Surgimiento y caída del keynesianismo

Se abre el abismo

 

Nueva edición ampliada y corregida del texto publicado en Keynesianismo: una peligrosa ilusión. Un aporte al debate de la teoría del cambio social, de John Holloway, (Buenos Aires, Ediciones Herramienta, 2005). El original apareció en Relaciones (Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco, México), núm. 5-6, 1992.

 

Keynes reposa cómodamente en un sillón, confortable, pensativo y bondadoso, una pila de libros y documentos a su lado, y al fondo, un gráfico muestra la dramática caída del desempleo entre la década de 1930 y la de 1960: la portada de un libro que comunica de modo cabal la popular imagen del keynesianismo. Durante gran parte del período de posguerra el keynesianismo fue presentado simplemente como un progreso benéfico, racional y científico en el manejo de la economía, como un planteamiento teórico que sentaba las bases para superar el problema de la crisis y crear una sociedad capitalista justa. Incluso en años recientes, a pesar de que el keynesianismo haya sido tan criticado, persiste su imagen como un desarrollo teórico tal vez equivocado pero ciertamente bien intencionado. En medio de esas imágenes, es difícil recordar que la adopción de las políticas keynesianas fue la culminación de un prolongado conflicto de violencia, horror y derramamiento de sangre sin precedentes en la historia del mundo.

Keynes era, por cierto, un economista. El término keynesianismo se refiere estrictamente a las teorías económicas que propuso y a las políticas económicas asociadas con su nombre, que ganaron influencia en todo el mundo durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, estas teorías y políticas no deberían ser vistas de modo aislado: su adopción formó parte importante de la instauración de un nuevo modelo de las relaciones capital-trabajo y, por esa razón, el término keynesianismo es utilizado con frecuencia para referirse más ampliamente al modelo de relaciones políticas y económicas asociado con esas teorías y políticas. Es, sobre todo, en este amplio sentido que el término se utilizará aquí.

La característica central del keynesianismo fue el reconocimiento de la fuerza organizativa de la clase obrera. El keynesianismo hizo explícito de modo institucional la dependencia del capital respecto del trabajo, la fuerza del trabajo dentro y en contra del capital.

El propósito de este texto es examinar el surgimiento y el colapso del keynesianismo como un modelo de dominación, una forma de contener al poder del trabajo.

 

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