“Ming Wang Xing Shi Ke”, película del año 2018, dirigida por Zhang Ming
Las peripecias para hacer una película, o no hacerla, han proporcionado un punto de partida bastante confiable en el cine desde tiempos inmemoriales. Pero el drama chino seductor, oblicuo y filosóficamente resonante titulado en inglés The Pluto Moment, ofrece un nuevo ángulo sobre el tema, que toma en serio la idea de que una historia es un viaje. En este caso, literalmente es un viaje de equipo de cineastas de bajo presupuesto, que se adentran en lo desconocido en un recorrido que podría o no terminar, como cualquier película, pero que ciertamente proporciona muchas metáforas.
Dirigida por Zhang Ming, esta road movie bellamente filmada y narrativamente discreta es un placer de ritmo pausado, a veces enigmático, que atraerá a quienes les gusta el cine artístico inteligente y a fuego lento. La historia comienza en Shanghái, donde el cineasta Wang Zhun se hace presente -con resultados irónicamente divertidos- en un set de filmación para visitar a su esposa, la exitosa actriz principal Gao Li. Al contrario de la de su esposa, la trayectoria de Wang Zhun es bastante más discreta: es un director de bajo presupuesto que lucha por obtener fondos, pero está impaciente por embarcarse en su próxima empresa. Su plan es hacer una película inspirada en “Los cuentos de la oscuridad“, una canción de duelo tradicional, por lo que se dirige a una región montañosa densamente boscosa de la provincia de Hunan con la esperanza de encontrar inspiración. Allí va descubriendo fuentes locales auténticas y escribiendo el guion mientras captura algunas imágenes útiles en el camino. Entre los que lo acompañan se encuentran la productora Ding, la camarógrafa Chun Du, un joven actor llamado Bai, y el excéntrico mandón del Partido local, Luo.
La logística resulta difícil, ya que Ding busca financiación local para recursos tan básicos como el transporte. Cuando la camioneta que los lleva se queda atascada en un río, Luo sugiere que todos caminen hasta la siguiente aldea, y el equipo se dirige a las montañas en una caminata que, de manera modesta, es su versión de la Gran Marcha de 1934-35. En el camino, Wang Zhun parece atascado en su busca de inspiración, mientras surgen tensiones silenciosas entre las dos mujeres, Ding y Chun Du, y esta última emprende un viaje por su cuenta, uniéndose a un grupo de personas que han hecho votos de silencio.
Con poca narrativa lineal y eventos convencionales, este viaje lánguido, a veces onírico, es muy digresivo, con la propia película de Zhang Ming abierta a la misma dimensión de azar que gobierna el deambular de sus personajes de ficción. Las diversas líneas temáticas alcanzan un punto crítico cuando el equipo llega a una aldea remota y tenemos un breve pero revelador vistazo a la vida de un nuevo personaje, la joven viuda Chung Tai. También esta sección es la que le da a la película su enigmático título en inglés: un maestro de pueblo le cuenta a un niño (el hijo de Chung Tai) sobre astronomía, aunque las derivaciones de la imagen, relacionadas con la distancia y la oscuridad, nunca se explican con detalle. Como sobre tantas otras cosas, en esta fascinante y elusiva deriva de un drama, el espectador debe reflexionar sobre ella, aunque The Pluto Moment exige ser más experimentada que intelectualizada, lo cual es una refrescante novedad en una película protagonizada por un director de cine y su equipo de rodaje.
Zhang Ming resiste la tentación de lanzarse a un discurso teórico sobre el medio cinematográfico (aunque el film no oculta un cierto número de reflexiones a este respecto, pero nunca como elemento central), y en su lugar embarca a sus protagonistas en un viaje de sutil autodescubrimiento, donde la atmósfera pesa más que la trama. Resalta el magnífico diseño sonoro, en el que irrumpen periódicamente sonidos rítmicamente reiterativos (ya sea una respiración entrecortada, el ruido de un cuchillo pelando papas o un fuerte ronquido) que, al igual que la propia canción ceremonial, funcionan casi como un mantra: es decir, no influyen por su significado sino por su capacidad de suscitar un cierto estado mental. Todo ello complementado por algunos momentos de gran fuerza lírica, como la escena en que la joven viuda ve cómo se filtra en su dormitorio el agua del piso de arriba, convertida en una hermosa representación de su deseo sentimental y sexual.
En una entrevista realizada en 2018, el mismo año de estreno de la película, Zhang, quien hizo su debut como director con In Expectation que se estrenó en Berlín en 1996, dice que el proyecto nació de su propio proceso de descubrimiento creativo: “La película se puede considerar como una presentación metafórica de las dificultades del proceso de realización de una película en sí, pero también quería enfatizar el sentimiento, muy emocional, de la realización de películas”. Aunque está sujeto a una misión creativa colectiva, “cada personaje de la película atraviesa su propio proceso interno de descubrimiento”. Lo que comienza como un viaje de exploración de ubicaciones se profundiza gradualmente en algo mucho más personal y ambiguo. “Durante el viaje, todos tienen más o menos su propia meta oscura o misión que cumplir”, explica Zhang. “Mi objetivo era suscitar una interpretación, o autorreflexión, dentro de la audiencia: siempre llevamos este sentido de misión inconclusa dentro de nosotros mismos”.
Zhang trató de capturar este sentimiento de autodescubrimiento a través de las cualidades formales de la película. Cada escena al aire libre fue filmada durante el amanecer o el anochecer para impregnar esa conmovedora sensación de transición que se produce durante la hora mágica. “Es un momento muy ambiguo en el que todos pueden sentir algo. Sentimos un deseo interior que hemos olvidado o un recuerdo de la infancia que en realidad siempre estuvo ahí: el conocimiento de que hay algo mucho más grande que hemos estado buscando pero que hemos olvidado debido al ajetreo de la vida diaria”.
El título de la película también pretende evocar esta sensación de vaga conciencia de la verdad cósmica. “Me impresionó mucho la idea de que el planeta Plutón exista en este tipo de luminosidad débil entre la claridad y la oscuridad”, dice Zhang. “Pensar en Plutón les da a todos esta sensación de oscuro misterio: está ahí, pero solo está parcialmente iluminado. Quería usar esto como una metáfora para representar la mentalidad del protagonista de la película, así como la mía como director detrás del proyecto; con suerte, la audiencia también lo sentirá y lo llevará consigo”.