Cuestión de libertad

Abdullah Öcalan


Libertad de Öcalan y Kurdistán

Abdullah Öcalan, quien puede considerarse una de las personas que más ha problematizado la cuestión de la libertad en la historia, nació el 4 de abril de 1948 en el seno de una familia kurda en el pueblo de Amara (oficialmente Ömerli), en la ciudad de Urfa, conocida como la ciudad de Abraham y habitada por kurdos y árabes, que hoy se encuentra oficialmente dentro de las fronteras de la República de Turquía. Esta geografía, donde comenzó la vida de Öcalan, eran las fértiles tierras mesopotámicas del río Éufrates, cuna de la revolución neolítica. En esta geografía, que ha albergado a numerosas sociedades a lo largo de la historia, pueblos de diferentes culturas, orígenes, religiones y lenguas han creado sus asentamientos, templos y memorias.

Sin embargo, con el establecimiento de Estados nación en la región, esta diversidad, que antes se consideraba una riqueza social, fue sustituida por políticas de exterminio, violencia y explotación. Mientras que los armenios, sirios y judíos que vivían en los pueblos vecinos de Amara fueron objeto de exterminio y deportación por no ser musulmanes; los kurdos fueron sometidos a un genocidio cultural e identitario mediante políticas de explotación y asimilación por no ser turcos, aunque fueran musulmanes. No debe sorprender que Öcalan, que vivió sus primeros años en una época en la que hablar kurdo, incluso cantar en kurdo, estaba prohibido, los kurdos eran vistos como una sociedad arcaica y las personas y el territorio kurdo estaban sometidas a la modernización mediante métodos coloniales, interiorizara más tarde sentimientos revolucionarios y pensara profundamente sobre el significado de libertad.

Öcalan se relacionó con organizaciones de izquierda en Ankara, la capital de Turquía, donde fue a la universidad, y luego, haciendo suya la tesis política «Kurdistán es una colonia», que se discutía en los círculos intelectuales kurdos, fundó el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) con 22 camaradas el 27 de noviembre de 1978 en el pueblo de Fis, en el distrito de Lice de Diyarbakır. En esta reunión fundacional, Abdullah Öcalan, conocido como «Apo» dentro de la organización, fue elegido líder del PKK. (PKK, 1978)

Fundado con una ideología marxista-leninista, el PKK amalgamó la imaginación de «establecer un Estado del Kurdistán unido», que era el principal objetivo de todas las revueltas kurdas desde la división del Kurdistán en 4 partes entre los Estados de Irak, Irán, Siria y Turquía, con la lucha de clases y la llevó a la perspectiva de un «Kurdistán socialista». En otras palabras, entrelazó la lucha nacional con la lucha de clases.  Para lograr su objetivo, el PKK se posicionó a favor de la lucha armada, un tema controvertido para la izquierda de la época. 

Durante este periodo, se preveía la posibilidad de un golpe militar contra la creciente organización de la clase obrera en Turquía. De hecho, este esperado golpe militar se llevó a cabo en Turquía el 12 de septiembre de 1980.  Más de un año antes del golpe, el 4 de julio de 1979, Öcalan cruzó la frontera y fue a Rojava (Kurdistán-Siria). Murat Karayılan, militante y comandante del PKK, afirma que Öcalan, como líder de la organización, tenía dos posibilidades en este periodo: ir a la montaña o salir de Turquía. Él piensa que hubo dos razones por las que se tomó la decisión de que Öcalan saliera del Kurdistán-Turquía: una era que el PKK, que estaba preparando la lucha armada, no sabía tácticas guerrilleras y de guerra; la otra era que estaban conscientes de que no se podría continuar la guerra contra el Estado turco si no se establecían relaciones exteriores con otros movimientos y luchas (Karayılan, 2011, p. 106). Ahmet Hamdi Akkaya, por su parte, piensa que la salida de líder del PKK de Turquía permitió que éste sobreviviera el golpe de 1980 (Akkaya, 2015). Porque dicho golpe aplastó a la izquierda y a todos los movimientos de oposición en Turquía; muchos líderes políticos de izquierda fueron capturados y ejecutados; miles de personas fueron desaparecidas bajo custodia; las cárceles se convirtieron en centro de tortura; la gente fue totalmente oprimida (Amnesty International, 1989). El Estado exhibió prácticas inimaginables en las provincias kurdas. El asesinato y el secuestro se hicieron sistemáticos. Miles de personas fueron asesinadas colectivamente en pozos ácidos. El estado de excepción se continuó hasta 2002 en las provincias kurdas (Hafıza Merkezi, 2020).

Öcalan, cuando llegó a Siria, se asoció con el Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP) y acordó que un grupo militante del PKK que recibiera formación armada en el campamento de ellos, en el valle de Bekaa, cual se convirtió en el principal lugar para la formación del PKK hasta 1992. Öcalan llevó a cabo todas sus actividades desde aquí hasta 1998 y lanzó la guerra contra Turquía en 1984 desde alli. 

El conflicto armado entre el ejército turco y las fuerzas del PKK pronto se extendió a la región kurda de Turquía. El PKK se transformó rápidamente en un movimiento popular y en una cultura de lucha.  Mediante de la lucha de guerrillas y los levantamientos populares a gran escala, creó un nuevo despertar entre el pueblo kurdo. Cuando el liderazgo de la lucha de las mujeres pasó a primer plano, se crearon las condiciones para la organización autónoma de mujeres que años más tarde presentaría la lucha kurda al mundo.  

Sin embargo, en 1998, en pleno alto el fuego unilateral, Turquía, respaldada por la OTAN, obligó a Abdullah Öcalan a abandonar Siria, amenazando a este país con la guerra. Öcalan viajó a Europa en busca de una solución política a la cuestión kurda, pero su solicitud de asilo político fue rechazada por muchos países europeos, y cuando quiso probar la opción de Africa, fue detenido durante un vuelo a Nairobi (Kenia) por una operación internacional y entregado al Estado turco el 15 de febrero de 1999. Desde entonces está encarcelado en régimen de aislamiento total en la prisión de alta seguridad de la Isla de İmrali. El encarcelamiento de Öcalan en Imrali significó el encarcelamiento de la cuestión kurda.

Por otra parte, Öcalan, encarcelado en İmrali desde hace un cuarto de siglo, se nutrió de las ideas de pensadores como Antony Negri, Michael Hardt y Murray Bookchin, y criticó la idea de Estado y de poder a través de su análisis de la civilización, el socialismo real, los movimientos de liberación nacional, el capitalismo, el patriarcado partiendo del Medio Oriente. En este marco, actualizando los objetivos y métodos de la lucha por la libertad kurda, en 2005 desarrolló el paradigma del confederalismo democrático, que concibió como una sociedad sin Estado reinterpretando el «derecho de los pueblos oprimidos a la autodeterminación».

Öcalan logró transmitir muchas de estas ideas al pueblo kurdo a través de sus defensas ante los tribunales, y en lugar de defenderse a sí mismo en los tribunales, defendió al pueblo kurdo y la lucha por la libertad con la afirmación de «defender a un pueblo» (Öcalan, 2004).  Por eso, en la cárcel, donde entró como líder del PKK, se convirtió en un líder del pueblo kurdo y en el defensor más consecuente de ello. Por eso, para la mayoría de los kurdos, la libertad de Öcalan significa la libertad del pueblo kurdo, y la Libertad de Kurdistán. 

El texto que sigue es un capítulo del libro La sociología de la libertad (Özgürlük Sosyolojisi), recopilado a partir de estas defensas.

Azize Aslan

 

Referencias

Akkaya, A. H. (2015). Kürt Hareketi’nin “Filistin Düşü”. En J. Jongerden, A. H. Akkaya, & B. Şimşek, İsyandan İnşaya Kürdistan Özgürlük Hareketi (págs. 75-99). Ankara: Dipnot.
Amnesty International. (1 de January de 1989). Turkey: Deaths in Custody. Recuperado el 16 de 11 de 2020, de Amnesty International Newsletter: https://www.amnesty.org/download/Documents/200000/nws210011989en.pdf
Karayılan, M. (2011). Bir Savaşın Anatomisi: Kürdistan’da Askeri Çizgi . Neuss, Alemania: Mezopotamya Yayınları.
Öcalan, A. (2004). Bir Halkı Savunmak. Weşanên Serxwebûn 135.
PKK. PKK Kuruluş Bildirgesi. Weşanen Serxwebûn 25. Serxwebûn, 28 de Kasım de 1978.

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Cuestión de libertad

Me atrevo a decir que en el fondo el objetivo del universo es la libertad. Me he preguntado muchas veces si el universo en realidad no es más que una búsqueda de la libertad; siempre me pareció incompleto el definir la búsqueda de la libertad solo como una búsqueda humana y pienso que seguramente tiene algo que ver con el universo. Al pensar en la dualidad partícula-energía que supone el pilar fundamental del universo, se me hace evidente que la energía significa libertad. Tengo la convicción de que la partícula material es como un trocito de energía en cautiverio mientras la luz es un estado de energía. ¿Puede negarse la tendencia de la luz a fluir en libertad?

Por su parte, hemos de estar de acuerdo en que las partículas cuánticas, en tanto que componente de la energía más pequeño, son el factor que explica la diversidad. Y si el movimiento cuántico es la fuerza creadora de toda la diversidad, no puedo resistirme a preguntar: ¿no estará aquí el Dios que tanto buscamos? Cuando se dice que el supra-universo tiene el mismo carácter que una partícula cuántica, no puedo más que emocionarme: ¿no será esto la externa creación divina?

Respecto a la libertad, no hay que caer en la soberbia ni el reduccionismo humano. ¿Puede ser negada la gran lucha por la libertad de un animal enjaulado? ¿Acaso podemos explicar el trino de un ruiseñor, algo más perfecto que la mejor sinfonía, al margen de la libertad? Aún diremos más: ¿no hacen pensar en esa libertad los sonidos y colores del universo? ¿Cómo se puede explicar la lucha de las mujeres, cuya esclavitud es la más profunda y más antigua de la humanidad, si no es en base a esta búsqueda de la libertad? ¿No nos lleva a la misma conclusión que los más brillantes filósofos, como por ejemplo Spinoza, interpreten la libertad como una salida de la ignorancia, como lo que realmente da sentido a la existencia?

No quiero asfixiar esta cuestión con una descripción infinita o presentándome como un “condenado” desde que mi madre me dio a luz. Salvo algunos versos que he dedicado a Prometeo ni siquiera he intentado hacer poesía, que es una forma de búsqueda de la libertad. Pero ¿se puede negar que busco ardientemente el sentido de la libertad?

Mientras acometemos la problemática de la libertad social, esta breve introducción intenta mostrar la profundidad del asunto. La definición de la sociedad como una naturaleza cuya densidad mental es la más sofisticada, nos alumbra respecto al análisis de la libertad, puesto que en los ámbitos donde el intelecto es denso, se tiende a la libertad. Sería apropiado decir que cualquier sociedad cuanto más se concentre en el ámbito de la fuerza intelectual, cultural y mental, más tenderá entonces a la libertad; y que por lo tanto cuanto más se prive o se obligue a privarse a una sociedad de estos valores, tanto más vive esta en la esclavitud.

Cuando me centro en la cuestión hebrea, siempre salen a colación las dos características elementales del pueblo judío. La primera es el poder de la hegemonía del dinero; saben, tanto práctica como teóricamente, que dominando el dinero pueden dominar el mundo. A esto le podríamos llamar hegemonía material mundial. Pero aun tienen mayor habilidad en el arte de la hegemonía intelectual. Los judíos establecieron una hegemonía cultural que es tan antigua como la propia historia, primero a través de sus profetas, después con sus escritores y, en la modernidad capitalista, con todo tipo de filósofos, científicos y artistas. Por lo tanto, podría afirmarse que no existe otro pueblo tan rico y libre como el judío, como confirman algunos ejemplos actuales. La mayoría de los verdaderos líderes en el capital financiero globalizado son de origen judío. También nos podría dar una idea respecto a su poder intelectual nombres como el propio Spinoza, padre de la filosofía contemporánea, Marx en sociología, Freud en psicología, y Einstein en la ciencia física. Se podrían añadir cientos de teóricos del arte, la ciencia y la política. ¿Se puede negar entonces la hegemonía judía en el mundo intelectual?

La otra cara de la moneda son los Otros del planeta. La riqueza, la fuerza y la hegemonía material y intelectual se lleva a cabo a costa de la pobreza de los Otros del rebaño humano. Aquí también es válido aquel aforismo de Marx según el cual “si el proletariado quiere ser libre debe liberar a toda la sociedad”. Da la impresión de que Marx hiciera esta reflexión pensando en el pueblo judío, porque si los judíos quieren garantizar sus libertades, es decir sus riquezas e influencia intelectual, no tienen otro remedio que fortalecer moralmente la sociedad mundial para evitar, así, que surjan nuevos Hitlers. Su salvación solo es posible con la libertad del resto del mundo, y por eso esta tendría que ser la principal misión de un pueblo judío que ya ha realizado varias importantes contribuciones a la humanidad. Precisamente debido al genocidio, se puede comprender cómo esa presencia moral, esas riquezas, conseguidas a costa de la pobreza y la ignorancia de los excluidos, no suponen una verdadera libertad, porque la verdadera libertad debe compartirse por todos superando la disociación nosotros-vosotros.

Si analizamos la civilización central a la luz de la libertad, observaremos un proceso de esclavización que se intensifica gradualmente en tres dimensiones: la primera es la construcción ideológica, que en la sociedad sumeria se produce con la formación de temibles y opresoras divinidades mediante la mitología en el estrato más elevado del zigurat, reservado a la divinidad dominadora de la mente. Los pisos en medio son para la administración política de los sacerdotes. El piso inferior, por el contrario, está dedicado a los jornaleros, agricultores y artesanos, que deben trabajar a la fuerza. Se trata de un modelo que, en el fondo, no ha cambiado hasta la actualidad, salvo en la gran amplitud y difusión que ha alcanzado. Es un cuento con 5.000 años de antigüedad muy actual, mejor dicho, una realidad comprobada empíricamente. Analizar el zigurat es analizar el sistema de la civilización central y, por lo tanto, los fundamentos del sistema mundial capitalista. El desarrollo continuo de la acumulación de capital y poder es una cara de la  moneda, mientras que lo que nos encontramos en la otra cara es una espantosa esclavitud, pobreza y una humanidad convertida en rebaño.

Así se comprende mejor la profundidad de la cuestión de la libertad. El sistema de civilización central no puede mantenerse sin privar gradualmente a la sociedad de libertad, sin convertirla en un rebaño. Pero, para ello, la lógica que usa el sistema es la de crear más aparatos de capital y poder, es decir más empobrecimiento y domesticación. La relevancia del problema de la libertad, el que se haya convertido en asunto clave en cada periodo histórico, se debe al dilema existente en la propia naturaleza del sistema. El ejemplo judío no se ha citado en vano; resulta muy significativo ver el problema de la libertad y la esclavitud a través del ejemplo judío a lo largo de los siglos.

De esta forma podemos plantear mejor el tradicional debate sobre si es el dinero o la conciencia lo que da la libertad. El dinero, mientras sea instrumento de acumulación de capital, es decir de la confiscación de excedente y plusvalía, será siempre instrumento de esclavitud. El hecho de que genere masacres incluso contra sus propios dueños demuestra que no garantiza la libertad; el dinero juega el papel de la partícula de materia, opuesta a la energía, mientras la conciencia está más próxima a la libertad, una conciencia basada en la realidad abre siempre horizontes de libertad porque la conciencia implica una fluidez de energía.

Describir la libertad también como pluralización, diversificación y diferenciación en el universo facilitará igualmente la explicación sobre la ética social, pues estas hacen pensar en una capacidad de elección y una inteligencia implícita. Las investigaciones científicas confirman que las plantastienen un intelecto que les conduce a una diversidad, un hecho que se contrapone con la incapacidad de una fábrica construida por el ser humano para producir formas semejantes a las células de un ser vivo.

Aunque quizá no podamos hablar, como hace Hegel, de un intelecto universal (Geist), tampoco es una total tontería pensar en algo similar, una existencia similar al intelecto en el universo. Ese pluralismo y esa diversidad que tanto nos recuerdan a la libertad podrían ser el destello de ese intelecto universal. Por lo que se refiere al ser humano lo podríamos definir como el ser más inteligente del universo. Pero, ¿cómo lo alcanzó? Se podría definir científicamente –física, biológica, psicológica y sociológicamente– al ser humano como una suma, como resultado de la histórica acumulación del intelecto universal; esta es la razón por la que varias escuelas filosóficas lo presentan como una reproducción a escala del universo.

En mi opinión, la conciencia y la flexibilidad intelectual de la sociedad humana constituyen el verdadero fundamento de la construcción social y, por lo tanto, podemos definir la libertad precisamente como una construcción social. En las primeras comunidades humanas ética y libertad iban unidas, mejor dicho, la libertad era la fuente de la ética, de la libertad consciente que fundamenta la sociedad.

Si entendemos que la elección ética deriva de la libertad, entonces podemos entender que la ética es la conciencia colectiva de la sociedad, siempre que tengamos en cuenta los lazos de la libertad con el intelecto, con la conciencia y con la mente. Sólo en este contexto tiene sentido llamar ética a la moral teórica, pues no podemos hablar de ninguna ética al margen de los fundamentos éticos de la sociedad, quedando claro que de las experiencias éticas se podría extraer una filosofía moral, una ética más eficaz. No puede haber ética artificial; la filosofía ética, es decir una ética más funcional, se basa en la experiencia. Sabemos que Kant hizo muchos esfuerzos respecto a este tema, y se entiende que este denominara ética a la razón práctica. Al mismo tiempo, este planteó la ética como elección y posibilidad de libertad, un punto de vista que aún hoy mantiene su validez.

También es obvia la relación entre política social y libertad. Es en el ámbito político donde las personas clarividentes combaten, se concentran e intentan llevar a la práctica las ideas con el mejor de los resultados; el arte de la política es un terreno sobre el que los participantes se hacen libres. Las sociedades que no hayan desarrollado una política social saben que esto termina en una privación de libertad que les pasará factura. La sublimidad del arte de la política aparece en este momento porque las sociedades (clanes, tribus, etnias, naciones e incluso los aparatos del Estado y del poder) que no desarrollan su propia política están condenadas a perecer. De hecho, no poder desarrollar la política significa no reconocer la propia conciencia, sus intereses vitales y, en definitiva, su identidad, es decir, lo peor que le puede ocurrir a una sociedad. Por eso la lucha por la libertad va unida a la defensa de esos intereses propios, a esa identidad y conciencia colectivas, es decir a una lucha política, sin la que no puede haber exigencia de libertad. Demandar libertad sin política sería un grave error.

Para que no sea desviada la relación entre política y libertad debemos trazar una clara división entre estas y las políticas del poder y el Estado (más bien habría que decir ausencia de política). Los aparatos de poder y estatales pueden tener estrategias y tácticas, pero no auténticas políticas. De hecho, la formación del poder y del Estado se caracteriza por la negación de las políticas sociales. Sus estructuras comienzan a funcionar cuando se anula la política, la palabra y, en definitiva, la libertad, y solo queda administración, sumisión, órdenes, leyes y normas. El poder y el Estado son como una mente congelada; esta es su fuerza y su debilidad, un terreno donde no se pueden encontrar ni garantizar las libertades. El hecho de que Hegel presente al Estado como el verdadero terreno donde está asegurada la libertad constituye el fundamento de todos los puntos de vista y estructuras de opresión de la modernidad, siendo el fascismo hitleriano el principal ejemplo de hasta dónde puede llegar este punto de vista. Incluso la concepción instrumental del socialismo científico, con Marx y Engels al frente, sobre el poder y el Estado como instrumentos básicos de la construcción socialista ha sido, involuntariamente, el mayor golpe asestado a la libertad y, por lo tanto, a la igualdad. Los liberales son los que mejor comprendieron la ecuación  “a más Estado, menos libertad”; y a ello deben sus victorias.

En definitiva, Estados y poderes, en tanto que instrumentos de opresión, solo son un tipo distinto de excedente y plusvalía, es decir de capital confiscado a la fuerza. El capital se estataliza y el Estado se capitaliza, y lo mismo vale para todos los aparatos de poder. Cuanta más libertad genera el ámbito político-social, mayor es la pérdida de libertad en el ámbito del poder y el Estado. También es posible que estas estructuras de poder y Estado doten de más riqueza y libertad a ciertas personas, sectores o naciones, pero solo a costa de la pobreza y la esclavitud de otros, como ocurre en el caso judío, con el agravante de provocar todo tipo de desastres, desde guerras al genocidio. La política ha sufrido su mayor retroceso con el sistema mundial capitalista, pudiéndose hablar de su verdadera muerte en esta etapa, la modernidad capitalista, momento cúspide del sistema de civilización central. Estamos ante un agotamiento político incomparable al de ningún otro momento y encontrándonos además con que ocurre lo mismo con la ética, siendo esta ámbito de libertad. Por lo tanto, si queremos esta libertad no hay más remedio que ponernos en pie y activar la ética, es decir la conciencia colectiva de la sociedad, y la política, es decir la mente común, con todas nuestras fuerzas y en todos los sentidos.

La relación entre libertad y democracia es más compleja, discutiéndose cual de ellas deriva de la otra. Ambas se retroalimentan debido a la intensidad de estas relaciones mutuas y si la política social está vinculada a la libertad, también la podemos relacionar con la democracia. La forma más concreta de política social es la política democrática, por lo que la podemos denominar como un auténtico arte de liberación; si no hay una política democrática tampoco habrá una liberación de la sociedad en general y de cada pueblo o comunidad en especial. La política democrática es la verdadera escuela donde se aprende y se vive la libertad, y cuantos más sujetos democráticos surjan, cuanto más se politiza, más libre podrá ser la sociedad. Si aceptamos la politización como forma principal de liberación, podremos hacer libre la sociedad en la medida que la politicemos y viceversa. No dudamos de que existen otros campos sociales, las fuentes ideológicas en primer lugar, que también alimentan a la libertad y la política, pero sus dos fuerzas principales que se generan y alimentan entre sí, son ellas mismas.

Por otro lado, puede provocar confusión la relación entre igualdad y libertad; de hecho, se trata de una relación tan compleja como la que guardan con la democracia. A veces, por ejemplo, se llega a una plena igualdad a costa de la libertad y se suele subrayar que ambas no pueden ir juntas y, de la misma forma, se dice que la conquista de la libertad implica que se hagan cesiones en el terreno de la igualdad.

Es necesario, por lo tanto, aclarar la diferencia entre estos dos conceptos y fenómenos. La igualdad es más bien un término jurídico, prevé los mismos derechos sin distinguir individuos ni comunidades. Sin embargo, la diversidad es una propiedad esencial del universo y de la sociedad, por lo que la igualdad solo adquiere sentido si la tiene en cuenta. Precisamente la idea de igualdad socialista no logró consolidarse porque no tuvo presente esa diversidad y este fue el principal motivo de que llegara a su final. La verdadera justicia solo puede realizarse bajo una concepción de la igualdad que tome como base la diversidad.

Determinar que la libertad depende en buen grado de la diversidad, puede establecer un importante lazo entre la igualdad y la libertad. La combinación de libertad e igualdad es uno de los propósitos fundamentales de la política social.

Tampoco podemos pasar por alto el debate relativo a la libertad individual o colectiva, a veces catalogadas, respectivamente, como negativa y positiva. Sin lugar a dudas, la modernidad capitalista exaltó la libertad individual -o negativa- a costa de la colectividad social. Es importante señalar que esta libertad individual consumió a la política social tanto como lo hizo el poder. Hay que esclarecer, por lo tanto, el papel del individualismo en la destrucción de la sociedad, de la negación de la ética y la política. Comprenderemos mejor el peligro de la cancerización del problema social si consideramos que el individualismo atomiza a la sociedad dejándola sin capacidad de resistencia frente a los aparatos de capital y poder. Sin cuestionar el ámbito de lo individual hay que señalar y cuestionar el individualismo ideológico, el liberalismo, como principal origen del desgaste de la política y la libertad social.

Ya hemos tratado el tema de la libertad colectiva, pero debemos insistir en la importancia de que la verdadera libertad pasa por la diversidad de identidades de todo tipo de comunidades (tribus, etnias, naciones, clases, profesiones, etc.) y por la garantía de sus intereses y seguridad. Podremos hablar de un orden social libre, exitoso y óptimo siempre que se armonicen ambas libertades; la individual y la colectiva. Por otro lado, por la experiencia del siglo XX, vemos que aunque parezcan opuestos, hay una gran semejanza entre la libertad individualista promovida por el liberalismo y la del colectivismo exaltada por el socialismo real; ambas son opciones del liberalismo como demuestra que sea la misma mano estatal la que ponga en marcha las estatizaciones o privatizaciones.

Está claro que, ateniéndonos a las catastróficas consecuencias de las experiencias de los modelos individualistas (liberalismo feroz) y de los colectivistas (socialismo faraónico) en el siglo XX, la sociedad democrática es la base más apropiada para armonizar las libertades individuales y las libertades colectivas; es el régimen político-social más idóneo no solo en el equilibrio de estas libertades sino para una concepción de la igualdad basada en la diversidad.

Cuestión de Libertad es un extracto de “La sociología de la libertad (Özgürlük Sosyolojisi)“, la traducción es de Azize Aslan y la revisión de John Holloway.