Organizar nuestra Desesperación

John Holloway[1]


  1. Rabia.

¿Por qué estamos aquí? Venimos de muchos lugares y movimientos diferentes, pero hay algo que nos une y que hará que este encuentro prenda fuego. ¿Qué es?
La rabia. Venimos acá para expresar nuestra rabia. Nuestra rabia contra la militarización del mundo. Nuestra rabia contra el calentamiento del planeta que nos amenaza con sufrimiento y extinción, nuestra rabia contra el tratamiento deshumanizante de los migrantes, nuestra rabia contra los feminicidios y la violencia del patriarcado.

Pero no solamente rabia. Esperanza. Venimos no solamente porque somos enojados sino porque queremos cambiar las cosas. La esperanza es la fuerza que nos empuja. No una esperanza ligera y vacía, sino una esperanza-rabia. Una esperanza resuelta, razonada de que podemos, debemos y vamos a cambiar el mundo.

Rabia, esperanza. Y en este momento de miedo, es también desesperación. Me invitaron a hablar en una reunión organizada por los zapatistas a finales de diciembre sobre Resistencias y Rebeldías – un gran honor para mí, pero no pude ir porque estaba enfermo. Hubo una palabra que Marcos usó ahí al final de su última intervención. Desesperación. El capitalismo genera la desesperación. De muchas maneras diferentes. Al nivel personal, la incertidumbre profunda y creciente de la vida: ¿cómo puedo entrar a la universidad o encontrar un trabajo, qué voy a hacer después, qué tipo de mundo va a habitar mis hijos, tiene sentido pensar en traer hijos a este mundo, cómo puedo encontrar un lugar aceptable para vivir? Todo es parte de una desesperación social creciente: mira lo que está pasando con los migrantes, mira la destrucción de la biodiversidad de la cual la vida humana depende, mira el calentamiento del planeta, cada vez más fuera de control, mira el genocidio en Gaza, mira el peligro creciente de más guerras.

Rabia, esperanza, pero rabia y esperanza en el contexto de una desesperanza que no aceptaremos. La desesperación no es desesperanza. Es un rechazo a la desesperanza, una negación a renunciar a nuestra rabia y esperanzaincluso en un mundo que nos dice que estamos locos por seguir pensando que otro mundo es posible. En los diccionarios, la desesperación a menudo se equipara con la desesperanza, pero no es eso. Encontré una definición que se acerca más a lo que sentimos: “Desesperado: mostrar la voluntad de correr cualquier riesgo con tal de cambiar una situación mala o peligrosa”. Tal vez no “cualquier riesgo” pero sí, una furia por cambiar una situación mala o peligrosa, una determinación por cambiar una mala situación, la mala situación que es el capitalismo. Desesperación por cambiar el mundo porque sabemos que no tiene por qué ser así, que tenemos la capacidad de crear algo diferente. La desesperación incluye la frustración, la frustración de lo que podríamos hacer, la frustración de nuestra riqueza, de nuestra capacidad de crear algo diferente. La riqueza es muy importante. Empecemos por nuestra riqueza, no por nuestra pobreza, no por un “pobrecitos de nosotros”, sino por el sentido de nuestra riqueza. Lo que veo frente a mí no es pobreza, sino riqueza: una maravillosa confluencia de riquezas de tantos países y movimientos diferentes. Eso es lo que hará que esta conferencia sea muy especial. Debemos construir sobre nuestras riquezas, no sobre nuestras pobrezas. 

Y así, el eslogan que está en la pantalla detrás de mí: organizar nuestra desesperación, el llamado que tomo del discurso de Marcos. Y organizar nuestra desesperación significa también: organizar nuestra rabia, organizar nuestra esperanza, organizar nuestra frustración, organizar nuestra riqueza.

(Si menciono tanto a los zapatistas no es en ningún sentido porque los represente, sino porque los admiro y también porque siento que su voz debe estar presente en un gran encuentro de resistencias y rebeldías como este).

2.        Desesperación: determinación de cambiar una situación mala o peligrosa. Ahí es donde estamos, en una situación muy mala y peligrosa. Los zapatistas lo llaman la Tormenta. Podemos sentirla a nuestro alrededor, podemos escuchar los vientos aullando más y más fuerte con cada día que pasa. Y sabemos que es probable que empeore mucho, que podría conducir a una catástrofe mucho mayor, incluso a la extinción de la humanidad.

La desesperación es esperanza en la tormenta, esperanza en y contra la tormenta, esperanza en-contra-y más allá de la tormenta. No solo queremos sobrevivir a la tormenta, sino detenerla y crear algo diferente. Marcos imagina una conversación telefónica con una joven que vive en el futuro, dentro de 120 años. Los compañeros digitalmente sofisticados que han configurado la transmisión para la conferencia zapatista han logrado establecer una conexión con una comunidad en el año 2145. Es una niña que contesta el teléfono y Marcos pregunta “¿cómo estás?” La chica responde “depende”. Marcos maldice, deseando que hubiera sido un adulto el que hubiera cogido el teléfono. “¿Qué quieres decir con ‘depende’?”, pregunta. Y la chica responde: “depende de ustedes”, y se pierde la conexión.

Depende de ustedes, es decir, depende de nosotros, de nuestra capacidad de organizar nuestra desesperación, la desesperación que nos ha traído hoy aquí. El tipo de vida que llevarán nuestros tataranietos, y si alguna vez existan, depende de nosotros.

3.        La desesperación es un grito. En algún momento todos en esta sala habrán gritado: “¡NO! ¡El mundo no puede ser así! ¡No puede ser verdad! ¡No podemos aceptar esto! ¡NO!” Solo pensar en Gaza es gritar. Ver lo que Trump y la Nueva Derecha en todo el mundo están diciendo y haciendo es sentir el grito que se eleva dentro de nosotros.

Gritamos. Es nuestro grito. Es un grito que debe ser escuchado y se escucha en cada pueblo y ciudad de donde venimos. Puede estar enfocado en una organización, en una lucha particular en otro lugar, pero lo que cuenta sobre todo es la fuerza de nuestro grito en los lugares donde vivimos, en Dublín o Belgrado o Atenas o Berlín.

Organizar nuestra desesperación, organizar nuestro grito. Pero aquí hay una tensión. A veces nuestro grito no quiere ser organizado, solo quiere gritar. Una organización que atenúa el grito, que le dice que se calle, ya no es la voz de nuestra desesperación. Citando de nuevo el discurso de Marcos en Chiapas: “La desesperación tiene razones que la razón ignora”. En cualquier organización, la desesperación será un rebelde. Organizar la desesperación es enjaezar un caballo salvaje, pero si el salvajismo se pierde, no tiene sentido enjaezarlo.

La desesperación es necesariamente nuestro punto de partida para pensar en un cambio radical, pero también es peligrosa e impredecible. Después de los disturbios raciales en Sudáfrica en 2020, Abahlali baseMjondolo, el importante movimiento de habitantes de ciudades perdidas, dijo: “Abahlali siempre ha advertido que la ira de los pobres puede ir en muchas direcciones. Hemos advertido una y otra vez que estamos sentados sobre una bomba de tiempo”. Por eso es importante organizarse y pensar.

La desesperación tiene razones que la razón ignora. La ira de los pobres, la desesperación de los pobres, puede ir en muchas direcciones. En el mundo de este momento, hay una creciente desesperación social generada por la forma actual de organización social, es decir, por el dominio del dinero, el dominio del capital, pero va en la dirección equivocada, intensificando los horrores del sistema en lugar de rectificarlos. El fascismo, o neofascismo, no es un sustantivo, no es una ideología preconstituida, sino una desesperación, una rabia contra el sistema que va en la dirección equivocada, fortaleciendo el sistema. Tenemos que recuperar esta desesperación, hacerla nuestra.

Organizar la desesperación, ¿pero cómo? Quizás tengamos que pensar en la organización como un desbordamiento, como una apertura. A menudo las organizaciones se entienden como cierres, definiciones. El Estado es un cierre, una forma de organización que se basa en una distinción entre ellos y nosotros, entre extranjeros y ciudadanos, una distinción asesina que ha llevado a la matanza de millones de personas en el último siglo, una distinción que lleva al ahogamiento de más de mil personas en el Mediterráneo cada año y a la muerte de un número similar en la frontera entre Estados Unidos y México. Un partido político es también una forma de organización que define, que separa a ellos de nosotros. Pero hay otras formas de organización. Entiendo la impresionante organización que hay detrás de esta reunión como una organización de apertura, no de cierre. El objetivo, me imagino, es que el efecto sea como una cascada, en la que las ideas generadas y discutidas aquí se lleven de vuelta a todos nuestros diferentes lugares, a Londres, París o Varsovia, y a nuestras actividades, las canciones que cantamos, los correos electrónicos que escribimos, los seminarios a los que asistimos, y que se vayan extiendiendo.

En otras palabras, tenemos que pensar en la organización como algo que rompe la lógica del sistema, que rompe la lógica de la definición y de la identificación, de ellos-y-nosotros. La desesperación de la derecha reproduce el capitalismo porque adopta la lógica de ellos-y-nosotros y lo lleva al extremo. Si nuestra organización es simétrica a la organización del capital, como un ejército batallando contra otro, entonces reproducimos aquello contra lo que estamos luchando. En la larga historia de la lucha contra el capitalismo, hay realmente dos tradiciones: la tradición de los partidos: instrumental, orientada al Estado y, por lo tanto, simétrica, y la tradición que busca articular la ira y las ideas desde abajo, la tradición de la comuna, el consejo o la asamblea. Por supuesto, por razones históricas o de otro tipo, también hay organizaciones que combinan las dos en una relación de tensión, productiva o destructiva.

4.        Nuestras desesperaciones toman diferentes formas, como deben ser. El capitalismo es una hidra de muchas cabezas, que nos ataca todo el tiempo de muchas maneras diferentes. Para algunos de nosotros, es el ataque a los migrantes lo que más nos enoja, para algunos es el creciente número de feminicidios, para algunos la destrucción de la biodiversidad, el calentamiento del planeta, la militarización de la sociedad. Todas estas cosas nos aterrorizan, pero quizás decidamos centrarnos en una u otra, y esto se ve reflejado en la estructura de los talleres de este encuentro.

Los talleres se centran necesariamente en temas concretos: el auge del militarismo, el ascenso del fascismo, la destrucción del medio ambiente, etc. Este enfoque en lo particular es necesario, pero siempre plantea un problema, el problema de cómo pasar de lo particular a lo universal. Es el problema de la hidra: corta una cabeza y brotarán tres más. Tenemos que golpear el corazón, el corazón despiadado del monstruo. Mientras vivamos en una sociedad dominada por el dinero, dominada por el capital, es decir, mientras vivamos en una sociedad en la que la conexión entre las personas se establezca a través del intercambio de mercancías, todos estos horrores seguirán repitiéndose de una forma u otra. A menos que podamos establecer una sociedad en la que la conexión social no se establezca a través del dinero sino a través de algún tipo de compartir, entonces probablemente no haya escapatoria de la espiral de destrucción en la que nos encontramos.

Pero, ¿cómo decimos esto? Hay que ir más allá de lo particular y desbordarnos. La vieja tradición revolucionaria comenzó quizás al revés, diciendo “el verdadero problema es el capitalismo: a menos que nos deshagamos de él, todo lo demás son solo reformas que reproducirán el sistema”. Creo que ahora tenemos que empezar al revés, con las preocupaciones más inmediatas de la gente: la lucha para detener la destrucción de la biodiversidad, para detener el uso de combustibles fósiles, para acabar con el racismo. Y luego desbordar, agregando: por cierto, la única manera de detener la destrucción de la biodiversidad, o la única manera de detener el calentamiento global, es aboliendo el poder del dinero, y eso significa abolir el dinero como conexión social y crear algo diferente. Pienso en esto como una política de P.D., en la que añadimos una posdata a nuestras luchas particulares: hay que conservar la biodiversidad y P.D. eso significa abolir el dinero. En otras palabras, no pensar en nosotros mismos como un grupo ilustrado de activistas revolucionarios separados de las “masas”, sino partir de la creciente desesperación de las masas en el mundo y desbordarse desde allí para hacer conexiones. Para hacer conexiones y hacer preguntas. La organización es siempre una pregunta, no una respuesta.

5.        Queremos ganar. Parece casi chocante decir esto, estamos tan acostumbrados a perder. Pero ahora queremos ganar y debemos ganar. No solo para liberar el Kurdistán o fortalecer los derechos indígenas, sino para deshacernos del capitalismo. Debemos detener la dinámica que está destruyendo el mundo, queremos que la niña dentro de 120 años tenga una vida y que tenga una vida de libertad y felicidad.

Eso significa que debemos romper el poder del dinero, la dinámica del capital. Parece imposible, una locura. Estamos locos, porque la única forma de ser humanos es estar locos, la única forma de ser humanos es decir NO al mundo de la inhumanidad y crear otra cosa.

Abolir el capitalismo significa crear algo más. Si el capitalismo se basa en el hecho de que nos relacionamos unos con otros a través del intercambio de mercancías, es decir, a través del dinero, entonces la única forma en que podemos abolir el capitalismo es creando otras formas de relacionarnos, otras formas de conexión social, que es lo que la gente de Rojava y las zonas zapatistas de Chiapas, y un millón de grupos más pequeños en todo el mundo, ya están haciendo. Aunque todavía no es suficiente. Tenemos que seguir adelante en la creación de algún tipo de colaboración común en todas las áreas de la actividad humana, algún tipo de comunización.

Al igual que Sísifo, estamos empujando rocas colina arriba y a menudo sentimos que estamos condenados a hacer eso para siempre. Pero no, estamos empujando hacia arriba y hacia arriba y queremos llegar a un punto de inflexión. Y a medida que avanzamos, encontramos dos cosas. En primer lugar, que es más difícil de lo que pensábamos: la cima de la colina parece ir retrocediendo a medida que avanzamos. Pero en segundo lugar, nos damos cuenta de que esta colina, este capitalismo que estamos tratando de superar, es en realidad mucho más frágil de lo que pensábamos. Su reproducción se construye sobre una deuda cada vez mayor porque es incapaz de generar suficiente plusvalía para su propia expansión. Su crecimiento se basa cada vez más en una ficción y esta ficción bien podría colapsar muy rápidamente, como ocurrió en 2007/2008, pero ahora posiblemente a una escala mucho mayor. La crisis de 2007/2008 fue un acontecimiento que cambió radicalmente los contornos de posibilidad e imposibilidad en el mundo, aunque no necesariamente para mejor. Estamos en una tormenta, pero la tormenta no es solo un desastre, también es volatilidad, fragilidad, imprevisibilidad. Y en esta tormenta estamos empujando nuestras rocas colina arriba y tratando de llegar a un punto de inflexión, la cumbre de la colina donde las rocas rodarán hacia abajo y se acelerarán y cada vez más personas verán que lo que estamos diciendo es de sentido común, que por supuesto tenemos que deshacernos del capitalismo y crear algo distinto.

Y aquí estamos en este gran congreso, empujando piedras cuesta arriba, construyendo nuestra fuerza y desbordando porque sabemos que debemos crear un mundo diferente. Eso es lo que vamos a hacer en los talleres: empujar y empujar hacia el punto de inflexión, sabiendo que esta vez debemos ganar y que sí, ganaremos. 

[1] Ponencia presentada por John Holloway en la mesa inaugural de la reunión de People’s Platform Europe con el tema de Reclaiming the Initiative, en Viena, el 14 de febrero 2025. Una grabación está disponible en https://www.youtube.com/watch?v=F8MHvLSel40