Rafael Sandoval
NO se puede abordar concretamente ni contemplar la comprensión de una ruptura revolucionaria basándose en la noción abstracta y más bien reconfortante de un patrón dialectico contradictorio depurado y sencillo, que se resolvería por el mero hecho de existir: la “hermosa” contradicción en proceso. Este proceso nunca es sencillo; siempre está especificado por las formas y circunstancias históricas concretas en cuyo seno, por definición, se desarrolla siempre. (Théorie Communiste)
No le veo el caso de discutir la idea de libertad teniendo como interlocutores a los sujetos de la ultraderecha que se erigen como voceros de un sector de la clase capitalista, no encuentro la necesidad de escribir del tema de la libertad sólo porque Javier Milei uso esa palabra como parte de su documento de combate para llegar al gobierno en un proceso electoral que nada tiene que ver con la lucha contra la dominación (la dependencia, la representación, la burocracia y la jerarquía) y mucho menos contra la explotación en las relaciones sociales capitalistas actuales.
Más aún, el concepto de libertad tiene una historia limitada en el pensamiento revolucionario; con todo, me hace recordar que de las cuestiones fundamentales reivindicables de Marx es aquella idea que escribió al respecto de la libertad: “De hecho, el reino de la libertad solo comienza allí donde cesa el trabajo determinado por la necesidad y la adecuación a finalidades exteriores; con arreglo a la naturaleza de las cosas, por consiguiente, está más allá de la esfera de la producción material propiamente dicha.” (Marx;2009) (1). Con esta categoría de pensamiento sobre la libertad, es fácil concluir que la libertad solo podrá ser una realidad bajo el establecimiento del comunismo.
Pensar categorías de pensamiento que logren evadir la cooptación por parte del discurso político dominante, luego de la derrota infringida a las luchas anticapitalistas en el último periodo histórico no se ha logrado. Nick Srnicek, a propósito de uno de los debates que actualmente están de moda, el aceleracionismo, alude a esta misma idea de Marx y señala que “el ámbito de la libertad está más allá tanto de la producción material como de la centralidad del trabajo en nuestra sociedad” (Srnicek; 2019) (2). Por supuesto, es difícil no derivar de esta forma de pensar que seguimos anclados en la lógica racional de la relación social capitalista.
Considerando lo anterior, pareciera que la preocupación principal debería ser: cómo librarnos del trabajo explotado y abrumador de todo el tiempo de nuestra vida. Es necesario imaginar que solo entonces estaríamos en mejores condiciones para poder pensar en cómo nos libramos de toda manifestación y expresión del fetichismo de la mercancía que se despliega de la relación de explotación y dominación capitalista. Y lo digo así pues en la perspectiva de la destrucción del capitalismo solo cabe pensar en cómo dejar de reproducirlo y finamente destruirlo; por lo que no es muy prometedor que tengamos como punto de partida solo la posibilidad de superar el tiempo del trabajo explotado con el desarrollo de la tecnología y los medios de producción para empezar a liberarnos del tiempo del trabajo como sí el proceso de fetichización pudiera pensarse como etapas fragmentadas para superarlo.
Seguramente esta problematización que hago requiere más elaboración, pero por lo pronto, lo que pienso es que la idea y la perspectiva política que hay que reivindicar, aquí y ahora, es la del comunismo. Creo que es una de las pocas categorías de pensamiento que no tiene forma de interlocución ni de cooptación por la clase domínate, por la burguesía, es decir, por esa pluralidad de sujetos colectivos y singulares que configuran al sujeto social capitalista del planeta.
Además, si recordamos aquella otra idea de Marx que implicaba pensar la utopía, expresada a través de la frase, “a cada quién según su necesidad y a cada cuál según su capacidad”, (3) estaríamos encaminados con respecto a la única vía que es posible para concretar la libertad: el comunismo.
Entonces, cuál sería la pertinencia de debatir sobre la libertad aquí y ahora. ¿Qué sentido tiene pensar en la libertad aquí y ahora? Lo único que se me ocurre es problematizar aquello en torno a lo cual debatían Castoriadis y Pannekoek, en la que plantean cuestiones con respecto a la relación entre la libertad, la democracia y la autonomía. Esto, considerando que la necesidad de nombrar con palabras, con conceptos adecuados, lo que corresponde al hacer-pensante de sujetos sociales en la perspectiva anticapitalista, se convierte en una exigencia ético-política y epistemológica, de manera que evitemos usar un discurso conceptual conformado por un vocabulario que se adapta sólo a la práctica política de los sujetos del poder estatal y el capital; por tanto, eludir pensar en la libertad como necesidad en el contexto del capitalismo actual.
Democracia y libertad tal vez sean de las palabras más utilizadas y a su vez traicionadas, son las que los mediocres de la clase política, la mayoría de los académicos y los periodistas, pueden manipular con más facilidad. El uso de estas palabras tiene que ver con la perspectiva de sujetos situados en la lógica racional instrumental de dominación en el contexto actual.
Desde la perspectiva de los sujetos de la rebelión, la revuelta, la rebeldía y la resistencia anticapitalista, se puede decir que, durante los dos últimos periodos históricos de la era capitalista (casi los últimos cien años), han evitado el uso de estos conceptos al modo como se acostumbra por la clase política dominante. Por ejemplo, ante la palabra democracia han optado por otra palabra que se le puede oponer, más aún, que la hace resquebrajarse y agrietarse, se trata de la palabra autonomía.
Ahora bien, pensar desde la perspectiva del sujeto autónomo en potencia, la práctica de la democracia solo tiene sentido si es democracia directa y, en un contexto como el que prevalece en la actualidad, la práctica de la democracia implicaría una construcción desde abajo y donde el que mande, mande obedeciendo. En otras palabras, se trata, por dar solo algunos ejemplos, de la configuración de municipios autónomos, barrios autónomos, comunidades autónomas, colectivos autónomos, personas autónomas, de manera que así, ya estaríamos implicando otras palabras como las de comunidad o comunizar, entre otras.
No perdamos de vista que hasta las prácticas autonomistas han caído en procesos de cooptación por parte de programas del Estado, de Organizaciones No Gubernamentales o bajo la burocracia de la relación dirigentes-ejecutantes. Así mismo, pensar que la práctica de la libertad solo tiene sentido si es con relación a la autonomía, exige entender que no puede más que ser al mismo tiempo con respecto a lo colectivo y al individuo social, a lo cual falta considerar el contexto histórico-social en que se dé.
Pero veamos algunos razonamientos al respecto, recordando algunos de los escasos pasajes donde se advierte sobre la idea de libertad en pensadores que se plantearon tanto la revolución como el socialismo.
Bakunin utiliza la palabra libertad cuando dice que revolución auténtica es aquella que “tiene, pues, una dimensión práxica que, de hecho, es política, en el sentido original de la palabra. La revolución «se hace», es decir, se vive, y sólo en la medida en que transforman las condiciones reales de existencia, en que se plantea y resuelve la cuestión del pan y la libertad, en que se ponen las condiciones de una vida digna del hombre, se puede pensar en organizar una nueva realidad [así que] el verdadero problema está en cómo llevar a la práctica esta revolución; cómo «abolir completamente, en el principio y en los hechos, todo eso que se llama poder político»; cómo vencer al demonio congénito del poder” (Bakunin en Velasco, 1993: 191 y 203). (4)
Con esto me viene también otra idea fundamental que se le atribuye a Marx, “la emancipación de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos”; idea fundamental que los trabajadores exigieron se plasmara en un manifiesto de la Primera Internacional, idea que implica la creación de un sentido de la vida que aún no se ha podido concretar y que tal vez está por-venir en la historia de la humanidad, durante el cual se tendrá que descubrir y realizar su potencial, como también sus propios métodos de lucha.
Hay otros ejemplos respecto de cómo ha sido pensada y problematizada la cuestión de la libertad, siguiendo el debate entre Castoriadis y Anton Pannekoek, este último en su libro Los consejos obreros a propósito de la revolución en curso aludía a la necesidad de tomar en cuenta “las diversas fuerzas en acción y sus relaciones”, a lo cual Castoriadis le contesta: “Usted dice: la participación de los obreros no basta para definir el movimiento. Por supuesto, desde el momento que un combate se convierte en un combate de masas, los obreros están presentes, ya que son las masas. Sin embargo, el criterio no es ése; se trata de saber sí los obreros se encuentran allí como la pura y simple infantería de la burguesía o sí combaten por sus propios objetivos. En una revolución en la que los obreros luchan por la «Libertad, Igualdad y Fraternidad» —y cualquiera que sea el significado que subjetivamente dan a esas consignas—, son la infantería de la burguesía”. A su vez Anton Pannekoek revira “La principal condición para la conquista de la libertad para la clase obrera es que la concepción del autogobierno y autogestión del aparato de producción esté arraigada en la conciencia de las masas. (S. ou B., nº 14, abril 1954. Segunda carta de Anton Pannekoek) (5)
Otro pasaje se puede apreciar cuando Cornelius Castoriadis plantea que “hay que afirmar vehementemente, contra los lugares comunes de cierta tradición liberal, que no hay antinomias, sino que hay implicación recíproca entre las exigencias de la libertad y de la igualdad” (Castoriadis, 1988:141) (6). En cuanto significaciones sociales y en cuanto realizaciones efectivas, no puede haber libertad sin igualdad ni lo contrario, por lo cual el pensamiento democrático es un pensamiento de los límites.
En ese mismo sentido, Camus señalaba que el único pensamiento fiel a sus fuentes revolucionarias tiene que ser un pensamiento de los límites, pues para ser seres humanos hay que negarse a querer ser Dios. Así, en esta concepción, la democracia es el régimen de la autolimitación, “en una democracia, el pueblo puede hacer cualquier cosa y debe saber que no debe hacer cualquier cosa” Y sigue diciendo que ese pensamiento de los límites es un pensamiento necesariamente ateo en un doble sentido: que no necesita un dios y que asume que en el “más allá” no hay nada relevante para nuestros problemas. El ateísmo es el único pensamiento humano que asume realmente el significado de la muerte y que rechaza cualquier forma de esperanza, en sentido metafísico.
Sin vida después de la muerte ni un Dios, “el hombre se encuentra en libertad de obrar y pensar en este mundo” Así, resulta que “una sociedad autónoma se hace posible únicamente partiendo de esta convicción profunda e imposible de la mortalidad de cada uno de nosotros y de todo cuanto hacemos; sólo así se puede vivir como seres autónomos” (Camus, 1981). (6)
Otro pasaje lo tenemos cuando Castoriadis plantea que la autonomía de los individuos, su libertad (que implica, claro está, la capacidad de cuestionarse ellos mismos) tiene también sobre todo como contenido la participación igual de todos en el poder, sin la cual no hay ciertamente libertad, así como no hay libertad sin igualdad, al respecto señala “¿Cómo podría yo ser libre si otros deciden sobre lo que me incumbe y yo no puedo tomar parte en esa decisión? Hay que afirmar vehementemente, contra los lugares comunes de cierta tradición liberal, que no hay antinomias, sino que hay implicación recíproca entre las exigencias de la libertad y de la igualdad”. (Castoriadis; 1998:141). (7)
Así mismo advierte que la base de ese engaño es la presentación de lo particular como idéntico a lo universal, veamos las siguientes dos reflexiones:
“la reivindicación se presenta como la mediación necesaria entre la enajenación presente y la libertad futura, y es efectivamente en esa mediación que comienza el engaño a partir del momento en que esa mediación se presenta como un fin, o mejor dicho, a partir del momento en que el paso de la enajenación a la libertad se presenta como una serie infinita de mediaciones que parecen no tener término («el objetivo no es nada, el movimiento lo es todo») … El reformismo es en el fondo esa imposible substitución de trozos sucesivos de enajenación suprimida por trozos sucesivos de libertad conquistada. Esa concepción cuantitativa se hace añicos ante la realidad de la libertad, que es totalidad o no es nada…El reformismo implica además una mediación personal entre el proletario y el capitalista: el burócrata obrero. La burocracia se presenta también a sí misma como una mediación necesaria. La mistificación contenida en esa mediación consiste, por lo que se refiere al propio proletariado, en que se pretende suprimir una enajenación substituyéndola por otra. En la medida en que el burócrata se presenta como un elemento necesario de la liberación, y en la medida en que su existencia implica que la liberación sólo es posible gracias a él, una parte de la clase se substituye al conjunto de la clase, presentándose como ese conjunto. Verdad es que la burocracia está ahí efectivamente en lugar de ese conjunto, puesto que localiza y concentra el «para sí», la conciencia y la dirección de la clase; puesto que, en definitiva, se pone a sí misma como un «para sí», como un fin de sí mismo en la historia. El proletariado se enajena de nuevo, y esa enajenación se añade a la enajenación fundamental a la que le somete el capitalismo. (Castoriadis. 1979). (6)
La posibilidad de crear una multitud de colectivos verdaderamente autónomos y autogestionarios en el mundo actual, actuando al unísono, capitalizando las condiciones de comunicación abiertas por la conectividad, ha sido desviada de forma perversa por movimientos identitarios al haber perdido sus referencias… ha pasado a ser un esencialismo puro y duro, en la estela de los movimientos antidemocráticos, y esto sin que los activistas (como ciertos antirracistas, prominorías, etc.) se den cuenta o a veces sin preocuparse por ello. Piensan que son críticos, que se oponen a un sistema capitalista y racista, pero en realidad creo que han sido captados por una lógica sectaria que le va muy bien a ese mismo capitalismo que siempre busca segregar y crear nuevos grupos de consumidores bien definidos (Mats Rosengren) (8)
Una última referencia que expongo es la de la libertad según los zapatistas. Considero pertinente advertir que colocarse desde la perspectiva del sujeto zapatista exige la capacidad de conciencia política anti-Estado y anticapitalista, es decir, estar como es el caso de los pueblos indígenas zapatistas, al margen y más allá de la racionalidad capitalista estatista y judicialista, de modo que imaginemos la posibilidad de instituir formas de autogobierno y libertad en clave de autonomía como proyecto histórico.
Entonces, problematizar y escuchar lo que nos dicen en las sesiones de La Escuelita Zapatista respecto de la práctica de la autonomía zapatista y cómo desde su cotidianidad se vive y conquista permanentemente la libertad propia de su horizonte político e histórico, exige una cierta capacidad de escucha latente que desarticule e inhiba los prejuicios de la racionalidad jurídica liberal de la que estamos impregnados.
En todo caso, la dificultad de comprender lo que significa la experiencia de una forma de hacer gobierno autónomo, la autoinstitución de formas de hacer política para el ejercicio de la autonomía y la libertad, donde se respete al mismo tiempo y desde un principio la autonomía individual y colectiva, se debe a la lógica racional en la que estamos alienados, además de que siguen estando en peligro de caer en la captación de los programas del Estado o de cualquiera de las fuerzas instituyentes del mercado capitalista. El ejercicio de la autonomía que nos comparten los zapatistas es de un modo que de por si está implicada la conciencia histórica, la conciencia política y la conciencia psíquica que trae consigo la exigencia de autolimitarse en el hacer con libertad ahí donde empieza la libertad del otro, cuestión que no puede apelar a ninguna ley, norma o regla extrasocial, sino que sólo es cuestión de la relación entre sujetos que deciden lúcidamente y con autoreflexividad crítica y que utilizan un pensar categorial a través de un lenguaje que nos muestra su forma de pensar-enunciar con categorías creadas por ellos: caminar preguntando, nadie es más y nadie es menos, compartición y colectivización, un mundo donde quepan muchos mundos, libertad en justicia y dignidad, mandar obedeciendo, resistir con paz y dignidad, haciendo la autonomía desde la comunidad y la cotidianidad.
Con todo, nadie puede negar la experiencia que por años pudieron sostener los zapatistas, en su momento pudieron afirmar: “sólo con nuestro gobierno autónomo, con las Juntas de Buen Gobierno, JBG, los Municipios autónomos rebeldes zapatistas, Marez, y nuestros gobiernos locales, nos organizamos. La libertad de nosotros los zapatistas es en común, es de todos nosotros. No es una libertad donde haya alguien que diga que hacer, en nosotros se da un gobierno colectivo, donde ningún compañero en particular decide que hacer”
Finalmente debo decir que estos son unos cuantos pasajes en los que se debate sobre una idea de libertad con los que tengo afinidad; no conozco ni sé que haya un amplio tratamiento sobre esto de la libertad, al menos entre los sujetos que se han planteado la lucha anticapitalista y por una revolución en la perspectiva de un horizonte histórico-político comunista.
Entonces, cabe otra pregunta además de la que me hago al principio ¿Cuál es la urgencia de pensar y debatir ante la urgencia de la situación que vivimos de Guerra Total contra la Humanidad? (9) considerando que se trata de la guerra desplegada de manera que parece diluirse en la espectáculo global como si fueran guerras locales, pero que sin embargo son parte de una sola guerra capitalista con estrategias de contrainsurgencia específicas según la lucha de clases en cada región geográfica, no debemos dejar de mirar la complejidad de la guerra total, pues no por qué tenga la apariencia de que “se diluye” (Israel contra palestinos, Turquía contra pueblos kurdos, gobierno progresista contra pueblos zapatistas, gobierno ultraderecha contra pueblo argentino, Estado chileno contra mapuches, etc.), sólo se trata de escenarios de la misma guerra capitalista que impone a la humanidad entera el capitalismo que por ese medio pretende renovarse ante la crisis permanente.
Y por ello, es urgente pensar crítica y radicalmente las resistencias/rebeldías desde una perspectiva anticapitalista y revolucionaria. Superar las valoraciones fenomenológicas y descriptivas al estilo de “las resistencias locales y pequeñas son hermosas”, “lo común y local es resistencia anticapitalista” (que es diferente a la idea del común de los zapatistas) de manera que podamos dar otro sentido a eso de que la historia se hace desde la cotidianidad, lo cual no significa quedarse en mirar especificidades de lo local sino en un sentido universal y desde la totalidad concreta de una realidad desarticulada y fragmentada por la estrategia de guerra capitalista, considerar tanto lo histórico-social como devenir y la perspectiva en la que nos orientamos para el por-venir, para reconocer la tarea de un hacer pensante que nos permita recobrar la capacidad de un pensamiento crítico y una praxis anticapitalista, en este sentido, valga la siguiente reflexión de Marcelo Sandoval: “la intención de hacer un análisis crítico de la guerra capitalista actual (…) no se conforma con la contemplación de las ruinas (…) se enfoca en pensar críticamente la cuestión social en la actualidad, un momento enmarcado por la generalización de la violencia, la irracionalidad y el avance de la insignificancia; un instante que está dominado por la apariencia y la separación, por la desolación y la miseria de vida. Sin embargo, nuestro entendimiento sigue siendo insuficiente, hace falta una elaboración crítica que permita acercarse a una práctica radical, una reflexión en lo que falta, en la crítica radical que todavía está por crearse, necesaria para dar rienda suelta a un hacer capaz de configurarse como freno de emergencia de la locomotora llamada capitalismo, que con su marcha nos lleva hacia el fin del mundo”. (10)
Tal vez, no debamos preocuparnos tanto por dilucidar lo que significa libertad, incluso no quedarnos atorados en la práctica de la autonomía pues como hemos podido apreciar, hasta ahora cada vez ha sido convertida en parte del proceso de fetichización, como cualquier otro de tantos procesos identitarios que abundan; tal vez entonces entrar a problematizar el sentido que le queremos dar a este esfuerzo por pensar que significa comunizar como proyecto y sí la idea de revolución hoy es comunizar y tener presente la perspectiva de esa alteridad permanente que significa estar negando lo que nos niega cada vez. O como decía Théorie Cmommuniste: el principal defecto de todos los materialismos criticados por Marx en la primera tesis sobre Feuerbach no es sólo un error teórico, sino la expresión de la vida de todos los días “el defecto fundamental de todo el materialismo anterior es que sólo concibe las cosas, la realidad, la sensoriedad, bajo la forma de objeto o de contemplación, pero no como actividad sensorial humana, no como práctica, no de un modo subjetivo” (11)
Notas:
- “Karl Marx, El Capital, libro tercero, vol.8. México, Siglo XXI. 2009.
- Su argumento, con el cual no es que esté de acuerdo, dice que desde la perspectiva del Aceleracionismo “La desindustrialización, en la medida en que entraña el reemplazo del trabajo humano con trabajo crecientemente mecanizado y automatizado, es un paso necesario para trascender el capitalismo. La desindustrialización es la única vía para que escapemos de la imposición del trabajo porque nos permite delegar la producción a las maquinas. Significativamente, la desindustrialización también parece ser el único medio para lograr una sociedad de abundancia y tiempo libre”. (Srnicek; 2019:115)
- Crítica al Programa de Gotha de 1875, Karl Marx: “De cada cual, según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades… aforismo que resume de forma general los principios de una sociedad socialista o comunista, en el sentido original del término” …” Este aforismo fue utilizado, en diversas formas, por autores tales como Étienne Cabet o Louis Blanc, y se popularizó especialmente entre los ideólogos del socialismo utópico, y posteriormente en el pensamiento anarquista. Fue retomado por Karl Marx en su Crítica del Programa de Gotha, obra póstuma publicada en 1891, para formular el principio por el que se regiría la «fase superior» de la «sociedad comunista».
- Demetrio Velasco Criado Ética y poder político en M. Bakunin. EditorUniversidad de Deusto, Bilbao. 1993.
- Socialismo ou Barbarie. Nº 10, julio de 1952. Cartas entre Anton Pannekoek y Cornelius Castoriadis.
- Camus, Albert, Moral y Política El Hombre Rebelde en Ensayos. Madrid, Agular. 1981.
- Castoriadis, C. (1998). “Lo imaginario. La creación en el dominio histórico social”. En “Los dominios del hombre, las encrucijadas del laberinto”, (pp. 64-75). Barcelona: Gedisa. También ver: Fenomenología de la conciencia proletaria Cornelius Castoriadis. 1948. La experiencia del movimiento obrero Vol. 1. Cómo luchar, Barcelona, Tusquets,1979.
- Revista Transversales No, 3 en su edición de septiembre de 2022. https://revistatransversales.blogspot.com/
- EZLN, La Cuarta Guerra Mundial; disponible en https://www.jornada.com.mx/2001/10/23/per-lacuarta.html 2001
- Marcelo Sandoval, El vuelo del buitre viejo. Guerra por acumulación y nocividad capitalista. Ciesas/UdeG. 2018 México
- *Théorie Communiste, De la Ultraizquierda a la teoría de la comunización. Más allá del programatismo. Lazo Ediciones. Argentina. 2022.
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