En un hermoso primer verso de un poema, Paul Verlaine escribió: L’espoir luit comme un brin de paille dans l’étable. La esperanza brilla como una brizna de paja en un establo. El establo, para nosotros, es el capitalismo. Dentro del establo está todo aquello que se vincula con él: dinero, explotación, leyes, estado, representación, etcétera. Pero dentro del establo centellea también la pequeña brizna que brilla, la esperanza. Los zapatistas vienen siendo desde hace muchos años esa brizna de esperanza que brilla dentro del establo capitalista. No la única brizna, pero sí, muy posiblemente, la más importante que ha fulgurado en los últimos cincuenta u ochenta años. Hay que retrotraerse hasta el momento de las colectivizaciones libertarias de los pueblos campesinos de Aragón, durante la revolución española, o hasta la Comuna de París en el siglo XIX, para encontrar destellos de semejante construcción fáctica de la rebeldía.
Ahora, en medio de la catástrofe con la que el capitalismo desbocado amenaza al mundo -lo que el zapatismo describe como la Tormenta que viene y que ya está-, y que golpeará no sólo a los zapatistas, sino a todos los explotados y marginados por el capital en el planeta, a todos los que somos considerados como “población excedente”, el vendaval de la Tormenta capitalista remueve el pajar dentro del establo y corremos el riesgo de perder de vista nuestra brizna. O peor, de quedar encandilados por la abrumadora opacidad de la parva de paja que desborda el establo.
La brizna de la esperanza continúa titilando con destellos extraordinarios -aquellos que rompen el tiempo ordinario de la lógica del capital-, pero la opacidad de lo ordinario y la mercancía se hace tan fuerte, casi omnipotente, que incluso algunas de sus pajas opacas nos confunden: parecen adquirir cierto resplandor y esperanza.
Pero es un falso barniz. Si hay alguna esperanza allí, es una esperanza ordinaria. Otra falsa esperanza (fetichizada) del capital.
La brizna de paja zapatista que destella en el establo es esperanza y la esperanza es siempre tan extraordinaria como incómoda. Más aún cuando los cantos de sirena del capitalismo “progresista” resuenan monótonamente como una letanía fatídica que pretende enmudecer el grito de la brizna en medio de la Tormenta. Si la esperanza no es incómoda, al final resultará en una desesperanza horrible. Una esperanza no sólo fetichizada: una esperanza sin esperanza, una esperanza que renueva el tiempo ordinario del capital.
Una falsa esperanza mortal, porque esa esperanza ordinaria cabalga sobre la Tormenta con intenciones de apagar el brillo de la brizna de paja extraordinaria. La opacidad de lo ordinario capitalista, en todas sus versiones -se autodenomine de derecha o de izquierda-, anhela extinguir el destello de la brizna zapatista. Subsumirlo en la opacidad. Necesita apagarlo para sustentarse y reproducirse.
Los zapatistas están haciendo una propuesta, un llamado, que si lo escuchamos bien, es un grito, un rugido en medio de la Tormenta. No es un grito de histeria, sino sosegado y reflexivo, porque es un grito zapatista. Es un llamado urgente contra el predominio (opaco) de la ordinariez arrolladora y cotidiana del capital, sus múltiples y deslumbrantes fantasmagorías (o falsas conciencias, diría Marx) y sus amenazas inmediatas.
¿Cómo vamos a responder a ese grito del zapatismo? ¿Con qué preguntas lo oiremos respirar? ¿Lo vamos a rechazar? ¿O simplemente lo dejaremos pasar?
Aquellos que somos y hemos sido parte de lo que podríamos denominar “constelación zapatista”, un espacio que nos incluye a todos los que de alguna manera, más cercanos o lejanos de la geografía de Chiapas, con mayor o menor contacto con los zapatistas, hemos seguido y compartido con ellos, nos hemos entusiasmado y esperanzado con sus experiencias y sus prácticas autónomas por más de veinte años, debiéramos pensar en cómo escuchar mejor el llamado nos hace ahora el zapatismo. En cómo defender y cuidar al zapatismo frente a los cantos de sirena envenenados del capitalismo y cómo desplegar todavía más nuestro propio zapatismo. Hacernos carne en la constelación zapatista amenazada.
Sin el zapatismo, o con un zapatismo más débil, el establo, el mundo signado por el capitalismo, será mucho más horrible de lo que hoy es.
Autor: L.M. Bardamu
Septiembre de 2018