Libro de John Holloway (2015)
Contra el dinero continúa el desarrollo y la exposición de una propuesta diferente a la de la ciencia social dominante en las academias, en las organizaciones económicas y estatales del sistema del capital y en los partidos políticos tradicionales. En su planteo, la praxis social busca recomponer la separación entre el pensar y el hacer y coloca en su centro el luchando pensamos, que discurre en sintonía con el principio zapatista caminando preguntamos. Al mismo tiempo, de sus artículos fluyen otros principios del zapatismo como obedecer y no mandar, bajar y no subir, servir y no servirse, constituyendo un corpus de prácticas y relaciones que están en las antípodas de la política cotidiana de poder que conlleva el reconocimiento y defensa de las instituciones del Estado y el adaptarse servilmente al tenebroso juego de lo establecido por el poder capitalista dominante.
El pensamiento y los trabajos de Holloway se nutren y fortalecen con las luchas y los gritos de los rebeldes de todo el mundo. Gritos nuestros, como el ¡Que se vayan todos!, vendaval de rechazo al poder establecido y al mismo tiempo fuente de esperanzas en la Argentina a principios de este siglo. Gritos incontenibles como ¡Fue el Estado!, estampado en las pancartas de los manifestantes contra los asesinatos de Ayotzinapa en México. Gritos de búsqueda de autonomía y de dignidad, que acompañan y nutren las protestas en decenas de ciudades y países del mundo, como Grecia y España, y movimientos sociales, como Occupy Wall Street instalándose en el Zuccotti Park de Lower Manhattan, el distrito financiero de Nueva York. Luchas y gritos nuestros, que brotan de millones de gargantas, a diario, en antagonismo con el capital.
John Holloway alienta a pensar la crisis como expresión de nuestra lucha, que no es externa a nosotros sino parte constitutiva de la esperanza, reaprendida y pensada frente a la desilusión y el fracaso. Esperanza sentida y entendida como un proyectarse más allá de lo existente, una apuesta en la existencia real y material de lo que todavía no es. Nuestras luchas autodeterminadas, que se desarrollan dentro y en contra el capitalismo, luchas que aún están en el umbral de ir más allá del capitalismo y que, al mismo tiempo, constituyen infinidad de experimentos hacia una manera diferente de vivir. En los textos de John se expresa, como él mismo lo ha dicho, la historia de muchísimas personas: el hacer de millones que resisten y se rebelan contra la destrucción de la vida humana y no humana y que no solo enfrentan al capitalismo sino que, además, abren senderos para dejar de producirlo y reproducirlo.
Desde Cambiar el mundo sin tomar el poder, publicado hace ya trece años, Holloway ha lanzado un fuerte desafío teórico y político: el de pensar y hacer una revolución anticapitalista por fuera del Estado y de los partidos y organizaciones políticas tradicionales.
La revolución de la gente común, rebelde, como han expresado los zapatistas. Revolución que no tiene una línea correcta ni caminos predeterminados, sino que empieza por aceptar que no conocemos las respuestas por anticipado y que somos parte de un flujo social rebelde, múltiple, con infinitas resonancias. Sin pretender agotar en una apretada síntesis el conjunto de ideas sobre las que John ha trabajado durante estos años, quisiéramos destacar, brevemente, algunos puntos centrales de su pensamiento:
- La consideración de nuestro grito como punto de partida de las luchas: un grito de horror, un grito de rabia, un grito de rechazo: ¡no!
- Nuestra inadecuación al mundo del capital. Partimos de la particularidad, de la multiplicidad de rebeliones y rebeldías de la dignidad, no de una gran lucha unificada que no existe, ni desde la totalidad de una teoría de la dominación capitalista. La reflexión teórica que se realiza es a partir del antagonismo, la negatividad, la heterogeneidad y la lucha.
- Necesitamos atravesar la superficie de los fenómenos sociales, abrir las categorías y conceptos cerrados de nuestro pensamiento, hasta llegar a su génesis y desenmascarar lo que el capital y la política que gira sobre la institucionalidad estatal oculta.
- El capital y el capitalismo no son externos a nosotros. Somos nosotros quienes los generamos y los recreamos: sin nuestra participación cotidiana que los produce y los reproduce, el capital y el capitalismo se disuelven en el aire, como afirmaba Marx. Nosotros somos el sujeto del cambio, somos su crisis.
- La construcción de relaciones sociales que no reproduzcan la sociedad del dominio ni las instituciones verticalistas, donde se profundicen permanentemente las organizaciones horizontales, sin jerarquías, que luchan por no dejarse atrapar por la trampa del éxito de la institucionalización, la cooptación o la autocooptación, que conducen a la disolución de la rebeldía.
- Nuestro impulso hacia la autodeterminación social no es solo contra el capital, sino que va más allá de él.
- La antipolítica de la dignidad como afirmación inmediata de nuestra subjetividad negada por el dominio del dinero y el capital.
- El hacer contra el trabajo. El antagonismo no se ubica entre el trabajo asalariado y el capital, sino entre nuestro hacer, el trabajo concreto, y el trabajo abstracto, el trabajo que genera valor.
- El desafío de cambiar el mundo sin tomar el poder, sin descartar las grandes luchas sociales, destaca la importancia de las acciones pequeñas, la revuelta del millón de picaduras de abejas, que somos nosotros.
- Agrietar el capitalismo. Enfrentarlo desde el aquí y el ahora, creando espacios no controlados por el capital. Expandir y buscar las confluencias de las grietas, profundizando el hacer autodeterminado, horizontal y colectivo.
- Dejemos de hacer el capitalismo. La revolución no consiste en destruir al capital sino en dejar de producirlo.
Contra el dinero es un aporte más en el camino de la rebeldía contra el capitalismo, sus prácticas y sus teorías. El título también constituye un desafío, pero no un desafío abstracto, y por eso es también una convocatoria. Contra el dinero, como hacen los zapatistas en Chiapas, donde el intercambio a partir del dinero tiene cada vez menor importancia a favor de una economía menos monetaria y autónoma. Contra el dinero, como hacen las comunidades revolucionarias kurdas en Rojava, en el norte de Siria, donde se prioriza una economía desarrollada en torno a las cooperativas y las comunas,y donde el capital financiero no tiene lugar.
En esta compilación de artículos que presentamos hoy al lector, Holloway avanza sobre la importancia de nuestro antagonismo frente al dominio del dinero en La rabia contra el dominio del dinero. Con La primera frase de El capital destaca, desde la negatividad, el poder de nuestra verdadera riqueza social negada. En Crisis y crítica invita a recorrer el camino del pensar abriendo las categorías, y subraya el hecho de que son las propias movilizaciones las que piensan y construyen las demandas. ¡Comunicemos! nos invita, a partir de las múltiples y renovadas grietas, a construir nuestra propia vida, en colectividad y sin dominio, con organizaciones horizontales, para cimentar un nuevo mundo donde quepan muchos mundos. En Pensar la esperanza, pensar la crisis alienta a entender la crisis no solo como expresión de lucha, sino como un proceso de ir más allá de lo existente, proyectarnos hacia el mundo de lo que todavía no es. La lucha contra el dominio del dinero es lo que nutre estos textos de Holloway. Nos plantea que el núcleo genético del capital se mantiene vivo y acechando en las experiencias del socialismo real y en los gobiernos llamados populistas y progresistas. Contra el dinero es pensar aquí y ahora en un más allá sin el predominio del dinero.
En anexo se encuentra un breve texto que centra su mirada sobre el tema del dinero y su relación con la lucha y los caminos abiertos por la experiencia que se desarrolla en la Selva de Lacandona desde hace más de dos décadas. Agradecemos a John su beneplácito para su inclusión en este volumen.
(Juana del Pozo)
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