui (en Benjamin, 2007: 106), la historia muestra que, a pesar de todo el peso positivista de los castigos roedores de nuestras lenguas, los imaginarios zapatistas vuelven a conectar pleonasmos o excesos extra-ordinarios del materialismo del universo con el espíritu de resistencia; una sustancia inseparable de la vida y la muerte.

Es decir que, aún con los condicionamientos de la violencia de las redes enmarcadas por el mercado y la pandemia, nos preguntamos: ¿actualmente, existen espacios fértiles para un cierto tipo de cultura que desborde y despliegue otros conocimientos y prácticas de lucha? Difíciles son las respuestas a esta cuestión, frente a procesiones históricas de la violencia del desarrollo alienado por el fetiche de la mercancía en-marcada en las nieblas de la modernidad. Por esto, parafraseando al encarcelado Auguste Blanqui (en Benjamin, 1989: 217), nos preguntamos como caminar con el pensamiento penetrante en esas cosas extrañas de la eternal ciencia negativa. ¿Cómo enfrentar y salir de los cubículos cristalizados en exhibiciones publicitarias? ¿Cómo no ahogarse en brillos de las finanzas, ejércitos y teocracias que, juntos, “vomitan noche, miseria y muerte sobre las naciones”? ¿La experiencia zapatista podrá salir de tinieblas y sobrecalentamientos o renacerán más tarde con las constelaciones de planetas, luego del choque de las civilizaciones, propuesto por Samuel P. Huntington (2000)? Nosotros hemos considerado que, frente a los miserables milenios del homo sapiens, las preguntas zapatistas, para caminar en los calabozos sombríos de la modernidad, podrán parecer poéticas, soñadoras, virtuales o, como algunos comentarios que hemos escuchado: “mamadas metafísicas” fuera del mundo real pintado por los vencedores. Y, aun así, nadie podrá negar que el tiempo mesiánico de la libertad y justicia en espacios particulares coincide de manera fenomenal con esfuerzos utópicos de los indígenas zapatistas rebeldes: luces maravillosas de esperanzas del pasado actualizadas en el presente.

En otras palabras, con los ecos de la historia, pasado-presente-futuro de la cultura y la tradición a contracorriente de la modernidad im-puesta en los escenarios populistas y neofascistas, consideraremos que la historia de esperanzas en la desesperanza de los condenados de la tierra (Fanon, 2002) concentra, en contextos particulares, posibilidades de ir más allá de los conceptos de violencia autorizados por el poder establecido en instituciones nacionales y mundiales. Veremos cómo las diversas mediaciones históricas de violencia de la crisis económica y social de la pandemia, como sucedió metabólicamente con las epidemias del siglo XVI, durante la experiencia de colonización mesoamericana, son lugares de memoria. Salen con las sonrisas de sus fantasmas de re-cámaras fotográficas turísticas y museos-o-mausoleos espectros de la historia para re-pensar palabras fértiles de las resistencias. Ponen en movimiento una experiencia de la contracultura de barcas que no se resignan al ensordecimiento del silencio. Con espectros de la literatura, entre otros Gabriel García Márquez (1983) veremos cómo en los tantos-muchos Cien Años de Soledad laberíntica del capitalismo, el diluvio desatado a miles de millas de distancia pone en perspectiva la memoria contra el olvido; que los zapatistas modernos han llamado un Arca de Noé, digna representación, también, de significados a contracorriente en la Biblia (Cf., Villoro J., 2021a y Bloch, 1991: III).

Más allá de las especulaciones e interpretaciones del “arca divina de Noé” y señales de pajaritos para refundar la humanidad y su naturaleza, destacaremos que la racionalidad del sentido común indígena a través de los siglos enfrenta la repetición de la lluvia-tormenta-diluvio que trajeron las invasiones coloniales de los conquistadores a Mesoamérica. Así, desde su existencia pública en 1994, los zapatistas han insistido (sobre todo a través de comunicaciones representativas del Subcomandante Marcos y el SupGaleano), que las locuras de la gente común significaban y significan, no solamente, salvar los cuerpos, sino, sobre todo, las posibilidades del pensamiento crítico que reflexiona y pone en acción imágenes de los sueños instalados en las genealogías históricas de resistencias en la larga noche del capitalismo. Así, como los caminos indígenas son largos y silenciosos con sus poesías en los atajos de tiempos cortos que conocemos en el mundo, han considerado que el camino que han recorrido son largos trechos de desesperanza y producción de conceptos. Reconstruidos con símbolos de las resistencias de sueños quijotescos de la libertad y la justicia se han reactualizado desde los puestos de vigilantes en ceibas de la historia.

Y, nosotros, nosotras, zapatistas miramos de reojo estos movimientos de la realidad. Ponemos entonces más atención, subimos a lo alto de la ceiba para tratar de ver más lejos, no lo que pasó, sino lo que viene. Buen, pues lo que vemos no es nada bueno. Vemos que viene algo terrible, más destructivo si posible fuera. Pero otra vez vemos que quienes piensan y analizan nada dicen de eso. Siguen repitiendo lo de hace 20 años, 40 años, un siglo. Y vemos que organizaciones, grupos, colectivos, personas, siguen en lo mismo, presentando falsas opciones excluyentes, juzgando y condenando a lo otro, a lo diferente. Y más: despreciándonos por lo que decimos y vemos. […] Pero bien sabemos que el mundo es muy grande, y que hay otros, otras, otroas, que también le hacen a eso de pensar, analizar, mirar. Entonces pensamos que necesitamos pensarlo al mundo, y también pensar así su calendario y su geografía de cada quien. […] O sea como una reunión de pensamientos […] que tiene que ser grande, muy grande, mundial se dice” (SupGaleano, 2015: 28-29).

Entonces, en este recorrer caminos del pensamiento crítico frente a la hidra capitalista, veremos cómo fue para los zapatistas, desde su aparición en 1994, prepararse para ver y escuchar (con el corazón, también), desde las ceibas más altas, más lejos y con más profundidad los tiempos de violencia que acechan la vida diaria. Y como el modo (tradición) zapatista ha sido mirar que al final está el principio de sus orígenes, no miran lo que pasó, sino lo que se avecina en el futuro, lo que les ha permitido salvar la memoria de lo urgente (vivir) y lo importante (solidaridad y la dignidad del sueño). Ponen en práctica posibilidades de palabras con la historia mundial. Con las preguntas para caminar producen conceptos nuevos para mirar hacia afuera, pero vislumbrando hacia adentro las condiciones de su situación. Son conscientes que la estructura del sistema es el responsable de la Miseria en el Mundo. “El verdugo es un sistema explotador, patriarcal, piramidal, racista, ladrón y criminal: el capitalismo”. Ya que saben por experiencia que “no es posible reformar” educar o domesticar la violencia implícita de este sistema mundial, y que el proceso capitalista de “destrucción en curso no reconoce fronteras, nacionalidades, banderas, lenguas, culturas” lanzaron a nivel mundial “Una declaración… por la vida” (Consejo Nacional Indígena, Consejo Indígena de Gobierno -CNI-CIG-, Ejercito Zapatista de Liberación Nacional -EZLN- y Frente de Pueblos en defensa de la tierra y el agua: Morelos, Puebla y Tlaxcala -1 de enero de 2021). En la inmediatez de las urgencias de la vida, la declaración fue firmada por 4710 personalidades y colectivos de más de 70 países.

Pero no miran solamente para constatar lo que ha sucedido en la historia de los vencidos, sino que reorganizan lo que han producido en sus espacios de autogestión. Así, podríamos decir que, con la memoria de Gabriel García Márquez en Cien años de soledad, la experiencia zapatista, en medio de condiciones de angustia y desesperación en el mundo de máscaras, detecta en vagabundeos de ensueños sonrisas de fantasmas reinstalados en múltiples terminales en la historia de los vencidos. Resistencias a la opresión que, mientras no se niegue con el individualismo dominante, lo zapatistas van más allá de las identidades configuradas por la dominación: detrás de nosotros estamos ustedes. O, como diría Charles Baudelaire (en Bonnafé, 2002: 89): yo soy todos, todos soy yo. O, como afirma García Márquez:

Al otro lado de la lluvia, la mercancía de los bazares estaba cayéndose a pedazos, los géneros abiertos en la puerta estaban veteados de musgo, los mostradores socavados por el comején y las paredes carcomidas por la humedad, pero los árabes de la tercera generación estaban sentados en el mismo lugar y en la misma actitud de sus padres y sus abuelos, taciturnos, impávidos, invulnerables al tiempo y al desastre, tan vivos o tan muertos como estuvieron después de la peste del insomnio y de las treinta y dos guerras del coronel Aureliano Buendía. Era tan asombrosa su fortaleza de animo frente a los escombros de las mesas de juego, los puestos de fritangas, las casetas de tiro al blanco y el callejón donde se interpretaban los sueños y se adivinaba el porvenir, que Aureliano Segundo les preguntó con su informalidad habitual de qué recursos misteriosos se habían valido para no naufragar en la tormenta, cómo diablos habían hecho para no ahogarse, y uno tras otro, de puerta en puerta, le devolvieron una sonrisa ladina y una mirada de ensueño, y todos le dieron sin ponerse de acuerdo la misma repuesta: Nadando” (García Márquez, 2020: 136).

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Bitácora “suprealista” de esperanza con la Montaña zapatista en Altamar

Imágenes: Alejandro Echeverría, Paisajes del Confinamiento, 2020.

 

 

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