Pablo Ignacio Jiménez Cea

Los horrores que en este preciso momento tienen lugar en Gaza, que marcan una ruptura cualitativa en el proceso histórico contemporáneo y que constituyen el paradigma del futuro inmediato de la humanidad, no pueden ser comprendidos aparte del proceso de desarrollo y crisis de la civilización capitalista que alcanza un estadio histórico en el que Gaza se convierte en la imagen más concreta del porvenir para el resto del mundo. Hoy habría que invertir la célebre frase de la introducción de El Capital, en la que Marx señalaba que los países más desarrollados en la socialización capitalista ofrecen al resto del mundo la imagen más cercana de su propio futuro. Por el contrario, en el marco de la crisis fundamental de este modo de producción y de vida, habría que decir que hoy son las periferias del sistema mundial las que muestran a las naciones industrialmente más avanzadas la imagen de su futuro porvenir. Eso es, precisamente, Gaza, que hoy ya se extiende hacia El Líbano y que, a juzgar por los eventos recientes, es probable que prontamente arrastre al resto del mundo hacia un espiral de ciega violencia aniquiladora con consecuencias imprevisibles pero que, en última instancia, encuentran su conclusión lógica en la posibilidad de la autodestrucción completa de la especie humana bajo la forma de la guerra nuclear total.

La gravedad de la crisis de este proceso histórico dentro del marco del desarrollo y crisis de la civilización capitalista señala la necesidad de una crítica social radical con aspiraciones emancipatorias a la altura del momento presente, porque a medida que se acumulan los cuerpos mutilados, ahogados, evaporados, etc., en diferentes partes del globo, la humanidad entera se adentra en una carrera demencial de autoexterminio que se manifiesta en la proliferación global de escuadrones de la muerte, en el auge de movimientos neofascistas que disputan o que llegan al poder con éxito y en la competencia neoimperialista entre las naciones industrialmente avanzadas que se alinean en un sistema de bloques y alianzas económico-militares que delinean los contornos reales de un conflicto a escala global entre potencias nucleares que ya está teniendo lugar de manera cada vez más abierta en Ucrania y en Medio Oriente.

El caos está por todas partes, pero la perspectiva de una transformación social radical en ningún lugar. Este no es en modo alguno un accidente o el resultado de la mala voluntad de la humanidad para luchar por su completa emancipación. Por el contrario, este escenario histórico-objetivo que tiende a cerrar horizontes de transformación social radical tiene sus raíces en la dinámica intrínseca de este proceso, que manifiesta el creciente poder aplastante del capital pseudoautonomizado sobre los vivos. Es la propia dinámica del capital la que tiende a bloquear las posibilidades para la emancipación, para la emergencia de lo que podría ser diferente. Este es, entonces, un problema central y un punto de partida para una crítica social radical que, pensando desde Gaza en cuanto imagen histórico-concreta del presente y el futuro inmediato de la crisis de la civilización mundial del capital, entienda sus límites y sus condiciones de posibilidad para convertirse en una fuerza material e histórica capaz de oponer una alternativa emancipadora a este camino acelerado hacia la completa barbarie.   

En Gaza se dan cita todos los elementos de la catástrofe en curso, las líneas de tendencia y trayectoria decisivas de la crisis del capital que señalan los contornos de un nuevo género de barbarie del cual Auschwitz parece ser, a posteriori, sólo un funesto anticipo. Los nazis, pese a su conocida y explícita crueldad sin límites, buscaron por todos los medios posibles ocultar, incluso a sus propios adherentes civiles convencidos, la realización de la solución final que llevó al exterminio de seis millones de judíos europeos y otras vidas que los jerarcas nacionalsocialistas consideraron como matables, como no-humanas. Hoy, según cifras que se estiman conservadoras, podrían haber muerto cerca de 200.000 personas en Gaza desde el 7 de octubre, en un proceso de exterminio genocida abierto que se transmite en vivo al resto del mundo por todas las plataformas digitales conocidas[1]. Recientemente, después de la violación en manada de un ciudadano palestino encarcelado en uno de los múltiples campos de concentración y castigo del IDF, se levantó una parte importante de la sociedad israelí a exigir la liberación de los militares perpetradores del crimen[2]. Una parte importante de la población mundial ha visto videos de soldados del IDF arrojar palestinos desde las azoteas de edificios en ruinas[3], disparar con rifles de francotirador a niños que salían a buscar comida[4] y vaporizar a reporteros en automóviles claramente identificados como equipos de prensa internacional[5]. Mientras escribía este texto, fue publicado, y rápidamente censurado por las empresas de redes sociales, el vídeo de civiles quemados vivos tras un bombardeo en el improvisado hospital de Al-Aqsa[6]. Los horrores de la guerra industrial total del s. XX continúan hoy, transmitidos en vivo y en directo, en el campo de concentración a cielo abierto de Gaza, perpetuando la vieja y arcaica barbarie ahora actualizada con los métodos más eficaces que ofrece la tecnología de la transición a la cuarta revolución industrial para la eliminación de seres humanos.

Algo ha cambiado, a este respecto, entre Auschwitz y Gaza que responde a las configuraciones fundamentales del presente estadio histórico del capitalismo que comporta un agravamiento de la frialdad como principio constitutivo de la socialización capitalista. No sólo en lo que respecta su dimensión ligada a la pérdida de empatía y solidaridad en una sociedad fundada en la competencia que ya no conoce un afuera, que ha puesto sus particulares principios de organización y reproducción ampliada del capital como presupuestos de la persistencia de la misma vida humana y que reduce la libertad a la más pura autoconservación, sino también en lo que respecta a la creciente estupidización planificada de los seres humanos por medio de la seducción que operan los poderes de la industria de la cultura actual y el agravamiento de una lógica social mutiladora que impide y mutila en una magnitud creciente el desarrollo de las potencialidades humanas. En el mundo de hoy nos encontramos ante una situación en la que debemos luchar por evidenciar lo horroroso que es el bombardeo, exterminio y organización planificada del hambre de población civil empobrecida por poderes neoimperialistas que poseen los medios técnicos más sofisticados por la eliminación de seres humanos, ante una sociedad en la que gana terreno en el horizonte mental de millones de personas la perspectiva de que la tierra es plana, de que la ONU es una organización comunista, que las migraciones masivas son un gran reemplazo de la “raza” blanca orquestado por poderes mundiales ocultos en las sombras y que es lícito, e incluso deseable, encerrar, cazar, torturar y eliminar masas de seres humanos empobrecidos. Gaza es trasmitido al mundo entero, pero, salvo excepcionales e importantes protestas en los países occidentales, continúa inalterada la dictadura del valor que arrastra el mundo hacia su (auto)destrucción. Este es un problema candente para la crítica radical, porque es el problema de sus propias condiciones de existencia.

Este escenario, este terrible escenario, es el único terreno real e histórico-objetivo desde el cuál podría emerger, o no, lo que sería diferente, una alternativa práctica de transformación social radical. Para una teoría crítica con aspiraciones radical es fundamental reflexionar, a partir de esta objetividad real que determina las propias condiciones de posibilidad de la crítica, sobre las potencialidades efectivas que hoy existen para la constitución de una fuerza social e histórica capaz de oponer una perspectiva emancipatoria como salida de este camino demencial hacia la autodestrucción de la humanidad organizada en la forma capitalista.  Por mientras, a despecho de esto, la realidad es que el genocidio continúa y el mundo capitalista entero se encamina, lo sepa o no, a convertirse en Gaza. En este sentido, Gaza constituye el secreto revelado del mundo que lo hace posible, lo que implica que requerimos de encontrar los medios para evidenciar que las masacres se extenderán mientras no hayan sido abolidos los fundamentos mismos del orden social existente. Justicia para Gaza significa la abolición de las condiciones que la hacen posible, o sea, del capital como forma de reproducción social de la humanidad y de la ciega cadena de odio y venganza que constituye el escenario objetivo de la crisis mundial de la civilización capitalista.


Manifestación en apoyo a Palestina en Donostia, Pais Vasco. Mosaico humano que representa las víctimas de Gaza. (@ehbildu)

Notas:


[1] Véase en https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(24)01169-3/fulltext

[2] Véase en https://elpais.com/internacional/2024-07-31/el-escandalo-por-acusaciones-de-violacion-de-presos-palestinos-en-carceles-de-israel-salpica-al-gobierno-y-al-ejercito.html

[3] Véase en https://www.bbc.com/mundo/articles/c9dy5xnz9w3o#:~:text=%E2%80%9CLos%20soldados%20subieron%20y%20patearon,metros%20m%C3%A1s%20abajo%E2%80%9D%2C%20agreg%C3%B3

[4] Véase en https://elpais.com/internacional/2024-05-12/la-guerra-de-israel-contra-los-ninos-de-gaza.html

[5] Véase en https://cpj.org/es/reports/2024/02/la-guerra-entre-israel-y-hamas-en-gaza-eleva-la-cifra-de-periodistas-muertos-en-2023-a-niveles-catastroficos/#:~:text=En%20enero%20de%202024%2C%20los,el%20auto%20en%20que%20viajaban

[6] Puede encontrarse la noticia en https://x.com/QudsNen/status/1845605042969342208