A la vuelta de la casa, de la casa de ustedes, en Puebla, México, hay un parquecito a donde llegan ahora con regularidad las caravanas con cientos de centroamericanos que se dirigen al norte para llegar a la tierra de sus sueños. Es imposible hablar de fronteras sin empezar con estos migrantes.

1. ¿De dónde vienen? Del futuro. Llegan huyendo del futuro. Del mundo destruido por el capital. De los efectos del calentamiento global y de la destrucción ambiental, del auge de la violencia criminal, de la desigualdad creciente que es parte del capitalismo moderno. Uno de los éxodos más grandes de la historia, están huyendo de la extinción que amenaza a todas y todos. En las últimas semanas se ha hablado mucho de la Extinction Rebellion (Rebelión contra la Extinción) en Gran Bretaña. Me parece que ellas y ellos son parte de la misma rebelión contra la extinción. Nos están señalando la urgencia de la crisis mundial.

2. ¿A dónde van? Ya sabemos. Van a esperar tal vez meses por el lado mexicano de la frontera en Tijuana, esperando la posibilidad de tener una cita con las autoridades estadounidenses. Algunos van a tratar de cruzar ilegalmente, algunos van a morir en el intento, algunos van a caer en las manos de las patrullas fronterizas, algunos van a pasar. Algunos nunca van a llegar a la frontera por caer en las manos de los narcos que los van a obligar a trabajar para ellos o simplemente matarlos. Muchos van a ser interrogados y enviados de regreso a sus países. Pocos van a tener la suerte de llegar al capitalismo norteamericano para vivir en la miseria, la discriminación y la inseguridad que caracterizan la vida de los migrantes.

Entre los migrantes hay muchas mujeres jóvenes con bebés que me me hacen pensar en la Canción de Cuna de una madre proletaria de Brecht:

Hijo mío, poco importa lo que llegues a ser, los palos contra ti ya los tienen preparados. Porque a ti hijo mío, en este mundo sólo te espera el basural, y ya está ocupado.

La violencia, la discriminación, la pobreza, un mundo sin esperanza, o más bien un mundo donde cualquier esperanza es una ilusión.
No solamente para ellas y ellos, cualquier esperanza es una ilusión también para nosotros. Es la vejez: las esperanzas se develan como ilusiones. Pero no es cuestión de edad sino de los tiempos. El mundo nos está encerrando. Las fronteras se están endureciendo, los muros están creciendo. No solamente el muro de Trump, o el muro del Brexit, sino los muros conceptuales, los muros de lo que somos capaces de pensar. Tal vez todos tengamos que tomar como inspiración a los migrantes, que con sus hijos pequeños se niegan a aceptar las fronteras, que escalan los muros de cinco metros para tirarse abajo del otro lado, que cruzan los ríos, que arriesgan la vida para cruzar el Mediterráneo.

3. ¿A dónde quieren llegar estos locos? Llegan normalmente a un mundo de miseria, si tienen suerte, pero su sueño es todo lo contrario: llegar a un mundo de oportunidades, un mundo donde su dignidad se reconoce y se aprecia. Quieren llegar a un mundo que no existe. Viajan con un cuento de hadas en la mente, viajan hacia un mundo que existe solamente en su imaginación, es decir un mundo que de verdad existe en su imaginación. O tal vez en la de todas y todos: aún si no vivimos en las mismas circunstancias extremas, viajamos con un cuento de hadas en la mente, viajamos hacia un mundo que existe en nuestra imaginación.
Normalmente no se presta mucha atención a ese mundo que no existe, precisamente porque no existe. Pensamos que son unos locos, unos ignorantes, que seguramente van a desilusionarse mucho, pero ni modo, así es la vida. Es decir que vamos construyendo o reforzando una frontera entre el mundo que existe y el mundo de los anhelos, el mundo que tal vez podría ser.
Es este mundo que no existe el que me interesa, este mundo del cuento de hadas, este mundo de locura. ¿Por qué hablar de eso? Sobre todo porque lo que me da terror es que lo estamos perdiendo, que en las universidades estamos construyendo muros que lo esconden totalmente de la vista. Igual que las fronteras físicas, las fronteras conceptuales se nos van cerrando, empujándonos hacia la conformidad. De hecho, es lo que he visto en estos días: todo el mundo habla de los cambios en el imperialismo, nadie ha hablado de revolución, ni de cambio radical desde abajo. ¿Por qué? ¿Por qué aceptar la construcción de esta frontera conceptual?
Este mundo de los sueños no existe, pero tiene una fuerza real. Los migrantes huyen, pero también quieren llegar. Es un mundo falso, una imagen mentirosa que se nos proyecta todo el tiempo en la televisión y las películas (el sueño americano), pero es una mentira que refleja la fuerza del anhelo. Incluso si pensamos que el bebé está destinado al basural, hay más que eso. La nana de Brecht sigue:

Hijo mío, escucha lo que tu madre te dice: A ti te espera una vida peor que la peste. Pero yo no te he llevado tanto tiempo dentro mío para que lo soportes todo tranquilamente.

Es esta negación, este rechazo, que expresa la mamá en la canción y que compartimos nosotros, es esta negación que nos hace seguir explorando el mundo loco que no existe.

4. Este mundo tiene un nombre, un nombre que no es nombre. Se llama no-lugar, utopía. ¿Dónde está? ¿Cómo llegar? Tomás Moro nos explica perfectamente en su libro cómo llegar a la tierra anhelada. Incluye en la introducción del libro una carta escrita por un amigo suyo, Peter Gilles,  dirigida a otro amigo, Jerome Busleiden. En esta carta Gilles habla del encuentro en una reunión social en Amberes en 1515 entre Moro y Rafael, el viajero que acababa de regresar de Utopía:

“Moro está un poco preocupado porque no sabe la posición exacta de la isla. De hecho, Rafael sí la mencionó, pero sólo rápidamente y de paso, como si pensara regresar al tema después y,  por alguna razón, los dos estábamos destinados a perderla. Ves, justo cuando Rafael tocaba la cuestión, un sirviente se acercó a Moro y le susurró algo al oído. Y aunque eso me hizo escuchar con más atención, en el momento crítico uno de sus colegas empezó a toser ruidosamente –supongo que se resfrió en el barco– de modo que el resto de la oración de Rafael fue totalmente inaudible.”

Entonces Moro nos deja con un problema. No sabemos llegar a Utopía. Después de tantos años no sabemos cómo hacer la revolución, cómo hacer realidad los sueños de estos viajeros centroamericanos, y tal vez por eso preferimos no hablar del tema.
La tos es de una importancia tremenda, sobre todo ahora en el Siglo XXI. Tenemos que reconocer que la revolución es de una urgencia terrible pero al mismo tiempo tenemos que decir que no sabemos cómo hacerla. Las revoluciones del siglo XX fracasaron, a veces con consecuencias terribles. Supongo que eso fue la base de mi discrepancia con Ángeles Diez anoche. Ella utilizó el esquema tradicional leninista y estado-céntrico de la revolución, y mi reacción fue que eso sencillamente no funciona, y que tenemos que repensar todo. Si simplemente seguimos hablando de cambios en el mundo de la dominación, como hizo Alberto hoy por la mañana, nos estamos cerrando a la única pregunta que importa: ¿cómo salimos de aquí, cómo creamos otro mundo? No sabemos. No sabemos y por eso tenemos que pensar. Nos está persiguiendo el futuro, la extinción futura, por eso tenemos que pensar, que experimentar, que preguntar. No conocemos la respuesta, por eso tenemos que caminar preguntando.

5. Moro no nos da una respuesta, pero con su presentación del viaje de Rafael, Moro nos indica que el punto de partida es la rabia, la desesperación resultante del cercamiento de la tierra y el hambre de la gente a principios del siglo XVI. Su punto de partida es negativo, y realmente no es muy diferente del punto de partida de los migrantes.
El libro de Moro es hermoso, pero tiene un problema. Empieza con una crítica fuerte a la sociedad inglesa de su época, también retoma este anhelo de un mundo mejor que es parte de cualquier crítica radical, pero en la segunda parte el libro nos aleja de este anhelo colocando su mundo mejor en una isla, con una sociedad aparentemente ideal, pero con reglas muy estrictas y todo preordenado. Toma el anhelo de un mundo mejor que es parte de cualquier sistema de opresión y lo positiviza. Le quita su gramática negativa. El anhelo de un mundo mejor siempre está dirigido en contra del mundo existente, es una fuerza negativa, antagónica. Hay un antagonismo entre el anhelo y el mundo que existe. Empieza con un NO, un ¡Ya basta! En realidad, la utopía que se expresa en los sueños de los viajeros no es un no-lugar, es un anti-lugar: no es una Utopía sino una Antitopía. La brecha entre los sueños de los migrantes y la realidad que encuentran es un antagonismo. La opresión misma ya contiene su antagonismo: no puede ser cuestión de estudiar primero la dominación y después la lucha.

6. Un mundo que no existe, un mundo bajo tierra, un anti-mundo con gramática negativa.
Bajo la tierra vive el topo, símbolo de revolucionarias y revolucionarios, fuerza destructiva e impredecible. Símbolo también de la antítesis, de estas fuerzas subterráneas que de repente se revelan y rompen la tesis establecida, las tesis con sus fronteras definidas. Hablar de fronteras es, al mismo tiempo, hablar de las fuerzas que van socavando las fronteras. Es hablar de los movimientos en-contra-y-más-allá de cualquier frontera. La frontera nunca es el límite absoluto que quiere ser. Al contrario, su existencia misma es una invitación a romperla, a proyectarnos más allá. Si no hablamos de anti-frontera en el mismo momento que hablamos de frontera, estamos fortaleciendo la frontera, abstrayéndola del antagonismo social.
Lo difícil, por supuesto, es que por momentos tenemos la impresión de que el topo está durmiendo, o tal vez ya está muerto de agotamiento o desilusión. Posiblemente esto tiene que ver con una positivización de la idea del anti-mundo, cuando en realidad es un mundo negativo, constituido por nuestra negación del mundo existente. La lucha de clases está ahí todo el tiempo. El capital es un ataque constante contra nosotros y nosotros resistimos todo el tiempo, consciente o inconscientemente.
Esto es lo que pasa con el concepto de la clase trabajadora. En lugar de entender a la clase trabajadora como el polo de una relación antagónica, constituido por su antagonismo con el capital, la ideología de los partidos comunistas y del movimiento obrero la positivizó, como un grupo definido de personas (básicamente hombres). Luego, cuando este grupo no hizo la revolución esperada, se abandonó el concepto de clase, sustituyéndolo con la idea de los movimientos sociales, donde se pierde toda idea de un antagonismo social fundamental, todo concepto del ataque del capital contra la humanidad. Sí, hay que mantener la idea de la clase trabajadora, pero entendiéndola como rechazo al trabajo abstracto o enajenado, es decir como anti-clase anti-trabajadora.

7. Esta idea de una gramática negativa me parece fundamental. Afecta, por ejemplo, a cómo leemos El Capital. El libro de Marx empieza con una oración que dice: “La riqueza de las sociedades en las cuales domina el modo de producción capitalista aparece como una ‘gigantesca acumulación de mercancías’, y la mercancía como la forma elemental de esa riqueza.” En esta sociedad la riqueza existe en la forma de mercancías.
Si no existiera en esta forma, ¿cómo sería la riqueza? Marx nos cuenta en un pasaje de los Grundrisse:

“Si se despoja a la riqueza de su limitada forma burguesa, ¿qué es la riqueza sino la universalidad de las necesidades, capacidades, goces, fuerzas productivas, etcétera, de los individuos, creada en el intercambio universal? ¿…la elaboración absoluta de sus disposiciones creadoras sin otro presupuesto que el desarrollo histórico previo, que convierte en objetivo a esta plenitud total del desarrollo, es decir al desarrollo de todas las fuerzas humanas en cuanto tales, no medidas con un patrón preestablecido? ¿Una elaboración como resultado de la cual el hombre no se reproduce en su carácter determinado sino que produce su plenitud total? ¿Una elaboración como resultado de la cual no busca permanecer como algo devenido sino que está en el movimiento absoluto del devenir?”

Este movimiento absoluto del devenir existe encarcelado dentro de los límites de la mercancía. Eso es lo que nos está destruyendo: el hecho que todo se vende y se compra, todo está subordinado al dinero. Pero no solamente dentro, sino desbordando: en, en contra y más allá. Marx no dice primero “aquí está la máquina”, sino lo contrario: aquí tenemos un mundo de lucha, la lucha entre dos formas de organizar la vida, dos formas de pensar. Aquí tenemos un potencial enjaulado, encerrado dentro de las fronteras pero que, al mismo tiempo, va rompiendo estas fronteras. La riqueza existe en contra de la mercancía, en-contra-y-más-allá de la mercancía. El Capital es la historia de esta interacción-desbordamiento. No es simplemente la historia de la mercancía, el valor, el trabajo abstracto, el dinero, el capital, sino que en cada momento hay una contrafuerza, un desarrollo de la riqueza: el valor de uso, el trabajo concreto, las fuerzas de producción. Es el movimiento del submundo, de la oposición latente. Nos abre la perspectiva de pensar en la revolución no como el triunfo del partido revolucionario, que ya no existe, sino como emancipación de la riqueza.

8. Este mundo bajo tierra, este anti-mundo de rebeldía, de no aceptar, es el mundo que todavía-no existe, es decir, es un mundo latente, que existe todavía-no, como anticipación, como esperanza, como los sueños locos de los migrantes que van hacia al norte. También existe en nuestra presencia, estamos aquí con nuestro sueño de un mundo mejor, cuando toda la experiencia actual nos dice que no va a haber un mundo mejor, que el mundo está yendo en el sentido contrario. También existe en todos los esfuerzos de los maestros de secundaria que he encontrado aquí, y que están haciendo todo lo que pueden para asegurar que esta idea del mundo que todavía-no-es sobreviva en la mente de sus alumnos. El gran teórico del todavía-no fue el filósofo Ernst Bloch, con su libro El Principio Esperanza, tal vez el libro más bello del siglo pasado. La anticipación de otro mundo, es decir la anticipación activa de otro mundo, como movimiento contra-y-más-allá del mundo actual, existe por todos lados. Ahora, cuando parece que ya no hay posibilidad de crear otro mundo, que la esperanza está muerta, la necesitamos más que nunca.

9. El todavía-no es una inquietud, un desasosiego, un desbordamiento constante. Es el movimiento del devenir absoluto que para Marx es la esencia de la riqueza. Es el desasosiego de la vida, que está en el centro de la filosofía del joven Hegel. Es la no identidad de Adorno. Para Adorno, la no identidad es lo que no se puede domar por el concepto identificador. Como lo leemos nosotros en Puebla, el gran aporte de Adorno es que nos permite entender al capital como sistema de identificación, como un sistema para encapsularnos dentro de las identidades, dentro de clasificaciones, definiciones. Un sistema de identificación que nos lleva, entre otras cosas, al racismo, cuya expresión suprema fueron los horrores del campo de concentración en Auschwitz. Adorno es el filósofo de la no identidad, de lo que nunca se deja captar por la identificación, es decir por el capital. La política anti-capitalista es, entonces, necesariamente, una política antiidentitaria, una política que rechaza las etiquetas, las clasificaciones, las fronteras.
Los sueños de los migrantes no son ridículos, más bien son parte de un mundo de locura, de un mundo latente, de un mundo antiidentitario, de un mundo de riqueza que existe no solamente en la forma mercantilm sino también contra-y-más-allá de ella. De un mundo que todavía no existe y por lo tanto existe ya como todavía-no, como anhelo, sueño, lucha. Los sueños de los migrantes no son ridículos porque existen también en las cabezas de todas y todos los que estamos aquí presentes. Como dice Arundhati Roy: “Otro mundo no es solamente posible, ella ya está en camino. En un día tranquilo, puedo escucharla respirar.” Eso es lo que escuchamos en los sueños absurdos de los migrantes, en su NO masivo a las fronteras.

10. Al principio dije que ésta es una plática sin nombre. En realidad tengo dos nombres posibles para la plática. Es un poco como en esos libros para niños, donde el lector puede ir moldeando la trama o, en este caso, escogiendo el título. El primer título posible es Canción de la Extinción, Extinction Song. Como nunca antes, ahora estamos enfrentados con la posibilidad, muy real, de la extinción de la humanidad y de gran parte de la vida terrestre. Es la dinámica del capital, la dinámica generada por esta organización social que nos está empujando en esa dirección, con una fuerza y velocidad extraordinaria.
Eso es lo que lo hace más urgente que nunca que rompamos con el capital, con la dinámica de “¡Acumulad! Acumulad! ¡He aquí a Moisés y sus profetas!” (El Capital). No lo podemos hacer repitiendo las fórmulas del siglo pasado, que fracasaron. Tenemos que reinventar la revolución, como ya lo están haciendo muchos movimientos y grupos, como los zapatistas en México. Tenemos que caminar preguntando, tomando como punto de partida no la dominación, no la victimización, sino la dignidad. Solamente si nos movemos así podemos cambiar el nombre de la ponencia. Podemos abandonar la Extinction Song y hablar de una Redemption Song, la Canción de la Redención, dedicada a la redención de los sueños locos de los migrantes.

John Holloway

Texto de una plática en La Semana de Filosofía organizada por Aula Castelao en Pontevedra, Galicia, 26 de abril de 2019, con muchas gracias a los organizadores. Enviado a Comunizar por el autor.

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Canción de cuna IV de Bertolt Brecht

Hijo mío, poco importa lo que llegues a ser,
los palos contra ti ya los tienen preparados.
Porque a ti hijo mio, en este mundo
sólo te espera el basural, y ya está ocupado.

Hijo mío, escucha lo que tu madre te dice:
A ti te espera una vida peor que la peste.
Pero yo no te he llevado tanto tiempo dentro mío
para que lo soportes todo tranquilamente.

Lo que no tienes, no lo des por perdido.
Lo que no te den, consíguelo cueste lo que cueste.
Yo, tu madre, no te he parido
para que de noche duermas bajo los puentes.

Quizá no estés hecho de una pasta especial.
No tengo dinero para ti, ni te dedique oraciones.
Mi confianza eres tú mismo, y espero no verte mal,
pidiendo en la oficina pública mientras tu vida se hace jirones.

Las noches en las que sin cerrar los ojos me acuesto a tu lado
y mi mano hacia tu pequeño puño se estira,
pienso en las guerras que contigo ya tienen planeadas.
¿Qué tengo que hacer para que no creas sus sucias mentiras?

Hijo mío, tu madre nunca te ha engañado,
haciéndote creer que eras diferente.
Te crió con mil sacrificios, y no para verte colgado
de una alambrada de púas gritando por agua, casi inconsciente.

Por eso, únete a los tuyos, hijo mío,
juntos hagan polvo sus dementes sueños de poder.
Tu y yo, y aquellos que son como nosotros,
tenemos que lograr de una vez por todas
que no haya en el mundo dos clases de personas.

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