John Holloway: «El capitalismo, sistema de muerte, ha fracasado»

 

El guión-borrador de este video, que se transcribe a continuación, fue discutido en el Seminario «La Tormenta» (2020)

La propuesta de Aline: “Te escribo porque platicando con otros compañeros de la región del Istmo coincidimos en proponerte que ante la crisis que estamos viviendo sería muy bueno ofrecer una explicación por parte de personas que se dedican a estudiar el capital.  Por ello, hemos pensado en plantearte la posibilidad de que grabes un breve video en el que ofrezcas una explicación en la cual se desarrolle la fragilidad y falsedad del capital. En ese sentido, nuestro potencial del poder hacer. Aunado a la embestida que está potenciando del gobierno de la 4T, con el Corredor Interoceánico, el cual se detalla en el pronunciamiento que hace un momento te hice llegar.” 

 

Estamos viviendo el fracaso del sistema capitalista.

No se presenta así. Se presenta como mala suerte. Llegó un virus desconocido con consecuencias terribles y la mejor forma de limitar el número de muertes es quedándonos en casa, probablemente por un par de meses. Obviamente esto tiene consecuencias económicas fuertes. Muchas actividades se tienen que parar. El turismo, por ejemplo. Si la gente se queda en casa, entonces los autobuses, restaurantes, los hoteles, las aerolíneas van a sufrir. Si la gente se queda en casa, toda la gente que vive de vender comida en las calles va a sufrir, muchas tiendas van a sufrir. Todo está suspendido por el momento: la construcción, los viajes, los eventos, las fiestas, las clases. Ni modo, es necesario aguantar un par de meses para proteger la salud de todas y todos, y luego vamos a regresar a la normalidad.

Pero no es exactamente así. El coronavirus no sale de la nada, no es “mala suerte”. Es producto de la destrucción de la naturaleza que es característica del capitalismo, consecuencia de un sistema donde lo importante es la expansión de la ganancia, no el respeto por la vida. Toda/os hemos visto la multiplicación en los últimos años de los megaproyectos que producen ganancias para las grandes empresas y destruyen el equilibrio tradicional entre los humanos y las otras formas de vida que nos acompañan en el planeta. Un elemento especialmente destructivo ha sido la industrialización de la agricultura y la destrucción de huertas y ejidos tradicionales. Parte de este proceso es la destrucción de los lugares donde viven los animales silvestres: destruye la separación entre esos animales y los humanos y produce las condiciones para la transmisión de virus de los unos a los otros. En los últimos años se había advertido muchas veces de la llegada posible de un virus que tendría consecuencias catastróficas. La llegada del coronavirus, entonces, no es mala suerte sino producto de la destrucción capitalista de la naturaleza. Si sigue esta destrucción, es muy probable que haya más pandemias en los años que siguen.

Lo del efecto económico no es mala suerte tampoco. Es cierto que si nos quedamos en la casa por un par de meses sin ir a trabajar, vamos a ser más pobres. Pero lo que está empezando y que va a seguir desarrollándose en los próximos meses es mucho más grave. Toda la reproducción mundial del capitalismo está basada en el crédito. Las empresas sobreviven y crecen sobre la base de dinero que ellas piden prestado a los bancos. En los últimos treinta años empresas pequeñas y grandes en todo el mundo han estado pidiendo más y más prestamos, y el sistema de crédito ya estaba al borde del colapso antes de la llegada del coronavirus. Muchísimas empresas ya no podían pagar sus deudas. Todo el sistema mundial de crédito se iba a caer en 2008, pero se salvó a través de más préstamos apoyados por los gobiernos. En el último par de años se ha hecho claro otra vez que el sistema estaba a punto de caerse. El coronavirus es el detonador de esta caída. Los diferentes gobiernos están tratando de detenerla, invirtiendo cantidades de dinero sin precedente para extender el crédito, pero lo más seguro es que no la van a poder detener. Todo indica que el mundo entero está entrando a la peor crisis económica de los últimos noventa años. Es muy probable que la caída económica dure mucho tiempo, ya se está hablando de otra “década perdida” para América Latina. Van a decir que es parte de la “mala suerte” del coronavirus, pero en realidad el virus nada más está precipitando una crisis que ya se veía venir.

Somos nosotra/os la/os que sufrimos las consecuencias del fracaso del sistema. Pero no quiero decir con eso que nosotra/os somos las víctimas. A veces se dice que es culpa del gobierno o culpa de los capitalistas, como si quisiéramos que los capitalistas fueran mejores capitalistas o que los gobiernos pudieran dar más apoyo a los capitalistas. Pero no: el capitalismo es un sistema que tiene su lógica, la lógica del dinero, la lógica de la ganancia. Es esta lógica que destruye la naturaleza y crea las condiciones para la pandemia. Es la misma lógica que empuja al capital todo el tiempo a buscar nuevas maneras de sacar ganancia, nuevas maneras de subordinar toda la vida, todo el planeta a su lógica. Si está en crisis, es porque no lo ha logrado. Todavía. Por años ha fingido lograrlo a través de la expansión del crédito, pero esa ficción ya no se puede mantener.

¿Qué significa todo esto para nosotros y nosotras? El programa del gobierno de AMLO, la Cuarta Transformación (4T), tiene el objetivo de integrar el Istmo y el Sur de México más intensivamente al sistema capitalista. Por eso el Tren Maya, el Corredor Interoceánico, los proyectos de energía eólica, que son realmente repeticiones de los megaproyectos de los gobiernos anteriores. Pero hay dos problemas.

El primer problema es lo que ilustra claramente la pandemia actual: que este sistema es un sistema de muerte, que es muy probable que si seguimos con la misma lógica de la ganancia vamos a destruir la humanidad completamente, y no queremos eso.

El segundo problema es que el gobierno nos quiere integrar a un sistema que no está funcionando, que está entrando a su peor crisis del último siglo. Muy probablemente no se va a dar la recuperación del turismo mundial, tampoco se va a recuperar el comercio internacional muy rápidamente. El gobierno quiere destruir las comunidades para integrarlas a un sistema fracasado. Ya no es la misma situación que hace año y medio cuando inició este gobierno: sus megaproyectos de destrucción están basados en una realidad que ya no existe.

Tenemos que pensar entonces si queremos aceptar la destrucción de lo que tenemos para integrarnos a un sistema que está en crisis, y además un sistema que está destruyendo el mundo. Si decimos que sí, si queremos dar la bienvenida al Tren Maya y al Corredor Interoceánico hay que estar muy claros que probablemente no se van a cumplir las promesas. En el mejor de los casos habría que prepararse para ser meseros, limpiadoras de recámaras, prostitutas o prostitutos y las otras profesiones que se van a requerir si se logra la transformación, pero es muy probable que no se realicen los sueños del gobierno.

En la situación actual, sobre todo en medio de la coronacrisis, no tiene sentido aceptar lo que ellos quieren imponer con sus megaproyectos. Son realmente proyectos de muerte, parte de la dinámica mundial del dinero que está destruyendo la vida en el planeta, y además no van a funcionar como se promete. Mejor decir NO.

Mejor empezar con lo que tenemos y pensar cómo mejorarlo según nuestras propias ideas. Mejor defender las comunidades, pero para transformarlas. Mejor fortalecer la vida campesina y la pesca, pero sin subordinarla a la lógica del dinero. Mejor usar el viento para generar electricidad, pero usando tecnologías más apropiadas para beneficiar a las comunidades, sin contaminar y sin causar tanto daño a la vida de las aves que es tan importante para el equilibrio ecológico. Mejor empezar a crear otro mundo. Mejor escoger los caminos de la dignidad: caminos difíciles, pero menos destructivos y finalmente más realistas que las falsedades que nos prometen.

No es solamente el istmo que está viviendo estos problemas. Saliendo del encierro en todo el mundo, el capital se va a poner más agresivo que nunca para recuperar sus ganancias y pagar sus deudas. En todos los países se van a multiplicar los megaproyectos de muerte. Incluso podemos decir después de la pandemia que el capitalismo se está desenmascarando como un Megaproyecto gigantesco de Muerte que pone en peligro la supervivencia de los humanos. Pero en muchos lugares del mundo entero, la gente va a salir del encierro diciendo “¡Ya no! Ya vimos que este es un sistema fracasado, este es un sistema que está destruyendo la vida. Tenemos que encontrar otros caminos, caminos de la dignidad.” En el mundo entero, en muchos lugares diferentes, la gente va a decir NO a la nueva agresión del capital, prendiendo faros de esperanza, faros de vida.

John Holloway

 

Scroll al inicio