El libro “Femonazionalismo” de Sara Farris publicado recientemente en italiano, analiza la convergencia sin precedentes entre nacionalistas, neoliberales y feministas.
En el campo feminista se está librando una batalla semántica por el resignificado de las palabras que construyen el límite del discurso público del feminismo. El libro de Sara Farris Femonazionalismo es una excelente brújula para orientarnos y comprender realmente cuáles son las fuerzas en juego en esta batalla en curso.
Femonazionalismo trasciende el momento actual, por cuanto es una investigación sociológica realizada entre 2000 y 2013 sobre el surgimiento de una alianza inesperada entre nacionalistas, neoliberales y femócratas (un neologismo compuesto por feminista y burócrata) en Francia, Holanda e Italia.
Esta “convergencia sin precedentes” ha construido el nuevo enemigo público de las sociedades europeas, “el inmigrante-musulmán-fundamentalista-machista chovinista”, y la nueva víctima a salvar: “la muijer musulmana-atrasada-con velo”. Por tanto, es una “convergencia entre las posiciones islamófobas de algunas feministas y las de los nacionalistas y neoliberales”.
El femonazionalismo “se constituyó y se nutrió a partir de la producción de significados que han saturado el imaginario cultural occidental: son significados, símbolos, imágenes y regularidades discursivas de las que se impregna el sentido común”. Sentido común que hoy asocia indiscutiblemente al Islam con la violencia, y en particular con la violencia contra la mujer. Farris comienza su investigación sobre las causas de esta inesperada alianza desviándose de quienes la consideran solo una cuestión de confusión o ignorancia. La autora, analizando lo que realmente han producido las políticas y la retórica femonazionalista va, en cambio, en busca de los nudos alrededor de los cuales se ha hecho esta alianza.
Farris analiza los programas de integración cívica de Holanda, Francia e Italia, y las directivas europeas relacionadas, destacando que, a pesar de presentarse como tales, no son programas para promover la igualdad de género y la emancipación de la mujer. Las mujeres migrantes son abordadas, en primer lugar, como madres para ser “reeducadas” y dirigidas únicamente hacia trabajos en el sector doméstico y de cuidados, los mismos sectores que las feministas occidentales rechazan.
Y es aquí donde la denuncia de Farris es dura: “estas feministas, asociaciones de mujeres y femócratas […] han reforzado las condiciones para la reproducción social de la segregación de los inmigrantes musulmanes, los roles de género tradicionales y la injusticia de género”. Para no caer en esta trampa, hay que liberarse tanto de la idea de que las mujeres inmigrantes como las musulmanas son un monolito, constituido desde la ideología de que la emancipación de las mujeres es un proceso con las mismas etapas para todas.
El libro Femonazionalismo consigue captar el vínculo existente entre el discurso público antiislámico y las decisiones de política económica que se esconden detrás de los programas de integración para mujeres migrantes.
En este sentido, el de Farris es un análisis que conecta las construcciones ideológicas con la estructura económica considerándolas en una relación de influencia recíproca, donde una no puede prescindir de la otra, como enseña el marxismo de Gramsci. El método que utiliza Farris quizás también sea útil para analizar otras “convergencias inéditas” como las que existen entre cierto tipo de feminismo trans y la derecha neoliberal, por lo que deberíamos preguntarnos, desde el punto de vista cultural y económico, qué es verdad y no solo lo que está mal.
Reseña de Vanessa Bilancetti, 22 de diciembre de 2020, dinamopress.